Muchas de las personas que acuden a nuestros centros para ser valorados lo hacen por recomendación del equipo de orientación del centro educativo donde la persona está cursando sus estudios. Este hecho nos lleva a reflexionar sobre cómo, cada vez más, el abordaje de la salud mental está presente dentro de la comunidad educativa. Que esta comunidad esté sensibilizada y cada vez más formada es una excelente noticia, ya que facilita la detección temprana y permite llevar a cabo intervenciones preventivas y de mayor eficacia. De este modo, es posible identificar de manera precoz posibles casos de trastornos que puedan requerir de atención especializada.
Por lo que hace a los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), debemos saber que su detección temprana favorece un mejor pronóstico, reduce la duración de la enfermedad, disminuye el riesgo de consecuencia físicas, personales y sociales además de reducir el riesgo de cronificación de dichos trastornos. Estos datos son los que nos motivan e impulsan a trabajar con la comunidad educativa para poder orientar, asesorar y formar a los y las profesionales que pueden ser agentes de protección y cambio para los y las estudiantes que acompañan en sus aulas, y que nosotros atendemos en nuestras consultas, es lo que nosotros hemos denominado #unretocompartido.
En este artículo, queremos compartir algunos aspectos que pueden ayudar a abordar los TCA en las aulas. Nos hemos querido centrar en: señales de alarma, qué hacer delante un caso que nos preocupa y qué aspectos pueden ser protectores para los TCA en los centros educativos.
Empezaremos por las señales de alarma que pueden ayudar a detectar posibles casos de TCA en las aulas:
- Alteración en el rendimiento académico (excelencia o bajo rendimiento respecto a su trayectoria anterior)
- Aislamiento progresivo
- Aumento de síntomas depresivos/ansiedad
- Dificultades alimentarias y sociales que se intensifican (posibles casos de autismo).
- Aumento de irritabilidad
- Cambios en el cuerpo y en la ropa
- Estado de preocupación constante por la alimentación
- Comportamiento alimentario alterado
- Comportamientos manipuladores.
También creemos que es muy necesario que los docentes conozcan los pasos a seguir cuando se encuentran delante un caso que les preocupa. En primer lugar, es esencial trabajar en coordinación con el resto de los profesionales que también atienden al alumno/a, recoger y compartir información, coordinarse para reflexionar y planificar la manera en cómo se abordará la situación.
Recomendamos hablar directamente con la persona afectada, expresando nuestra inquietud de manera empática y generando un ambiente de confianza. Es importante evitar la culpabilización y centrarse en el estado emocional del estudiante (por ejemplo, preguntar ¿Cómo estás?) sin centrarse en la comida o el peso. Esto ayuda a crear un ambiente más acogedor y amable.
Acompañar a la persona a explicar su problemática a su familia es también necesario. Ayudarle a buscar maneras de explicar la situación y plantear opciones de ayuda que pueden contar.
También, consideramos importante poder compartir aspectos que puedan ayudar fomentar un ambiente protector de los TCA en las aulas de los centros educativos. Recomendamos siempre a los profesionales que integren temas relacionados con la salud mental, el estado emocional y la autoestima en asignaturas, ya sea de manera transversal o en alguna asignatura concreta. Del mismo modo, es crucial también promover el respeto a la diversidad y crear espacios para trabajar el criticismo ante la presión estética. También es importante impulsar un seguimiento hábitos de vida saludables entre los alumnos.
Con este artículo, pretendemos proporcionar estrategias, para que la comunidad educativa pueda tener más herramientas, y colaborar en el #UnRetoCompartido que nos enfrentamos los y las profesionales que atendemos personas escolarizadas. El trabajo conjunto y la sensibilización en los trastornos de la conducta alimentaria pueden ser clave para el bienestar de los y las estudiantes.