La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que la depresión es la cuarta enfermedad que más incapacidad provoca en el mundo.
Se calcula que hasta el 20% de los jóvenes de 18 años, han tenido síntomas depresivos clínicamente relevantes, un dato muy significativo, teniendo en cuenta que, en algunos casos, existe una correlación entre depresión y adicciones ya sean comportamentales o de sustancia.
Usar 7 de las 11 redes sociales más populares multiplica por 3 el riesgo de sufrir depresión y ansiedad.
Según varios estudios, la depresión en menores de 18 años se relaciona con depresión, baja autoestima, rechazo a la imagen corporal, estrés y sensación de vacío; las redes sociales juegan un papel muy importante en estos sentimientos. A través de Internet y de las Redes Sociales, los adolecentes no se muestran tal y como son en la realidad, sino que muestran una imagen artificial, construida a base de querer agradar a los demás.
Los cambios físicos y psicológicos que se producen en la adolescencia convierten al joven en una persona más vulnerable a nivel emocional; por este motivo, el adolescente puede buscar en ciertos momentos la seguridad que le falta en sí mismo en la comunidad online. Esto puede ser un arma de doble filo: por un lado, puede ayudar a reforzar la autoestima del joven, pero por otro, puede afectar negativamente en la persona, dándole demasiada importancia a la opinión exterior y centrando toda su atención en las redes sociales, dejando de lado su vida real y pasando excesivo tiempo en Internet.
Es importante tomar conciencia y buscar soluciones al abuso de las redes sociales.
A menudo, se quita importancia al abuso de estas herramientas normalizándolas y pensando en que todo el mudo las utiliza. Su uso no supone ninguna alarma para la sociedad ya que existe una baja percepción de riesgo del uso del móvil y de redes sociales. Hay que tener presente que si se utilizan de manera consciente y responsable, no ocasionan ningún problema, el problema aparece cuando no hay un control.
A pesar de esto, es importante estar alerta si se percibe que este uso de tecnologías llega a niveles abusivos, 5-7 horas diarias, ya que esto puede derivar en una adicción las nuevas tecnologías.
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