"No sé dónde ni cuándo empezaron mis visitas nocturnas, lo que sí sé es cada vez eran más a menudo y me hacían sentir peor hasta el punto de anularme.
El día que mi hija se levantó y empezó a llorar desconsoladamente porque su madre se había comido todas las chocolatinas que le había regalado su amiga en la fiesta de cumpleaños y me llamó gorda con rabia y mucha tristeza, me sentí la peor madre del mundo, no era normal lo que me sucedía ¿Me estaría volviendo loca? En muchas ocasiones sentía que un alíen me poseía, sobre todo un rato después de cenar, cuando estaba relajada y sola en el sofá de mi casa. Era un alíen insaciable, como un agujero negro que no se llena nunca.
Eso tenía que acabar, me estaba destrozando a mí y a mi familia. Decidí buscar ayuda y así fue cómo llegué a Ita.
Mi primer día pensé que me había equivocado de lugar y que no me iban a entender igual que no entendía lo que decían los demás. ¿Conocerme a mí mismo? ¿Cuidarme? ¿Hambre emocional? ¿Qué es eso y cómo la diferenciaré si comer es necesario?
No ha sido un camino fácil ni siempre de una única dirección, han habido recaídas, pero sin remordimientos sino con ánimo de aprender y seguir entendiéndome.
Ahora ya sé cuándo como por necesidad biológica para seguir viviendo, para esconder alguna emoción, por desconexión conmigo o porque simplemente estoy disfrutando. Lo que más me ha costado es diferenciar entre disfrutar y autoengañarme.
La comida en su función emocional es el síntoma de que algo en tu interior no funciona bien o no sabes gestionar adecuadamente. Es difícil entender tu “yo interior” desde la rabia, desde el odio y vergüenza a ti mismo.
Durante muchos años no me he querido en absoluto, no me he valorado y he buscado en los demás la aprobación que nunca había llegado a darme a mí misma, un trabajo agotador que necesitaba gasolina extra (marchando una ración doble de todo!!)
Desde que me cuido y me quiero, me siento bella por dentro y por fuera y he encontrado una paz interior que me permite comer a una velocidad normal, con una cantidad adecuada y tener una salud inmejorable teniendo en cuenta los efectos secundarios de todos los años de una mala gestión de la comida. Y encima como de todo cosa que antes hacía unas restricciones tan grandes que provocaban la visita nocturna de mi alíen.
Sigo teniendo hambre emocional, como todas las personas, la diferencia es que ahora la entiendo y sé calmarla incluso puedo detectar a través de pequeñas señales que no voy por buen camino pero es la suma de escucharme, de hacer vida sana y de seguir las pautas alimentarias rompiendo tópicos: la merienda es sagrada y no pasa nada por comer pasta y legumbres!
A veces es necesario hacer un salto de fe sobre lo que te explican en Ita, pero una vez empiezas a seguir sus consejos, nunca más quieres volver al punto de partida, la mejora de ti misma y el descubrirte y empoderarte gusta tanto, que engancha. Ahora sé que los atracones que me hacían estar sentada en la cama son parte de mí pero no se repetirán aunque nadie dijo que fuera fácil."
Imagen extraída de Danbo and me