Trastornos de la Conducta Alimentaria

Alimentación y Familia

30 de Octubre, 2022 Eva Gabarro

Una de las principales responsabilidades y preocupaciones que se tiene como padre es la de nutrir de forma adecuada a los hijos y por ello, por lo importante de la tarea, se suele tener dudas acerca de cómo es la configuración de una dieta equilibrada en realidad.

En nuestra época presente confluyen varios aspectos importantes que pueden, todavía más, aumentar la confusión sobre lo que sería “comer bien”.

 

Como sociedad hemos ido perdiendo paulatinamente esa tradición gastronómica que nos define, que iba pasando de generación en generación y con la que, indirectamente, nos guiaba en lo que era conveniente comer y este hecho nos ha llevado a nuevos enfoques dietéticos, modas alimentarias y a adoptar platos de otras culturas en nuestro día a día.

Nos encontramos también inmersos en el camino de un cambio de modelo energético y medioambiental que influye en preguntarnos sobre cómo producimos nuestros alimentos y cómo de sostenible es como vivimos.

Y por último, las actuales tasas de obesidad en el mundo y la presión médica por mantenerse en un peso adecuado bajo el paraguas de la prevención, incrementan secundariamente el estigma de la persona con sobrepeso y esto influye todavía más en la inquietud sobre cómo comemos en casa.

 

Una forma de saber qué necesitamos, de fuentes fiables es a través de las guías alimentarias que los diferentes gobiernos de cada país ponen al servicio de sus ciudadanos. Estas guías están avaladas científicamente y se suelen ir actualizando según se va avanzando en investigación. La historia de la nutrición es una historia bastante reciente y empezó su recorrido a finales del SXIX siendo el SXX cuando más se pudo investigar y descubrir sobre ello. En los años 80 del siglo pasado, momento en el que se inició el interés social por la vida saludable, surgen las primeras guías alimentarias en EEUU como instrumento educativo que uniera saber científico actualizado y pudiera ser traducido de forma fácil y entendible por la población en pautas prácticas. En 1991 se diseñó, también en EEUU, la primera pirámide alimentaria con la misma idea educativa, pero de forma visual.

Pirámide alimentaria original 1992:

Última actualización pirámide alimentaria 2006:

 

Actualmente “My plate” tomaría el relevo visual a la pirámide por su simplificación en el mensaje y por su fácil entendimiento en un golpe de vista y su revisión por Harvard, siendo esta última la más validada.

A diferencia de EEUU, nuestra tradición alimentaria ha sido y es, la Dieta Mediterránea. Es una dieta avalada por la ciencia como una de las más saludables, que respeta al medioambiente y declarada patrimonio inmaterial de la humanidad desde 2010.  

 

Los puntos clave de esta dieta o forma de vida, se resumen en este decálogo:

  1. Aceite de oliva virgen extra como principal grasa de adición.
  2. Consumir alimentos de origen vegetal en abundancia: frutas, verduras, legumbres y frutos secos.
  3. El pan y los alimentos procedentes de cereales como pasta, arroz y especialmente sus productos integrales, deberían formar parte de la alimentación diaria.
  4. Consumir alimentos poco procesados, frescos y de temporada.
  5. Consumir diariamente productos lácteos, principalmente yogurt y quesos.
  6. Consumir carne roja con moderación formando parte de guisos y otras recetas. Carnes procesadas en cantidades pequeñas y como ingredientes de bocadillos y platos.
  7. Consumir pescado en abundancia y huevos con moderación.
  8. Fruta fresca como postre habitual.
  9. Agua como bebida habitual.
  10. Mantenerse activo en el día a día.

Otras dietas tradicionales avaladas por la OMS/FAO al mismo nivel que la Mediterránea serían la japonesa, la nórdica y la del sur de China, caracterizándose todas ellas por abundante consumo de vegetales, cereales integrales, pescado, huevos y poco consumo de carnes y procesados. Como dietas alternativas avaladas por los mismos organismos tendríamos el vegetarianismo y el veganismo.

 

El pasado 19 de septiembre el Ministerio de Consumo y El Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) sacaron a la luz las nuevas recomendaciones para una dieta saludable. En ellas se hace hincapié en aquellas medidas que ayudan a reducir el impacto de la alimentación sobre el medio ambiente, apostando por la reducción del consumo de proteína animal y lácteos, e incrementando el consumo de proteína vegetal.  

 

Si tuviéramos que resumir los aspectos clave y comunes de “comer bien” entre todo lo enumerado, básicamente tendríamos que centrarnos en consumo de vegetales y frutas, cereales integrales idealmente, legumbres, frutos secos y proteína más de pescado y huevos, que de carnes y procesados.

 

Pero, ¿Cómo una familia puede llegar a comer todo lo que necesita cada uno de sus miembros?

La mejor fórmula, o lo aconsejable para llegar a estos objetivos nutricionales semanales, es tener planificadas las comidas para así no dejarnos ninguna ración importante por el camino. Una de las labores que tenemos como nutricionistas es guiar y acompañar en la confección de las diferentes ingestas del día, tanto principales como snacks, con los gustos familiares y sus presupuestos e ir trabajando in situ las dudas que vayan surgiendo.

Los sistemas pueden ser variados según ritmos familiares existan, pero el cocinar un día para toda la semana o dividir el cocinado en tramos, puede ser una forma fácil de conseguirlo. Esta manera de planificación tiene la ventaja de ahorrar tiempo de cocinado, pero también de dinero, al ajustar más las ingestas a la realidad doméstica.

 

Como profesional que forma parte de los equipos que ayudan en la recuperación de una relación saludable con los alimentos en los diferentes programas de TCA, entiendo el trabajo con la familia como la base de los cambios en las dificultades alimentarias. El apoyo incondicional que representa para la persona es un factor decisivo para una recuperación de calidad. Pero también lo entiendo como el momento de educar la forma en que nos alimentamos bajo una valoración más global y flexible.

 

Es decir, no enfocarnos en lo que “no se come de forma saludable” y enfocarnos en intentar cumplir las recomendaciones nutricionales sin llegar a una sobre exigencia que no nos permita poder disfrutar de aquellos alimentos y momentos más ocasionales. Los padres somos el espejo donde los niños y niñas adquieren todo lo necesario para desarrollarse de forma eficaz en la vida y somos la mejor vía de transmisión de conocimiento y valores. Para ello, el cuestionar las creencias familiares alimentarias supone el quid de la cuestión.

 

Es importante tanto compartir comidas juntos como comer todos lo mismo, pero cuando uno de los miembros de la familia padece un TCA, estos momentos pueden llegar a ser muy problemáticos y llevar a situaciones límite muy disruptivas, afectando a todos los sujetos del conjunto. El ir normalizando las ingestas y alimentos prohibidos dará la capacidad de lograr pequeños pasos en dirección a la recuperación y a la “libertad mental” tan ansiada por quien los sufre.

 

Bibliografía

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Dietista-nutricionista en Ita Diagonal

 

Dietista-Nutricionista y Enfermera.

Máster en Alimentación y Nutrición Humana. Programa Nens en moviment (Dep. Endocrinología pediátrica Vall d’Hebrón).

Socia de la SEEDO (Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad).

 

 

 

 

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