Salud Mental Adolescente

¿Cómo ayudar a quién no quiere recibir ayuda?

23 de Noviembre, 2019 Rocío Rodríguez

A menudo las personas que se hacen esta pregunta sufren tanto como las que necesitan recibir la ayuda. A continuación exponemos algunas de las razones por las que hay personas que no quieren recibir ayuda, qué es lo que tiene que pasar para iniciar cambios y algunas ideas sobre cómo abordar este tipo de situaciones.

 

“¿Por qué no me deja que le ayude?”

 

A pesar de que nos pueda resultar evidente que esa persona tiene un problema y necesita ayuda, es muy probable que para la persona afectada no sea así. Esto responde en muchas ocasiones a la falta de conciencia de problema. Si yo no creo que tengo un problema, ¿para que voy a recibir ayuda?. La minimización de los síntomas o incluso la negación de los mismos puede tener que ver con varios factores.

Cuando una persona esta inmersa en un problema que afecta a todas sus áreas vitales es difícil pensar en deshacerse de él (por contradictorio que nos parezca) y este es uno de los principales factores que intervienen cuando nos encontramos resistencias al cambio. Mantener conductas problemáticas puede convertirse en un recurso para gestionar situaciones difíciles. Por ejemplo,una persona puede evadirse de sus problemas familiares bebiendo alcohol, el alcohol se convertiría así en una mala solución a sus problemas. Este tipo de conductas proporcionan “beneficios” que hacen que no se tengan en cuenta los costes del problema. Los miedos para dejar atrás este tipo de acciones pueden tener que ver con no querer sentirse vacío o perdido.

Hay que tener en cuenta que para algunas personas aceptar ayuda puede significar mostrarse débil y por lo tanto no ser lo suficientemente autónomo o eficaz para resolver sus propios problemas. Esta creencia genera vergüenza y por lo tanto, también supone un freno para aceptar la ayuda que necesita.

Otro aspecto a tener en cuenta es que puede que la persona se haya rendido ante el problema tras pensar en afirmaciones como “llevo mucho tiempo así y no me imagino mi vida sin esto”.

 

“¿Cuándo va a pedir ayuda?”

 

La persona que tiene problemas pedirá ayuda cuando los reconozca y se sienta motivada para hacer cambios. Identificar los valores y metas de la persona es el inicio del camino en el proceso de cambio. En ocasiones los valores de la persona chocan con algunas de las acciones que lleva a cabo y que suponen un problema. Esto genera ambivalencias e identificar y explorar estas ambivalencias es un gran comienzo. Por ejemplo: “quiero dejar de consumir drogas porque mis amigos me han dejado de lado, pero no se cómo pasármelo bien si no consumo”. Plantearse ese tipo de cuestiones es un buen recurso para valorar las pérdidas que conlleva seguir con las mismas acciones problemáticas y por lo tanto un gran motor de cambio.

De la misma manera, acompañar a la persona contando con sus habilidades y fortalezas para generar nuevas estrategias de afrontamiento y dejar atrás hábitos que le perjudican también es de gran ayuda.

Lo que hay que hacer y lo que no

 

Imponer un cambio, coaccionar o persuadir no funciona. Es probable que de hacerlo así se incrementen las resistencias de la otra persona para recibir ayuda. La motivación al cambio parte de la propia persona, es la única manera en la que se generan cambios sólidos y auténticos. Pero esto no  significa que no podamos hacer nada al respecto. Algunas sugerencias:

 

  • Ofrecer ayuda, no imponer. Presionar a una persona para pedir ayuda puede provocar que se aleje ya que es probable que se sienta incomprendida. El aislamiento es el peor aliado para alguien que tiene problemas ya que el acceso a la persona se convierte en un reto. Ofrecer la ayuda como una opción y no como una imposición es la mejor estrategia. Eso sí, esta sugerencia no es válida para casos de gravedad extrema en los que pensemos que la vida de la persona corre peligro. En estos casos, tenemos que solicitar ayuda profesional urgente a pesar de que la persona no quiera.

 

  • Mantenerse disponible y empático, para cuando esa persona necesite hablar o decida pedir ayuda. Tener una actitud empática no significa que nos parezca bien lo que hace el otro, pero sí ponerme en su lugar y no juzgarlo.

 

  • Busca ayuda profesional de especialistas en el problema. La misma solución no es efectiva para todos. Cada persona necesita un abordaje concreto y específico y para ello hay que recurrir a profesionales expertos en la materia.

 

  • Pon límites, cuídate. Protegerte para ayudar al otro, procurando no verte arrastrado por sus problemas.  Es importante cuidarse y sentirse preparado para cuando la otra persona este preparada para recibir ayuda.

 

  • Reconocer motivaciones propias. Podemos pensar que nuestra motivación para que la persona cambie es la misma que la suya y no tiene por que ser así. Reconocer y reforzar los motivos genuinos por los cuales la persona quiere cambiar es lo que consolidará los cambios que haga.

 

Por último, tenemos que ser conscientes de que nuestra ayuda tiene un límite. Intentar ayudar a alguien que no quiere genera un gran desgaste emocional, sentimiento de impotencia y frustración. Os animo a ser pacientes y rodearos de profesionales que os acompañen durante este difícil proceso.

 

 

 

Psicóloga de Ita Avenir

Licenciada en Psicología por la Universidad Ramón Llull

Máster en Terapia Cognitivo Social por la Universidad de Barcelona

Posgrado en Terapia Sexual y de Pareja por ISEP

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