Adicciones

¿Qué es la adicción al sexo?

05 de Mayo, 2019 Marta Baño Alcázar

El trastorno hipersexual (THS) o más conocido como adicción al sexo, sexo compulsivo o conducta hipersexualizada, lejos de llevar a la persona a una búsqueda de mayor placer, suele ser una conducta ejecutada como una manera de expresar otras necesidades no sexuales como liberar tensión, ansiedad y otros estados de ánimo de disconfort.

 

Como en todas las adicciones comportamentales, la persona acaba utilizando una conducta y en el caso del adicto al sexo la persona utiliza el sexo, con el consiguiente orgasmo, como su propio autotratamiento para calmar tensiones internas o equilibrar determinados estados de ánimo.

 

Autores como Griffin & Shelley (1991, 1993) definieron una serie de criterios que debían cumplir los adictos al sexo: la búsqueda del colocón o colocarse (a través de la excitación sexual y el orgasmo), la tolerancia (la persona cada vez necesita aumentar frecuencia y cantidad para encontrar el grado de excitación deseado), la dependencia (la persona no elige lo necesita para percibir que su vida se mantiene), la percepción de un deseo intenso e irrefenable o craving, síndrome de abstinencia en que la persona presenta síntomas de abstinencia sino se lleva a cabo la conducta (como ansiedad, irritabilidad, sintomatología depresiva), la presencia de obsesiones (presente a través de fantasías y planificaciones continuas de cómo llevar a cabo la conducta), sensación de pérdida de control llegando a mantener una conducta compulsiva (no puede parar), la ocultación y/o minimización de las consecuencias, y la afectación en cambios de personalidad.

Un adicto al sexo reuniría al menos tres de los anteriores criterios.

 

 

Tal y como indican númerosos estudios la conducta sexual compulsiva coexiste con otras enfermedades mentales que ocurren en la misma persona. En ocasiones aparece como un síntoma comórbido y en otras, y dada la magnitud de la afectación en la vida de la persona, podríamos hablar de una patología independiente. Esta conducta puede suceder al mismo tiempo o una patología después de la otra. Este solapamiento o comorbilidad también implica que hay una interacción entre las dos enfermedades que puede empeorar la evolución de ambas y a su vez dificultar su tratamiento; como es en el caso de las adicciones a substancias, el TOC, el TDAH, trastornos del estado de ánimo (depresión y trastornos bipolares), trastornos de ansiedad y fobias o trastornos de personalidad con predominio los patrones (narcisistas, límites y antisociales) como patologías principales a mencionar.

 

La comunidad científica hoy, desde el DSM-5, sigue viendo la adicción al sexo como una subcategoría de otro trastorno de salud mental, el trastorno de control de impulsos.

Imagen extraída de "La Mente es Maravillosa"
 

No obstante, en ITA Adicciones nuestra práctica clínica nos muestra la coexistencia de ambas situaciones, pacientes que muestran una adicción al sexo como patología independiente y pacientes en que su conducta hipersexual forma parte de un síntoma más de su diagnóstico principal.

 

No siempre resulta sencillo determinar cuándo una conducta sexual se vuelve adictiva o problemática y la persona y/o familia debe pedir ayuda.

 

El límite claro es valorar las consecuencias importantes y negativas que le ha generado esta conducta a la persona y para ello aconsejamos que esa valoración se lleve a cabo desde la ayuda profesional.

La conducta sexual suele partir como toda conducta de un estado de normalidad o socialmente adaptativo, un estado inexistente o de evitación (en general si la persona no tiene pareja no suele ser motivo de demanda cambiar este estado), y un estado de alta implicación que genera problemas en más de una de estas esferas (ámbito personal/salud psíquica y física, ámbito familiar, ámbito social, ámbito laboral provocando repercusiones a nivel legal, económico  etc.)

Es muy habitual que la salud física se deteriore al poco tiempo dado que estas personas descuidan las medidas de protección propias, por lo que es frecuente que se contagien ellos mismos y a sus parejas todo tipo de enfermedades de transmisión sexual, siendo esto un detonante de las principales señales de alarma de llevar oculta esta enfermedad. Algunas de ellas, son más frecuentes que otras, como son el VPH, el SIDA, la hepatitis C, la clamidia, el herpes genital, la gonorrea, la sífilis y la tricomoniasis.

 

Dichas consecuencias negativas en la mayoría de las ocasiones y como todas las adicciones son negadas y ocultadas durante largo tiempo hasta que la situación asciende a tal magnitud que ya es la propia familia o el propio sujeto quien da la señal de alerta como puede ser en el caso de una ETS (enfermedad de transmisión sexual).

 

El adicto al sexo pierde su capacidad de elección, su adicción pasa por encima de todo de su salud, la de su pareja, de hijos, familiares, etc.

 

 

Los adictos al sexo, en su actividad sexual desmedida no buscan encontrar a otra persona para vincularse afectivamente y de ahí llevar a cabo su conducta sexual. En el desarrollo de la conducta sexual compulsiva la vinculación afectiva es algo que importa poco o nada, en realidad, la otra persona o las otras personas cuando las hay, pasan a ser un objeto para la autosatisfacción propia e inmediata. No se busca vinculación afectiva lo que quiere el adicto o más bien “necesita” es aliviarse, colocarse, anestesiarse emocionalmente o descargar esa tensión sin llegar a nada más.  Es más en la mayoría de las ocasiones se evita establecer intimidad.

En las historias de vida de nuestros pacientes observamos que existen diferentes factores que influyen al desarrollo y mantenimiento de dicha adicción entre ellos y como principal la presencia de una autoestima y un autoconcepto muy deteriorado, evidenciándose al tener miedo a los encuentros sexuales o románticos por evitar sentir el rechazo y no soportar el posponer el encuentro sexual, que son compensados por ejemplo, desde el consumo de prostitución. O desde la percepción de valerse tan poco que la manera de encontrar su valor es a través de alguien que les quiera sexualmente sea pagando o no.

Las preferencias sexuales del adicto al sexo suelen ritualizarse, establecerse como un patrón que va en escalada según se va avanzando en el tiempo la problemática.

La llegada de la era tecnológica (sexo online o cibersexo a través de webcamp, etc.) y la creación de determinadas aplicaciones a través de la tecnología telefónica, resulta altamente extensible a poblaciones que años atrás no disponían de recursos económicos como para mantener una conducta sexual tan activa, por ejemplo población juvenil. Hoy por hoy es complejo determinar la afectación real actual de la problemática sexual, donde la sociedad no ayuda en nada a personas vulnerables que compran el mensaje de funcionar desde un sexo trivializado como un bien de consumo sofisticado.

Iniciar un proceso terapéutico para liberarse del sexo compulsivo, es un proceso que en ITA Adicciones llevamos a cabo desde hace años, especializándonos en adicciones comportamentales y en concreto realizando tratamiento específico de adicción al sexo que incluya una educación o psicoeducación sexual y un enfoque cognitivo-conductual conjugado con terapias de tercera generación que permiten un ahondar en determinadas preguntas para identificar procesos internos y generar recursos. Se complementan terapias individuales con el grupo terapéutico de adicción al sexo.

Desde la soledad y el aislamiento que muchos de los pacientes refieren, la experiencia compartida del grupo de sexo resulta una parte crucial y de gran utilidad en el tratamiento, en el conocen a personas con la misma problemática, se sienten comprendidos, apoyados, abren y comparten su historia de vida y aprenden de la experiencia de los demás.

 

 

 

 

Psicóloga General Sanitaria Especializada en Adicciones Comportamentales en Ita Adicciones