Tenemos que entender que las esferas que intervienen en un Trastorno de la conducta Alimentaria (TCA) van desde lo social y cultural (como esfera que nos engloba a todos), la familiar y relaciones significativas (núcleos cercanos, amistades, área educativa/laboral) y el área personal.
Estos diferentes aspectos deben trabajarse de manera transversal en los diferentes ámbitos en los que le sujeto se desarrolle.
Respecto al área social, lo principal a tener en cuenta es tener una visión crítica de cómo influyen los mensajes de sobrevaloración de imagen corporal que recibimos, cánones de apariencia física, presión de ideales que nos transmiten a través de publicidad y redes sociales.
En cuanto la esfera familiar, influyen aspectos como la sobrevaloración física y estética, conflictividad familiar, malos hábitos alimentarios, actitudes de sobreprotección o roles no bien definidos.
Atendiendo a los aspectos personales, hay que ver cómo inciden las experiencias propias, características de personalidad, sistemas de afrontamiento y nivel de autoestima.
Posteriormente, hay que detenerse a ver cuáles son los principales signos de detección o lo que llamamos “señales de alarma” para un TCA:
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Respecto a la comida: rituales a la hora de comer, preocupación por la comida, contar calorías, excusa para saltarse comidas, tener comida escondida en el cuarto, falta comida en la despensa, disminuir cantidades, revisar compra de supermercado, interés excesivo en la composición de los alimentos.
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Imagen corporal: se mira mucho al espejo, habla mucho sobre imagen, utiliza muchas capas de ropa (trata de ocultar su cuerpo), críticas sobre su cuerpo, se compara en exceso.
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Ejercicio físico: realiza ejercicio en exceso y se pone nervioso si no lo hace, utilizar la actividad física exclusivamente con el fin de adelgazar.
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Comportamiento: aislamiento, más irritable, aumento de síntomas depresivos y ansiosos, comportamientos manipulativos y mentiras.
Es importante estar siempre alerta por si detectamos que la persona está empezando a tener ciertas conductas y proceder en caso de que sospechemos que nos encontramos ante un posible caso, tratando siempre de empatizar con la persona y haciendo hincapié en los aspectos emocionales más que en el conductuales.
En resumen, los beneficios de la detección precoz en los TCA ayudan a:
- Mejorar pronóstico
- Reduce duración de la enfermedad
- Reduce duración del tratamiento
- Disminuye el riesgo de las consecuencias físicas, personales y sociales
- Disminuye el riesgo de cronificar el trastorno