¿Alguna vez te has preguntado por qué te entra el postre después de acabar llenos o saciados? ¿Por qué después de desayunar, olemos el pan recién hecho y nos apetece? Veamos por qué ocurre esto.
Existen dos mecanismos que regulan la ingesta alimenticia (Murray, Kroll y Avena, 2015):
El primero, conocido por hambre fisiológica, está regulada por hormonas para cubrir las necesidades energéticas del organismo. Cuando llevamos tiempo sin comer, el estómago sintetiza una hormona llamada ghrelina, que viaja hasta el hipotálamo para activar un grupo de neuronas que sintetizan varias sustancias. Como por ejemplo el neuropéptido; y, que juntas desencadenan la sensación de hambre.
El segundo es conocido como hambre emocional, comemos por las sensaciones que nos transmite el alimento. En él participan mecanismos de recompensa obtenidas de alimentos apetecibles como los altos en grasas y azúcares.
El hambre fisiológica aparece de forma gradual, puede satisfacerse con cualquier tipo de alimento y genera sensación de saciedad. En cambio, el hambre emocional aparece de forma repentina, por un alimento en concreto y no genera sensación de saciedad cuando lo consumes.
Dentro de estos mecanismos, encontramos 7 tipos de hambre, según Jan Chozen, experta en MindFullness, dice en su libro “Comer conscientes” (De Castro, M., & Del Carmen, M., 2021):
- El hambre estomacal: es el hambre que notamos en el estómago. Éste se sacia fundamentalmente por el volumen y la notamos como un vacío en el estómago. Cuando tenemos estrés o ansiedad y éste se manifiesta en nuestro estómago como un “nudo en el estómago”, podemos confundirlo con este tipo de hambre porque el efecto es muy similar al estómago vacío.
- Hambre corporal o celular: se produce cuando las células necesitan nutrientes y activan una serie de mecanismos que nos llevan a comer. El cuerpo nos indica que necesita energía a través de síntomas como irritabilidad, dolor de cabeza, cansancio, mareo, etc. Reconocer estas señales resulta importante para diferenciar el hambre física de otros tipos de hambre.
- Hambre de corazón: es el hambre relacionada con las emociones. Solemos comer cuando sentimos un vacío emocional con el fin de reconfortarnos. Intentamos cambiar nuestro estado de ánimo con la comida.
- Hambre visual: es lo que se conoce por “comer con los ojos”. Los ojos perciben comidas llamativas o que nos gustan y pueden provocar que sintamos hambre al verlos.
- Hambre bucal: consiste en alimentarnos con el recuerdo del sabor de los alimentos. A través del sentido del gusto, podemos identificar 5 sabores: dulce, salado, amargo, ácido y umami.
- Hambre olfativa: este es el hambre que se despierta al pasar por una panadería y oler el pan recién hecho. Los olores nos hacen tener más apetito, por eso cuando estamos resfriados no nos apetece tanto comer.
- Hambre auditiva: este es el hambre que se despierta al escuchar crujir los alimentos, como, por ejemplo, el sonido de las patatas de paquete, kikos.
A estos tipos de hambre, le añadimos (De Castro, M., & Del Carmen, M., 2021):
- Hambre de tacto o contacto: sensación de hambre que se despierta al tocar un alimento.
- Hambre mental: nuestra mente escoge los alimentos en base a todo lo que sabemos: Kcal, grasas, light, azúcares, etc. Decidiendo qué alimentos son buenos y cuáles son malos, lo que deberíamos comer y lo que no. La sabiduría interna es aquella que proviene de nuestros ojos, nariz, corazón, estómago, células. Cuando nos dejamos llevar por la sabiduría externa, nos cerramos al resto de hambres, y nos quedamos sin nutrirlas. Es importante llegar a un equilibrio entre el hambre mental y el resto de hambres, para tomar decisiones acertadas para la salud a través de la sabiduría externa, escuchando siempre lo que dice nuestro cuerpo: sabiduría interna.
Estos tipos de hambre son normales en todas las personas, el problema se produce cuando alguna de las hambres predomina sobre las demás y nos hace perder el equilibrio que se da entre el conjunto de las mismas. Al igual que cuando nuestra relación con la comida pierde armonía, perdemos también el placer de comer, como dice Jan Chozen en su libro.
BIBLIOGRAFÍA DE INTERÉS:
Marinkovic, P. P., & Covarrubias, W. K. (Eds.). (2021). Guía de supervivencia para estudiantes en Pandemia. Universidad de Santiago de Chile.
Ortiz Félix, R. E., Cárdenas Villarreal, V. M., Guevara Valtier, M. C., Miranda Félix, P. E., Rizo-Baeza, M. M., & Cortes-Castell, E. (2020). Diseño y evaluación de propiedades psicométricas de la Escala de Percepción de Señales de Hambre y Saciedad en Lactantes menores de 6 meses. Revista Española de Nutrición Humana y Dietética, 24(1), 39-49.
Martín, G. H., & Ramírez, C. A. (2019). Psiconutrición. Aprende a tener una relación saludable con la comida. Editorial Almuzara.
Valero-Campaña, L. (2017). EFECTO DE LA VISUALIZACIÓN DE ALIMENTOS APETECIBLES EN LA SENSACIÓN SUBJETIVA DE HAMBRE EN ADULTOS CON SOBRE!.'ESO.