Consecuencias de sufrir un TCA en edades tempranas
Sufrir un TCA en edades tempranas tiene consecuencias para la salud física y mental del niño/a afectado/a, ya que su etapa de desarrollo física y mental no está del todo avanzada: siguen siendo dependientes, influyentes y vulnerables. Así, cuanto más precoz es la detección de estos casos, menos se deteriora su vida social, académica, familiar y personal.
¿Cómo se aborda un caso de TCA en edades tempranas?
Partiendo de que las personas que sufren dicha patología tienen un malestar previo a la aparición del trastorno y, frecuentemente, no saben siquiera identificarlo, el primer paso para abordar un TCA en edades tempranas es tratar de profundizar en los problemas de base ya que hablamos de enfermedades multifactoriales.
Aunque inicialmente, el control del peso y la comida cumple la función de conseguir sentirse mejor, no arregla ese malestar previo, lo que al final acaba derivando en trastorno. Luego, el reto terapéutico no consiste únicamente en conseguir que abandone los comportamientos patológicos, sino en desarrollar estrategias para gestionar el malestar y no tener que acudir, por ejemplo, al vómito autoinducido o al recuento de calorías para aliviar el sufrimiento.
Actualmente, se incide más en la promoción de la salud emocional y la fortaleza en nuestros adolescentes desde la infancia como factor que previene la enfermedad, en lugar de tratar el trastorno.
Si nuestros hijos son adolescentes fuertes (dentro de las inseguridades propias de esa etapa vital), capaces de buscar ayuda si la necesitan y de huir del entorno tóxico con el que se pueden cruzar, disminuye claramente el riesgo de desarrollar TCA. Y la familia juega un papel fundamental en esa asignatura. La gran pregunta es ¿cómo los padres influyen en esa fortaleza y seguridad de sus hijos? Y la respuesta es que los padres, familiares y tutores transmiten, con su propia actitud, un modelo importantísimo de hábitos y pautas de vida saludable a nivel alimentario, pero, sobre todo, EMOCIONAL.
Señales de alarma:
Si tenemos sospechas que nuestros hijos y/o conocidos pueden estar sufriendo un TCA, a continuación, se describen 40 signos y síntomas que pueden ayudarnos al objetivo de la detección temprana:
Cambios Físicos:
- Tensión baja.
- Cambios en el apetito y el peso.
- Heridas, como rascadas o hematomas en los nudillos de los dedos de las manos como consecuencia del vómito autoinducido.
- Palidez.
- Mareos o pérdida de fuerza.
- Pérdida o despigmentación del pelo.
- Aparición de bello corporal.
- Sensación constante de frío.
- En las chicas, alteración del ciclo menstrual llegando a presentar amenorrea.
Cambios Conductuales:
- Alteración en los hábitos alimentarios: come más rápido o lento, come poco o esparce la comida, quiere comer solo, interés por dietas.
- Levantarse de la mesa en numerosas ocasiones.
- Poner escusas para no comer (como afirmar haberlo hecho previamente o que ese alimento le sienta mal).
- Mostrar un elevado interés en preparar platos que solamente comerán los demás.
- Potomanía: beber agua en exceso.
- Acceder al baño inmediatamente después de las ingestas.
- En el baño, tirar de la cadena o abrir grifos de forma innecesaria.
- Episodios de ingestas nocturna a escondidas.
- Presencia de envoltorios de comida en su habitación.
- Realizar ejercicio físico de forma obsesiva.
- Pesarse muy a menudo o, al contrario, evitar la báscula.
- Mirarse desmesuradamente en los espejos o evitarlos a toda costa.
- Escoger ropa ancha y/o oscura.
- Aislarse en su habitación durante periodos prolongados.
Cambios Cognitivos:
- Preocupación excesiva por el peso y la figura corporal.
- Miedo intenso al aumento de peso.
- Obsesión y control hacia la comida: calorías, nutrientes, dietas de adelgazamiento, etc.
- Pensamientos distorsionados en relación al cuerpo y al peso: excesivo interés en adelgazarse estando en normo peso o incluso por debajo.
- Pensamientos de “todo o nada” en referencia al peso y/o la comida.
- Tendencia al perfeccionismo y la rigidez.
- Alta tendencia a la autocrítica, sobre todo con la propia imagen.
- Dificultades de concentración y/o llevar a cabo tareas académicas.
Cambios Emocionales:
- Inestabilidad emocional y/o alteraciones bruscas en el humor.
- Irritabilidad, especialmente cuando se ejerce cierta vigilancia sobre su estado de salud.
- Estado de ánimo bajo, apatía, tristeza y pérdida de interés.
- Ansiedad.
- Gran sentimiento de culpa relacionado con la ingesta.
- Insatisfacción corporal.
- Baja autoestima.
- Ideas de hacerse daño a sí mismo/a.
- Aislamiento social o pérdida de interés por las relaciones sociales.
Así pues, y aunque no es determinante, podríamos decir que si nos encontramos ante un menor que parece cumplir parte de estos síntomas y tenemos sospechas de que podría tratarse de un TCA, debemos hacer una derivación a un especialista tan pronto sea posible. De este modo, cuanto antes detectemos cualquier anomalía en el/la niño/a, su vida social, familiar y personal se verá menos deteriorada.