Salud Mental

Fatiga pandémica, ¿en qué consiste?

12 de Septiembre, 2021 Mercedes Jorquera

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la fatiga pandémica hace referencia a la reacción en forma de fatiga, que observamos en las personas ante la prolongación de las medidas y restricciones generadas por la pandemia por Covid-19. Esta fatiga, entendida, además, como una reacción natural y esperada tras muchos meses de restricciones, se traduce en desmotivación por parte de la población para cumplir con los comportamientos protectores y las medidas de seguridad recomendadas, con el consiguiente riesgo de contribuir en la propagación del virus.

 

Se trata de un fenómeno complejo, que, siguiendo las recomendaciones y sugerencias de acción establecidas por la Comisión Europea en su informe Staying safe from COVID-19 during Winter1 el pasado 2 de diciembre de 2020, “requiere un plan de acción multifactorial, que tenga en cuenta tanto los obstáculos como los factores motivadores que impulsan a las personas a continuar con las medidas de seguridad y su aplicación de manera integrada en todos los niveles: salud pública, sector social, sector cultural y económico, etc.”

Por su parte, la OMS, en el documento elaborado sobre el “Marco de políticas para apoyar la prevención y el manejo de pandemias2”, establece cinco principios transversales a la hora de elaborar cualquier iniciativa, política o comunicación que tenga como objetivo mantener y revitalizar el apoyo del público a los comportamientos de protección frente a la COVID-19:

  • Ser transparente en la comunicación, compartiendo las razones que hay detrás de las restricciones y cualquier cambio que se haga en ellas, y reconociendo los límites de la ciencia y el gobierno.
  • Esforzarse por lograr el mayor nivel posible de justicia en las recomendaciones y restricciones.
  • Ser lo más coherente posible en los mensajes y acciones, y evitar medidas contradictorias.
  • Coordinarse para evitar mensajes contradictorios entre los expertos y los portavoces.
  • Esforzarse por lograr la previsibilidad en circunstancias impredecibles, por ejemplo, utilizando criterios objetivos para las restricciones y cualquier cambio que se haga en ellas.
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Tal y como indican algunos expertos, mientras no se conozca con exactitud la efectividad de las vacunas o contemos con tratamientos eficaces, el apoyo del público y el mantenimiento de las conductas de protección por parte de la población continúan siendo los pilares fundamentales para contener el avance del virus y asegurar los logros alcanzados en cada territorio.

Dado nuestro interés en el campo de la salud mental, y al hilo de la necesidad de contar con vacunas y/o tratamientos eficaces para vencer a este virus, y tratar de erradicar las consecuencias que las medidas preventivas puedan estar generando en la población, como es la fatiga pandémica, no podemos dejar de mencionar las palabras que el Relator Especial de la ONU, Dainius Pūras, psiquiatra de la Universidad de Vilnius (Lituania), expresó en su informe final3 a la asamblea de la ONU: “La vacuna más eficaz es la promoción de la salud física y mental”.

Y es que, si la pandemia y todas las medidas llevadas a cabo para mitigarla están afectando a la población general con este posible síndrome llamado “fatiga pandémica” tal y como se destaca en el documento emitido por el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC- European Centre for Disease Prevention and Control)4, con un incremento exponencial del mismo; resulta mucho más evidente cómo estas circunstancias especiales afectan a grupos más vulnerables.

Existen datos concretos que confirman cómo la exposición a la COVID-19 podría ser un factor de riesgo comórbido en personas diagnosticadas con enfermedades mentales graves (EMG). No resulta sorprendente el incremento en las consultas de salud mental por la experimentación de altos niveles de ansiedad o se presenten síntomas de estrés postraumático, o se incrementen los delirios y las alucinaciones, en pacientes que ya contaban con un diagnóstico previo de EMG, y cuyos síntomas se han agravado como consecuencia de la pandemia.

Según un estudio del Grupo 55, durante el pico de la pandemia, el 6,3% de las personas con un trastorno mental grave en España participantes en dicho estudio, necesitaron ingreso en Unidad de Agudos. Los problemas con mayor incidencia han sido los síntomas negativos en forma de lentitud o inactividad (47,5%), la ansiedad (54%) y los problemas en la estructuración del sueño (41%). La misma investigación revela que un 21,4% ha necesitado un aumento de la medicación antipsicótica para prevenir la posible aparición de una crisis. Se ha dado un mayor incremento de psicofármacos en la atención residencial, con un 24% de representación, que en la ambulatoria con un 20%.

 

En este sentido, nos vemos obligados a mencionar algunas de las recomendaciones elaboradas por una organización de Reino Unido, tras recoger la opinión de pacientes y expertos en salud mental: Recomendaciones para los servicios de salud mental en el contexto de la COVID-19 (COVID-19: Recommendations for Mental Health Services6):

  • Los servicios comunitarios y de salud mental son servicios esenciales, por lo que deben permanecer abiertos durante la pandemia.
  • Ahora, más que nunca, los servicios de atención a la salud mental deben trabajar desde un enfoque centrado en la persona, teniendo en cuenta que el impacto de la situación de pandemia puede ser muy diferente para cada persona en función de sus circunstancias: personas que viven solas sin apoyo social, personas de minorías étnicas o inmigrantes, personas que viven en condiciones de vivienda mínimas, personas que no pueden acceder a los recursos digitales, personas que tienen problemas de salud física comórbidos, padres y madres de niños en edad escolar, etc.
  • No se puede negar el acceso a los servicios de salud mental, a pesar de la pandemia y reforzar los recursos humanos para poder hacer frente al aumento de la demanda.
  • Los servicios comunitarios y hospitalarios deben ser accesibles de manera presencial y remota, mediante los medios digitales correspondientes.
  • Los servicios de salud mental deben proporcionar información clara, regular e inmediata sobre los posibles cambios derivados de la COVID-19.
  • Se debe asegurar la participación en la toma de decisiones de las personas con problemas de salud mental.

 

En definitiva, hemos iniciado este artículo hablando acerca de un posible nuevo síndrome relacionado con la salud mental de la población general y derivado de la situación de pandemia y las medidas adoptadas para intentar controlarla, para finalizar resaltando los efectos devastadores que estas circunstancias “especiales” que vivimos a nivel mundial, están teniendo sobre la población mundial, siendo los más afectados este sector de la población, en muchas ocasiones marginado y olvidado, como son los enfermos mentales.

 

 

Referencias bibliográficas

http://www.infocop.es/pdf/covid-19_stayingsafe_communication.pdf

http://www.infocop.es/pdf/fatigue.pdf

https://undocs.org/es/A/75/163

http://www.infocoponline.es/pdf/RRA-covid-19-14th-update-15-feb-2021.pdf

Simón Expósito, M.; Navarro Bayón, D. (2020). Estudio de necesidades post covid-19 en personas con trastorno mental: estudio realizado en los servicios y centros de rehabilitación psicosocial de personas con trastorno mental de Grupo 5. Grupo 5.

http://www.infocop.es/pdf/Recommendations%20for%20Mental%20Health%20Services.pdf

 

 

 

 

Directora de Ita Previ Valencia

 

Licenciada en Psicología por la Universidad de Valencia.

Doctorada en Psicología Clínica en el departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia.

Experta en Trastorno de Personalidad y Trastorno de Conducta Alimentaria

 

Acreditada por el Behavioral Tech (Linehan Institute) como experta en Terapia Dialéctico Comportamental (DBT)

Especialista en Ro DBT

Miembro del Servicio de Atención Psicológica Escolar Externa (S.A.P.E.)