Internet y las nuevas tecnologías se han convertido en una herramienta más de nuestras vidas. Con tan solo un clic puedes hacer búsquedas de contenidos, saber más sobre una ciudad, una cultura…Con la llegada de la red se ha roto la barrera del espacio, pero también la del tiempo. Entonces ¿dónde está el problema? ¿Por qué necesitamos dedicar un día a la seguridad en Internet?

Esta conectividad, positiva para crear comunidades y nuevos espacios de conocimiento se convierte en un problema cuando no hay pautas o límites para usarla de modo responsable.

Los adolescentes se relacionan a través de aplicaciones, y los adultos más millenials (si me permitís la expresión) ligan con diferentes app. En pleno siglo XXI no es difícil encontrar pareja por internet, y tener una comunidad de amigos on line; pero ¿dónde está problema? Como decíamos, la aparición de internet trajo consigo un sinfín de mejoras que sin esta herramienta nunca hubiéramos tenido: información de todo tipo al alcance de la mano, optimización del tiempo para las búsquedas de información más específica (no sé si alguno/a de los lectores de estas letras recuerda ir a la biblioteca y cargar con tomos de la enciclopedia para consultar o hacer los deberes de clase…)

Internet, las redes sociales y las nuevas tecnologías han cambiado nuestra forma de relacionarnos. Sherry Turkle, autora de “En defensa de la conversación” cree que “la gente es consciente de que hay un problema porque se comunican a través de las redes sociales y no con conversaciones tradicionales”. El poner una pantalla de por medio tiene muchos inconvenientes: el primero, la interpretación. En la comunicación de tú a tú (face to face) podemos leer entre líneas, conocer qué nos quiere decir nuestro interlocutor mediante gestos, miradas… todo esto con whatsapp desaparece.

Alguno de vosotros igual está pensando en los emoticonos. Pues bien, la socióloga y psicóloga Sherry Turkle, considerada una eminencia mundial en el sector de las TIC, afirmó en una entrevista en “La Vanguardia” el pasado martes 24 de enero de 2019, que “utilizamos gran cantidad de emoticonos y esto simplifica nuestras emociones y frivoliza nuestra psicología. Nos evita reflexionar sobre nuestras emociones reales” este tipo de simplificaciones, como afirma Turkle, hacen que no sepamos expresar nuestras emociones y por lo tanto puede llegar a crearnos frustración.

¿Nos estamos automatizando?

A nadie se le escapa que actualmente se escriben miles de mensajes: para dar los buenos días, decir que se llega 5’ tarde, informar de que se ha llegado a casa, dar las buenas noches… muy pocas son las llamadas que se efectúan, y cada vez es más usado el sistema de voz por mensajes.

¿Nos estamos automatizando? Quizás nos puede parecer que escribir un whatsapp es mucho más rápido que una llamada, pero quizás lo que no sepamos ver es que es menos comunicativo.

Con la llamada el receptor juega un papel activo inmediato, con el mensaje la conversación parece a priori más unidireccional. Esperas una respuesta, o no, pero tú crees controlar el mensaje.

Lo cierto es que numerosos estudios apuntan a que los mensajes instantáneos dificultan nuestra capacidad de exponer ideas y emociones a tiempo real porque todo parece que haya de pasar por un filtro. No queremos mostrar nuestro yo real, y nos escondemos tras una pantalla.

Las nuevas tecnologías tienen un poder extra, nos hacen creer que no estamos nunca solos; siempre puedes encontrar a alguien al otro lado, por lo tanto, nos sentimos continuamente parte de una comunidad y no sabemos autogestionar el estar solos; al estar conectados de manera continua nos creemos que formamos parte de una comunidad eterna. Según la doctora Turkle, “varios estudios demuestran que la empatía en estudiantes universitarios ha caído en un 40%”; además, concluye con que “comunicarnos mediante una pantalla nos aleja de las personas”

Creo que las tecnologías han aparecido para ayudarnos pero hemos de ser conscientes y tratarlas como tal, como una herramienta, una commodity, e integrarla en nuestro día a día con límites.

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