La comida no es solamente un acto biológico, sino también un sistema de comunicación que define los particularismos culturales y familiares de quienes hacen uso de la ingesta. La comensalidad es un espacio simbólico en el que un grupo comparte valores, emociones y significados.
En las comidas de los días festivos se refuerzan los lazos entre los integrantes, compartiendo una conciencia identitaria.
En estos días especiales, hay una oferta de comidas más amplia, variada y disponible que en el día a día. Esto cambia las rutinas, pudiendo transformarse en un factor predisponente o precipitante para hábitos alimenticios irregulares con los que nos sintamos incómodos.
Es por ello, que las dietas en estas épocas (como en otras) terminan siendo más que una “solución” un factor de riesgo de mayor desregulación alimentaria.
Muchas personas creen que para contrarrestar la hipotética situación de que se comerá de más y habrá un aumento de peso, deben adherirse a una dieta. Lo que finalmente termina generando todo lo contrario, dejándonos más expuestos a desorganizarnos.
Restringir nunca es buena solución, incluso si has estado picoteando entre comidas. La idea de contrarrestar una comilona con ayuno es un gran error.
Ten en cuenta que si le das a tu organismo menos de lo que necesita, vas a lograr el efecto contrario, un mayor estrés por ello. Normalmente quien se somete a una dieta, al sentir hambre acude a platos más complejos con escaso valor nutricional.
Cuando tomamos una comida con mayor aporte o registrada como un exceso, al día siguiente no es habitual que necesitemos otro, sino que tendamos a buscar platos más ligeros o preparaciones más simples.
A nivel cognitivo, cuando determinamos “estar a dieta”, enviamos un mensaje de reprimenda. Calificando de “malo o carente de voluntad” a lo que se ingiere fuera de lo pre establecido.
Propongo enfatizar la atención en continuar con las rutinas alimentarias habituales fuera de las comidas festivas puntuales. Para ello;
Tener en cuenta la influencia de las horas de sueño nocturno en la regulación alimentaria.
Moderar el consumo de alcohol. Beber siempre agua, incluso si estás bebiendo alcohol. Elegirlo sólo para brindar y no como bebida entre la comida.
Prestar Atención a las porciones. Es habitual que haya una gran variedad de platos para elegir. Sin embargo, esto no significa que tengas que probar todo, menos aún cuando algo no te gusta. Priorizar el entrante y principal que más te apetezca, en el tamaño de las porciones que se adaptan a tus necesidades y disfrutar al máximo. No tiene por qué ser un "todo o nada", es decir, sentirte libre para disfrutar de los alimentos que realmente te gustan, en las proporciones adecuadas.
Incorporar frutas y vegetales. Recordar particularmente esos días incorporar frutas, verduras y lácteos, ya que son los grupos alimentarios que desplazamos con más facilidad.
Es recomendable no alargar las sobre mesas con los platos y fuentes disponibles. La sensación de estar comiendo durante un periodo de tiempo prolongado hace que la atención en las sobras ocupe a los comensales. Por ello, es recomendable retirar los platos de la mesa una vez termine el evento. Puede continuarse la sobremesa con otras actividades.
Llevar a cabo todas las ingestas de los días previos y posteriores será una manera de minimizar irregularidades de una ingesta mucho y otras muy poco. Comprendiendo que esos días habrá alimentos especiales y apetecibles. Pudiendo tomarlos en un contexto compartido, disfrutando de las conversaciones, saboreando la comida.
Una adecuada gestión alimentaria debe estar sujeta siempre a un beneficio y no ligada al estrés o el castigo por no cumplirla.