Trastornos de la Conducta Alimentaria

Carta de Navidad: testimonio de una paciente

20 de Diciembre, 2020 ITA

Cuando pienso en la palabra Navidad automáticamente se me dibuja una sonrisa en la cara: luces, nieve, villancicos, regalos, ilusión, magia…pero sobre todo reencuentros con familia que vive lejos, momentos inolvidables con tus padres viendo las luces de Madrid, la cara de ilusión cuando los más pequeños abren regalos y miles de planes para hacer con tus amigos.

Pero, ¿qué pasaría si de repente una Navidad no pudieses disfrutar de todo esto?

 

Si buscamos un denominador común entre todo lo que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en la Navidad, probablemente encontremos una ganadora: la comida. Presente en todas las reuniones familiares sea la hora del día que sea, los polvorones, el turrón y, ¡cómo no!, el Roscón.

Mis navidades pasadas iban a ser en teoría como las de cualquier otro año, de hecho, siempre me ha hecho mucha ilusión la llegada de estas fiestas. Pero si hay algo que no estaba en mis planes, era compartirlas con un TCA.

Y si, efectivamente la Navidad fue igual que otros años, pero quizás la que no era la misma era yo.  Aun teniéndolo todo no era capaz de valorar que mi familia estaba toda reunida cenando conmigo aquel día porque lo único que me importaba era la cena o más bien como me las iba a apañar para no cenar sin que nadie se diese cuenta. Me encerré en mí misma sin darme cuenta de que el mundo a mi alrededor seguía girando y la única que se estaba perdiendo todo era yo. Y no solo con la familia, sino también la cantidad de planes que dejé de hacer con mis amigos por miedo a que eso implicase ir a comer a algún sitio.

Es bastante irónico como unas fiestas que ansiaba que llegasen todo el año, ahora solo quería que pasasen cuanto antes, les había cogido pánico. No me reconocía, no sabía quién era esa chica que veía en el espejo varias veces al día y que se castigaba constantemente por no tener una talla X y un peso Y.

En definitiva, esta bonita época del año es probablemente también la más dura para mí y para otras muchas personas que sufren un TCA (Trastorno de la Conducta Alimentaria). Los TCAs son enfermedades mentales que necesitan tratamiento y ayuda profesional de terapeutas. Pedir ayuda cuanto antes es muy importante, tanto si eres tú el que lo está sufriendo como si sabes de alguien de tu entorno a quien le puede estar pasando. La concienciación social sobre estos trastornos puede hacer que mucha gente que los sufra, aunque no sirva de solución, se sienta comprendida y menos sola.

Porque, aunque probablemente la Navidad sea una época para disfrutar, se hace más difícil cuando te tienes que exponer constantemente a lo que te está causando un problema tan grande que está paralizando tu vida. Aun así, un TCA es mucho más de lo que se ve y la comida es solo la manera de exteriorizar todo lo que nos pasa por dentro.  

 

Tras cinco meses de ingreso y ayuda de profesionales, hoy puedo decir que las Navidades este año me dan mucho menos miedo. Pienso disfrutarlas (todo lo que el Covid me deje) con mi familia y mis amigos. Se que va a haber momentos difíciles relacionados con la comida, pero no quiero que eso sea lo que determine y marque mis Navidades. Lo que tengo claro, es que esta Navidad no me la va a volver a robar la anorexia, porque si algo me han devuelto estos cinco meses es ilusión y ganas de seguir adelante.

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