Trastornos de la Conducta

¿Cómo poner límites?

26 de Junio, 2022 Anna Duran

Los límites son importantes para el buen desarrollo psicológico de los niños y adolescentes.

Cuando ponemos límites a nuestros hijos, ellos se enfrentan a situaciones que les generan malestar emocional y esto les permite ir desarrollando estrategias que les ayuden a tolerar y gestionar estas emociones desagradables.

 

Lo que queremos conseguir poniendo límites es que nuestros hijos desarrollen, en un entorno seguro y controlado, la habilidad para tolerar el malestar y se vayan preparando para enfrentar con más facilidad a los retos de la vida adulta.

 

La manera de poner límites depende de muchos factores: la edad de nuestro hijo, su madurez emocional, la gravedad de sus conductas, nuestro estado emocional, nuestro estilo educativo o, incluso, nuestra cultura.

Sin embargo, hay algunos aspectos que se pueden generalizar en casi todos los contextos familiares.

 

En primer lugar, es importante priorizar. No podemos estar constantemente marcando límites a nuestros hijos, especialmente en situaciones familiares dónde haya mucha conflictividad. Esto acabará generando una sensación de frustración constante en ellos y, consecuentemente, se acabarán viendo como personas incompetentes e incapaces. Es mejor empezar por una o dos conductas que queramos cambiar (las que más nos preocupen o nos importen) y centrarnos en esas.

 

En segundo lugar, es importante acompañar. Como hemos dicho, el límite genera una sensación de malestar. Sin embargo, que nosotros, como adultos, pongamos un límite a nuestros hijos, no significa que los tengamos que dejar solos gestionando su sensación de malestar. Podemos ofrecer apoyo con gestos de cariño, ayudando a cumplir el límite (por ejemplo, acercando el mando si se tiene que apagar la TV) o incluso con nuestra presencia, si nuestro hijo necesita más espacio.

¿Qué pasa si pongo un límite y mi hijo no lo cumple?

En estos casos podemos plantear poner una consecuencia. Para que las consecuencias tengan el efecto que deseamos en el comportamiento del hijo, deben tener unas características determinadas. Debemos poder anticipar la consecuencia, es decir, anunciarla en el mismo momento que ponemos el límite (por lo que es necesario haberla pensado antes); deben ser coherentes o estar relacionadas con la conducta que queremos cambiar y deben ser proporcionales a la edad y a la gravedad de la conducta disruptiva.

 

Finalmente, es importante tener presente que no necesariamente las consecuencias más largas tienen más efectividad; mejor poner consecuencias breves que permitan a nuestro hijo volver a realizar un intento en un período de tiempo corto. Si sienten que lo han perdido todo, nada les motivará a mejorar.

 

Por otro lado, también es esencial nuestra actitud a la hora de poner el límite. Lo que queremos transmitir cuando ponemos un límite es que, como adultos, tenemos el control sobre la situación y somos los que pautamos qué conductas están permitidas en un determinado contexto y cuáles no. Es por este motivo que debemos transmitir el límite con la mayor serenidad que nos sea posible. Lo mejor será evitar situaciones en las que ponemos un límite de manera impulsiva porque nuestros hijos nos han llevado a nuestro límite (valga la redundancia). Si priorizamos la conducta que queremos eliminar y pensamos de antemano la consecuencia que queremos aplicar, sabremos cuándo marcar el límite y lo haremos manteniendo la calma. En ese momento será importante no empezar una discusión por el límite ni retirarlo.

 

Por último, igual de importante (o más) que marcar límites está el hecho de elogiar a nuestros hijos. Cuando somos niños y adolescentes necesitamos la atención de nuestros padres y si no la recibimos a través de los elogios, la buscaremos a través del comportamiento rebelde.

Psicóloga General Sanitaria y está formada en Terapia Familiar Sistémica.

Es terapeuta en el Hospital de Día Ita Anglí, tanto en la Unidad de Salud Mental Adolescentes como en la Unidad de Neurodesarrollo

 

Grado en Psicología en Universidad de Barcelona

 Máster General Sanitario en la Universidad Abat Oliva

Máster en Terapia Familiar en IL3 UB y Eduvic