Los Trastornos de la Conducta Alimentaria en adelante TCA se encuentran dentro de las patologías mentales con mayor impacto orgánico y de salud en las personas que las padecen.
La prevalencia de TCA, entre adolescentes y adultas jóvenes, según un estudio reciente, se encuentra en aproximadamente un 6,5% de la población. Por lo que nos encontramos que una elevada tasa de mujeres adultas jóvenes y en edad fértil presentan importantes repercusiones sobre múltiples órganos y sistemas desde el hormonal, cardiovascular, gastrointestinal, hematológico y renal, entre otros, que interfieren en un desarrollo físico y psíquico saludable.
Estas alteraciones son producidas por múltiples causas y su desarrollo es consecuencia de la interacción de distintos factores inespecíficos genéticos, perinatales, de personalidad y familiares, además de factores específicos como pueden ser los dietéticos-nutricionales sin olvidar los factores sociales y del entorno.
Dentro de las afectaciones más comunes y que generan un mayor sufrimiento en las pacientes con TCA están aquellas ligadas a la función de nuestras hormonas sexuales y de fertilidad. Por ello me gustaría que conocieras un poquito más sobre estos aspectos tan vitales en nuestro crecimiento y desarrollo femenino y puedas encontrar pistas hacia un camino para la recuperación o para acompañar aquellas que necesitan de nuestro apoyo en el proceso de mejora.
Nos centraremos hoy en una de las afectaciones más comunes en un TCA y que afecta a un amplio porcentaje de mujeres, la llamada Amenorrea Hipotalámica Funcional (AHF). Se define como la pérdida de la menstruación sin lesiones orgánicas, que ha sido motivada por una serie de estresores reversibles que si se resuelven se podría recuperar nuevamente el ciclo menstrual y la ovulación.
¿Cuáles son estos estresores habitualmente?
- Primero el estrés energético que se traduce en una ingesta deficitaria de nutrientes necesarios para el organismo.
- En segundo lugar, puede ser el deporte excesivo o de alta intensidad.
- Y en tercer lugar que exista un estrés psicológico importante que individualmente haya podido ser una situación traumática para la mujer.
Esto hace que el organismo priorice la supervivencia a la reproducción provocando una inhibición de la secreción de las hormonas implicadas en los procesos reproductivos y de fertilidad.
Esto conlleva no solo a una ausencia menstrual sino también a que el déficit de las hormonas producidas, en este intento desesperado de nuestro organismo de sobrevivir, tengan consecuencia en el resto de sistemas de nuestro cuerpo.
En los TCA, sobre todo con perfiles más restrictivos encontramos este estrés energético por desnutrición, en ocasiones solapado a una alta actividad física como parte de la enfermedad y en muchas ocasiones un estrés psíquico determinado que incluso puede ser el motivo que ha llevado a una chica a debutar con un TCA. Es decir que los TCA encontramos no solo uno de los estresores sino varios en intensidades distintas dependiendo de cada mujer y de sus circunstancias de vida.
¿Cuáles serían las consecuencias más habituales de la AHF?
Podemos encontrar un grado importante de sequedad o atrofia de la mucosa vaginal, disbiosis endometrial, afectación en las relaciones sexuales, posibles dificultades futuras en la fertilidad. Un porcentaje significativo de pacientes con antecedentes de TCA que han sufrido AHF presentan de futuro dificultades y retrasos en la concepción, gestación y en los partos a lo largo de su vida.
Podemos encontrar también un aumento del riesgo cardiovascular por deficiencias de nutrientes esenciales claves para el mantenimiento de la salud vascular.
En la mayoría de los casos una disminución de la masa ósea. La pérdida de la calidad del hueso, osteopenia, que se produce por la desnutrición y la falta de hormonas sexuales, más específicos de la Anorexia nerviosa, la sufre hasta aproximadamente, un 40 % de mujeres jóvenes con TCA.
Presenta un alto riesgo de fracturas y disminuyen de futuro la calidad de vida de las pacientes.
¿Cuál sería entonces el mecanismo por el que se instaura la pérdida de la menstruación?
No es casualidad que el núcleo arqueado sea el lugar del hipotálamo que se encarga tanto de la regulación de la secreción de las hormonas sexuales como de la regulación y el equilibrio energético. Se encarga de controlar las señales de hambre y saciedad, así como de producir las
hormonas hipotalámicas (GnRh) necesarias para que sean secretadas en la hipófisis y el aparato reproductor femenino las hormonas encargadas de la reproducción (FSH, LH, estrógenos y progesterona). Se podría intuir
que evolutivamente nuestro organismo comparte esta funcionalidad para proteger en principio la vida y la supervivencia.
La propia neurofisiología nos da pistas de que las funciones de reproducción que conllevan un elevado coste energético para el organismo y la regulación y modulación de energía están íntimamente unidas. Ante cualquiera de los estresores antes expuestos el organismo responde con una pérdida de función reproductiva con la desaparición de la ovulación y de la menstruación.
¿Existe algún tratamiento?
El tratamiento protocolizado en estos casos para paliar esta disminución hormonal y para la protección cardiovascular y de la masa ósea es el uso de anticonceptivos orales. Con ellos se pretende inducir el sangrado, aportar estrógenos para la protección ósea y evitar la progresión de la osteopenia a osteoporosis tempranas con el inconveniente en la práctica clínica diaria de que la recuperación del período menstrual va unida no solo al aporte estrogénico y hormonal sino a solucionar los estresores que causan la disfunción y revertir este déficit energético.
Hasta que el cerebro no detecte de forma estable que estos estresores han cesado y se repongan los niveles de energía perdidos, muy difícilmente recuperaremos el estado de salud. El estresor que tiene mayor peso en la
recuperación de la AHF es el energético, dado que hasta que no se detecte que hay suficiente energía de forma estable no podrá activar los mecanismos necesarios para restituir posibilidad reproductiva.
Es por esto que la reposición de los déficits de nutrientes y el proceso de realimentación hasta el normo peso de forma estable es la clave fundamental, para revertir esta disfunción.
A la par tenemos que trabajar sobre las circunstancias que nos llevaron a desencadenar un TCA y a buscar las mejores estrategias para recuperar la normalidad fisiológica. La solución pasa siempre por un trabajo en la
esfera psiquiátrica y psicológica óptima, un cambio emocional que suponga un crecimiento personal y un correcto aporte energético alimentario de esos micro y macronutrientes tan necesarios para mantenernos saludables.
En lo referente a la recuperación energética se ha demostrado en pacientes con AN, que cuando recuperaban el 90 % de peso adecuado a su talla recuperaban la menstruación dentro de los 6 meses siguientes por lo que queda evidenciado que uno de los factores decisivos para la normalización de la función gonadal es la recuperación del estado nutricional.
Nuestro objetivo como profesionales de la salud es acompañar con la mayor empatía posible y afecto a nuestras pacientes en el mejor camino para la recuperación de su salud psíquica y física teniendo en cuenta sus necesidades y sus prioridades de vida como mujeres, hijas, hermanas y muchas de ellas futuras madres.
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