Proponer a las familias que se incluyan en la UTF es invitarlas a hacer un trabajo terapéutico más profundo e intenso, con el objetivo de potenciar sus recursos y facilitar cambios en el sentido deseado, tanto para el Paciente Identificado (PI) como para el sistema familiar en su conjunto. Abrir el foco, a complejizar las explicaciones sobre la etiología del sufrimiento del PI y sobre los motores del cambio

Un primer objetivo será que todos los miembros del sistema familiar acepten la parte de responsabilidad que les corresponda en el proceso de cambio que se pretende con la intervención psicoterapéutica, que ya no deberá revertir exclusivamente sobre el PI si no sobre el sistema en su conjunto.

Entendemos la familia como un organismo vivo, instada a cambiar de forma poco menos que constante para adaptarse a las exigencias propias de los diferentes momentos evolutivos que atraviesa. Y es en las dificultades para adaptarse a estos diferentes momentos del ciclo evolutivo familiar cuando los síntomas pueden hacer su irrupción, no únicamente como expresión del sufrimiento, si no como medio para mantener una homeostasis para la que no se conoce alternativa deseable. Encontramos múltiples ejemplos de esta homeostasis en la práctica clínica: una enfermedad que vehiculiza la continuidad de una conyugalidad desgastada, la pacificación de un conflicto que amenaza con romper la estructura habitual del sistema, el acercamiento de un miembro al que se percibe como distante o la creación de un sistema de acomodación patológica. En éste último, los hijos tienen que renunciar a ser quienes son para conservar el vínculo con los progenitores.