Durante los últimos años, diversas investigaciones han puesto de manifiesto que existen muchas similitudes entre el Trastorno del Espectro Autista (TEA) y el Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA) (Westwood, Stahl, Mandy, & Tchanturia, 2016). El equipo de Tchanturia realizó un estudio en el que concluyeron que, en el caso de los adultos con anorexia nerviosa, un 23% de éstos cumplían criterios clínicos de TEA (Tchanturia et al., 2013). Teniendo en cuenta estos datos, así como otros reflejados en otras investigaciones más recientes, se puede afirmar que la prevalencia de personas con diagnóstico de TCA y TEA es suficientemente elevada. En consecuencia, es importante que los profesionales clínicos se especialicen e intervengan teniendo en cuenta las especificidades de este perfil.
Los trastornos alimentarios suelen comenzar en la etapa de la adolescencia, puesto que a menudo es una etapa que se caracteriza por la construcción de la identidad, y el/la adolescente da mucho valor a los aspectos sociales, y busca encajar en un grupo de iguales. Durante esta etapa, la vida social tiende a volverse más compleja, y al aumentar el nivel de exigencia, las chicas pueden tener dificultades para adaptarse a esta situación y presentar sintomatología ansiosa, depresiva o bien de otra índole, como un Trastorno de la Conducta Alimentaria.
Las dificultades para encajar en un grupo, podrían explicarse desde las dificultades propias del diagnóstico de TEA, puesto que las chicas dentro del espectro, presentan dificultades en la Teoría de la Mente y cognición social. En consecuencia, pueden malinterpretar algunas situaciones sociales y realizar algunas respuestas desajustadas que deriven en conflictos interpersonales con los demás.
Ante estas dificultades, con el objetivo de encajar a nivel social, algunas chicas con TEA se generan la creencia de que, si están delgadas, lograrán encajar mejor en los grupos de iguales. En consecuencia, para perseguir su objetivo a nivel social, debutan con un TCA, suponiendo esto un elevado riesgo para su salud mental y física.
Además, existen también riesgos si las chicas con TEA empiezan a seguir y formar parte de foros que promueven y mantienen los TCA, ya que, en éstos, se sienten integradas, interactúan en formato online, por lo que se sienten a menudo más cómodas… En consecuencia, idealizan estos espacios y siguen todas las pautas y consejos que aparecen, agravando su sintomatología TCA.
Siguiendo con la complejidad del cuadro clínico, cabe mencionar la alexitima, que hace referencia a la dificultad para identificar las emociones y comprender las sensaciones físicas, como el hambre. Esta dificultad también puede contribuir a la relación entre el autismo y los trastornos alimentarios; la alexitima es común tanto en el autismo como en la anorexia.
Según Merino (2018), la chica con TEA y un TCA cuando se observa a sí misma en el espejo solo ve la parte de su cuerpo con la que tiene una fijación o distorsión. No se mira globalmente y no tiene presente que todos tenemos defectos. Eso puede tener relación con la distorsión corporal (alteraciones en la percepción del cuerpo), además del pensamiento concreto y rígido que pueden presentar las personas con TEA.
Teniendo en cuenta que existen muchas similitudes, a menudo el autismo, que podría ser el diagnóstico de base de algunas chicas con TCA, pasa desapercibido y no se diagnostica o bien se realiza cuando son atendidas en los servicios de salud mental debido a su TCA. Esto es debido a la complejidad de la sintomatología clínica del autismo en mujeres, ya que es frecuente que durante la infancia no se detecte, puesto que sus dificultades y particularidades no son tan evidentes como la sintomatología clínica observada en los hombres. Además, se requiere de la especialización de los profesionales de la salud mental para que sepan identificar la sintomatología clínica del autismo en mujeres. En este sentido, es necesaria la formación de los profesionales en las diferentes herramientas diagnósticas, así como en las adaptaciones que deben realizarse para intervenir terapéuticamente con este perfil.
Si no se realizan las adaptaciones pertinentes durante el tratamiento del TCA, es muy difícil que éste sea exitoso, puesto que existen algunas particularidades y especificidades propias de la sintomatología nuclear del TEA que deben contemplarse y atenderse.
En ITA realizamos un proceso diagnóstico exhaustivo que nos permite detectar las necesidades de cada persona, para así, poder adaptar nuestro tratamiento al perfil específico de cada paciente e individualizar la intervención que necesita.
Referencias bibliográficas
Tchanturia, K., Smith, E., Weineck, F., Fidanboylu, E., Kern, N., Treasure, J. y Baron - Cohen, S (2013). Exploring autistic traits in anorexia: a clinical study. Molecular Autism, 4. doi: 10.1186/2040-2392-4-44
Westwood, H., Stahl, D., Mandy, W. y Tchanturia, K. (2016) The set-shifting profiles of anorexia nervosa and autism spectrum disorder using the Wisconsin Card Sorting Test: A systematic review and meta-analysis. Psychological Medicine,46. doi:10.1017/S0033291716000581.