Salud Mental Adolescente

Hablemos de jóvenes y RRSS

09 de Noviembre, 2025 Nuria Rivas

Tengo una compañera, psiquiatra infantojuvenil con hijos adolescentes como yo, que es muy talibán con el tema de las redes sociales. Su recomendación a las familias es no dar ninguna autonomía a menores de 16 años. Y educarlos en el uso de las tecnologías, las redes, supervisar el contenido de lo que consumen. Y yo estoy plenamente de acuerdo con ella.
Porque vemos mucho en consulta. Porque lo vemos en casa.

Pero parece una locura.

Para la comunión, muchos niños tienen su primer móvil. Inmolados al mundo adulto a los 10 años.

 

Una personita en plena construcción, sin definir, sin criterio todavía, se expone, a las bravas, al universo digital, gigantesco, excesivo y vacío de las redes sociales. Como si sueltas a un gladiador a la arena atado a un poste con los ojos tapados, sin ninguna referencia, sin ningún arma, sólo ruido, voces… Ya sabemos cómo acaba la película.

Porque no son capaces de discriminar, de comprender, de valorar, ni de controlar ningún efecto, ninguna consecuencia.

La hiperconectividad es un problema real y acuciante en los jóvenes.

Genera la necesidad de estar siempre disponible, a través de notificaciones, de tener interacciones simultáneas, ver Instagram mientras mandas un WhatsApp, revisar constantemente las publicaciones y su efecto en los demás a través de los likes.

 

Los va conformando sin que se den cuenta. Si se quedan sin dispositivos aparece el silencio, el aburrimiento y la incertidumbre sobre lo que pasa alrededor, el FOMO, que dicen ahora.

 

Tras esta descripción apocalíptica del efecto en jóvenes de las redes sociales (tienen multitud de aplicaciones positivas, pero de eso hablaremos en otro momento…) vamos a ver maneras de suavizar, neutralizar, prevenir el efecto negativo de ellas en nuestros jóvenes.

  • Educación y conciencia digital. Explicarles qué son, cómo funcionan, qué son los algoritmos… Desarrollar el sentido crítico, la capacidad de cuestionar lo que ven, lo que consumen
  • Supervisión activa y empática. Hablar de lo que ven, de lo que les gusta en sus apps, evitar el juicio (evitar escandalizarse o reaccionar de forma exagerada), intentar entender lo que les proporciona.
  • Potenciar sus talentos. Valorar su identidad cultural, personal, sexual; fomentar el desarrollo de actividades o intereses que exijan desconexión: deporte, artes…
  • Acuerdos familiares sobre uso en casa, jóvenes y adultos, zonas “libres de pantallas”: habitación, comedor, cocina, por ejemplo
  • Usar con ellos las redes. Uso activo, no sólo de consumo pasivo. Crear logos para camisetas, colaborar en alguna acción local a través de redes…

 

Diversos estudios (en pañales todavía) comienzan a señalar como indicativo del cambio: regular el tiempo de exposición a pantallas + la materialización de otras opciones offline, donde compartir y crear experiencias de “realidad” + “alfabetizar” a nuestros jóvenes sobre lo que son, lo que nos proporcionan y lo que nos quitan.

 

Tenemos un reto por delante. Primero tendremos que aprender los adultos.

Psicóloga sanitaria de Ita Zaragoza.

Coordinadora de la Unidad de Trastornos de Conducta Alimentaria (UTCA) de Ita Zaragoza.

Responsable de Promoción.

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