Para mí el ingreso a hospital de día queda ya a dos años atrás. Puedo decir con total seguridad que no soy la misma chica que entró. Entré completamente desganada, triste, vacía. Estaba tan consumida por la enfermedad que no veía luz por ningún lado.
Iniciar el tratamiento fue liberarme de muchas cosas, contar con un espacio para mi, ver que no estaba sola y contar con un apoyo muy potente, el grupo. Cabe aclarar que mi paso por hospital de día no fue un caminito de flores, y siento decir que no creo que lo sea para nadie. En el proceso llorarás, gritarás y te estancarás, una y mil veces. Pero le puedo asegurar a cualquiera que vale la pena, porqué mirar hacia adentro duele, y descubrir el porqué de nuestro funcionamiento y de nuestras emociones muchas veces también lo es. Pero a la vez aprenderás y te conocerás, sabrás regularte y entenderte. Te darán muchas herramientas para salir luego a la calle.
Creo que la clave está en aprender a gestionar y no a controlar, como la mayoría pensamos al entrar, porqué al final la vida está llena de factores externos los cuales no podemos controlar, lo que importa es lo que hacemos con ellos y cómo los gestionamos.