Trastornos de la Conducta

Agresividad e impulsividad en niños

30 de Junio, 2019 Ornella Castagnetta

¿Qué son?

Lo que caracteriza la conducta agresiva e impulsiva es la dificultad para controlar y manejar adecuadamente las emociones y una capacidad comprometida de adaptación del comportamiento a las demandas del entorno. 

El comportamiento disruptivo e impulsivo puede ocurrir en uno o en todos los contextos de los cuales el niño es parte (casa, escuela, deporte, etc.) y puede ser dirigidos tanto a los padres, como a los maestros y / o compañeros.

 

¿Cómo se manifiesta?

La agresividad, puede ser tanto verbal como física, y dirigida hacia a los demás (heteroagresividad) manifestándose, por ejemplo, a través de insultos, gritos, patadas, mordiscos, portazos, etc., o puede ser dirigida hacia uno mismo (autoagresión) por ejemplo mordiéndose, arañándose, estirándose el pelo, golpeándose la cabeza, etc.

La impulsividad  se manifiesta a través de la pérdida de control, de la impaciencia, de las rabietas con los adultos o con otros niños, el niño se niega a obedecer a las reglas, carece de autocontrol y tienen baja tolerancia a la frustración.

Todos estos comportamientos pueden desarrollar en estos niños, si no se interviene, un Trastornos de Conducta.

¿Cuál es el motivo?

A veces, pueden ser reacciones a otros problemas o momentos particularmente difíciles a los cuales se enfrenta el niño. Sin embargo, otras veces, dependen de cambios particulares o eventos estresantes a nivel familiar, por ejemplo. Y, a pesar de las intervenciones de los padres o de los maestros, los problemas persisten creando conflictos en casa y/o dificultades en la escuela e impidiendo así el proceso de crecimiento normal.

Detrás de la agresividad y de la impulsividad, los niños esconden sentimientos que no son capaces de gestionar adecuadamente como la frustración, el sufrimiento, el miedo, la inseguridad o la impotencia y lo que buscan a menudo es la atención del adulto.

 

¿Qué pueden hacer los padres?

 

  • Generar un clima o entorno en casa que invite a compartir los sentimientos y emociones entre todos los miembros de la familia. Los niños aprenden mucho a través del modelaje (imitar las conductas que ven en su entorno). Si los padres transmiten que en casa se puede hablar de las dificultades siendo ellos un ejemplo de esto, los niños lo hacen con más facilidad.
  • Reforzar positivamente los comportamientos que haga bien. Felicitarlo si recoge los juguetes, si ha hecho caso de las indicaciones que se le dan o si se ha podido controlar emocionalmente en una situación complicada.
  • Anticipar las normas y consecuencias de las conductas que queremos eliminar. Es importante que se explique que las conductas como la agresividad tienen una consecuencia (concreta y proporcional) y que se cumpla de forma coherente.
  • Evitar el uso de pantallas a una edad temprana. Aunque en ocasiones pueden centrar su atención o distraerlos, no suele ser un método para que hagan un aprendizaje y, a la larga, pueden convertirse en un problema.
  • No tomar decisiones cuando se esté dando el comportamiento agresivo. Es muy probable que en ese momento el niño no sea capaz de entender las indicaciones ni explicaciones. Una vez pasado el episodio y cuando esté más calmado intentar ayudarlo a reflexionar sobre lo que ha pasado.
  • Buscar consejo en un profesional especializado. Es muy importante la detección precoz y el tratamiento inmediato cuando estos comportamientos aparecen de forma frecuente. Si no se trata a tiempo el problema suele empeorar.
  • Intentar generar espacios positivos que mantengan una buena relación con los padres y/o hermanos.

 

¿Cómo se trata?

Los profesionales especialistas aconsejamos que la intervención sea tanto a nivel individual como familiar. El tratamiento psicológico facilita al niño recursos que permitan mejorar su autoestima, la asertividad, las habilidades sociales y el autocontrol emocional, así como el entrenamiento en técnicas de solución de problemas y, a veces, de relajación u otras técnicas como el mindfulness.

El trabajo con la familia mejora el conocimiento del problema y da estrategias para la resolución de situaciones complicadas.

Un abordaje multidisciplinar (psicólogos, educadores, psiquiatras,…) que tenga en cuenta las diferentes áreas que conforman la vida del niño (personal, familiar, social, académica,…), mejoran significativamente el éxito terapéutico.

 

 

 

 

Psicóloga en Ita Anglí.

Doctorada en Psicología de la Salud y el Deporte en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Experta en Intervención Sistemica