Encontré en ti una amiga cuando no tenía a qué aferrarme. Me hiciste compañía cuando era peor me sentía. Me anulaste y me ayudaste a dejar de sentir. Ni lo bueno ni lo malo. Me quitaste la poca fuerza que me quedaba y con ella te hiciste un escudo. Me convertiste en alguien que ni siquiera conocía, solo te veía a ti entre tanta gente. Me hablaban, pero yo solo te escuchaba a ti. No fui capaz de ver que detrás de tu compañía lo único que había era sufrimiento y soledad. Legó un día que decidí escucharme a mí. Te miré a los ojos y descubrí, que para poder empezar a vivir tenía que empezar por alejarme de ti. Derrumbé los muros que construiste y comencé a crearme mi camino. Le di la mano a las personas que querían verme bien. Fue una de las decisiones más duras que he podido tomar. Me costó mucho dejarte ir. Sin embargo, ahora te recuerdo y te agradezco ser más valiente y más fuerte. Gracias a ti he descubierto quien soy de verdad.