Salud Mental Adolescente

Consejos para el profesorado para cuidar la salud mental de sus alumnos

02 de Enero, 2022 Gisel Casals

La COVID-19 llegó para dejarnos una gran huella y no solo en contagios, si no por lo que también ha supuesto en la salud mental de nuestros adolescentes, algo que los profesionales del grupo Ita vemos, de entre otras formas, como la creciente preocupación de los docentes en las aulas. La ratio de alumnos afectados por trastornos, así como en punto de mira por observaciones alarmantes, ha aumentado. Hace un tiempo, los docentes podían indicar un caso en especial mientras que ahora hablan en plural. Adolescentes que enferman, sospechas acerca sintomatología, situaciones de gravedad presenciadas en las aulas… Ahora, entre los profesionales de colegios e institutos, se va haciendo cada vez más latente un extenso y profundo frente que afrontar: su acompañamiento en la salud mental de su clase. Sin duda es una tarea que impone por la responsabilidad que implica de cara al alumno, familias, grupo clase y no menos importante, en la vida del propio docente. Desde Ita, nos esforzamos por acompañar a los profesionales de los colegios implicados en el desarrollo del tratamiento de nuestros pacientes, asesorándolos sobre su intervención como docentes con las distintas partes implicadas (alumno, familia, compañeros y propio profesional). Algunos consejos que construimos con ellos y que nos gustaría hacer extensivos son los siguientes:

Usar la salud mental como eje temático en tutoría e incluso en otras materias aplicables. Romper con el silencio y el tabú, así como informar y comentar dudas referidas ayudará no solo a hacer prevención, si no que a detectar posibles casos. Exponer este tema en un grupo de adolescentes, implica muchas ocasiones ver cómo se tensan, remueven o directamente se rompen. Ello puede facilitar el invitarles a hablar y encontrar alguna solución. Esta solución implica siempre el trato con la familia y si es preciso, derivar a un profesional del campo para tratar en profundidad la problemática.

 

Atender a los tiempos libres dentro de la jornada escolar. Los patios, espacios entre clase y clase, la salida… Atender indirectamente a estos espacios ayudará a los docentes a conocer mejor a su alumnado y a obtener muchas respuestas. Muchas sospechas se confirmarán cuando se vea que ese alumno se aísla, aprovecha para ir al baño frecuentemente, hace malas ingestas en el patio y en el comedor… También el ver como interactúa con sus iguales será clave: irritabilidad, omnipresencia, tristeza, desajuste a las situaciones, euforia extrema… Podemos atar cabos y pensar que el alumno se está evadiendo, recreando o pagando su malestar con comportamientos no habituales en sí. Es importante salir del espacio de aula para poder contrastar bien supuestos.

 

Apostar por la formación en salud mental. Dado que los problemas en salud mental son cada vez más visibles, es importante que los docentes sean también agente protagonista de la solución. Los adolescentes pasan más tiempo en el colegio que en casa y por ello sus profesores son grandes referentes y acompañantes en su día a día. También esta estancia implicará vivencias de todo tipo y los docentes tendrán que estar preparados para responder ante ello. Ataques de ansiedad, conductas disruptivas, estados depresivos… Son situaciones que implican mucho estrés y tensión por lo desagradables y difíciles que son. Saber cómo anticipar estas situaciones e indicaciones claras de cómo gestionar y tratarlas en el ámbito educativo resulta clave, tanto para el claustro como para el propio alumno y familia.

 

Establecer tiempos fijos de tutoría individual a cada alumno de la clase. El día a día hace que el alumno vea y sienta a su tutor como un gran referente tal y como decía en las anteriores líneas. El tutor puede aprovechar su rol para trabajar más allá de la didáctica y poder comprobar el estado emocional de su alumno. Cómo se siente en clase será como se sienta con su vida de una forma u otra. Sentir ir a clase como refugio o bien como un infierno serán indicadores a los que atender. Estos espacios son del todo necesarios y seguro que de agradecimiento para el alumno y familia, ya que el ir más allá de los aprendizajes intelectuales en las escuelas será una gran arma de prevención así como de un buen desarrollo psicosocial para los adolescentes.

 

Contar con protocolos. En educación, especialmente en la pública, los profesionales están permanentemente en movimiento intercentros y todos sabemos que las exigencias y prisas del día a día desde el minuto cero dificultan ciertas tareas. Disponer de unos protocolos de actuación (casos de bullying, alumnos ingresados, sospechas de enfermedad…) que el personal de cada centro pueda consultar cuando se incorpore y a lo largo de su estancia, ayudará a que se afiancen cierta seguridad de actuación y ante todo bajo un marco legal establecido.

 

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Psicopedagoga de TCA-UPG de Ita Canet

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