Trastornos de la Conducta Alimentaria

Dismorfobia o Trastorno Dismórfico Corporal

26 de Diciembre, 2021 Laura Andreu y Andrea Mas

La dismorfobia o trastorno dismórfico corporal es un trastorno o síndrome de la imagen en el que se pierde la percepción real y valoración de nuestro propio cuerpo, y que lleva a la persona a tener una preocupación exagerada por la apariencia física o por defectos que realmente son imperceptibles o inexistentes en algunos casos. Esta distorsión corporal nos recuerda a la que observamos en los trastornos de la conducta alimentaria, pero ¿qué diferencia entonces un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) de un trastorno dismórfico corporal (TDC)? La principal diferencia entre ambos es que la preocupación en los TCA es en relación al peso y/o la forma corporal, mientras que en los TDC se limitan a zonas más específicas del cuerpo, y sobre todo de la cara.
 

Hablemos sobre la distorsión, presente tanto en el TDC como en el TCA…

La distorsión en la imagen corporal es un grave problema de salud mental que comúnmente se inicia en la adolescencia y que cada vez afecta a más personas en nuestra sociedad. Tanto en el TDC como en los TCA, las personas suelen percibir de forma distorsionada su aspecto físico, lo que suele generar una necesidad obsesiva de comprobación frente al espejo de aquella o aquellas imperfecciones percibidas, así como grandes esfuerzos por ocultar las mismas, lo que produce mucho malestar y puede conducir incluso al aislamiento social.

 

Y… ¿Puede una persona desarrollar a la vez un TDC y un TCA?

El elevado nivel de obsesión y comprobación con respecto al cuerpo presente tanto en el TDC como en los TCA hace que la comorbilidad entre ambos trastornos sea muy elevada.  No es poco frecuente que veamos como una persona con un TDC, con una fijación obsesiva sobre algún rasgo físico concreto acabe distorsionando también la forma de su cuerpo o su peso, desarrollando así un TCA. También en el sentido contrario, una persona que padece un TCA, con un alto grado de obsesión con respecto a su cuerpo, fácilmente puede en algún momento dirigir esta obsesión hacia algún otro aspecto concreto de su cuerpo o su cara, desarrollando así un TDC.

 

¿Pero cuáles son los factores que influyen en el desarrollo de la dismorfofobia?

Todo el mundo quiere verse guapo y sentirse bien con uno mismo. La moda de los selfies y de las redes sociales, donde mostramos con detalle nuestro día a día (¡y a nosotros mismos!), donde se altera la percepción de la belleza con filtros y las personas se exponen constantemente a la comparación, así como la difusión en los medios de comunicación de un canon de belleza poco realista, son algunos de los grandes culpables en el desarrollo de este problema.

Verse bien no es ninguna tontería, la imagen que proyectamos al exterior es un reflejo de nuestro interior. Cuando nos sentimos bien por dentro, lo demostramos por fuera y viceversa, mejoramos nuestra relación con nosotros mismos y con los demás. Y es que no hay nada más gratificante que quererse y valorarse a uno mismo. ¡Solo así podemos levantarnos con ganas de comernos el mundo cada mañana!

Entonces… ¿Dónde está el problema?

Querer vernos bien y cuidar nuestra imagen no tiene nada de malo, el problema empieza cuando el nivel de obsesión con nuestro cuerpo y nuestros rasgos nos genera una gran inseguridad y malestar y empieza a afectar en nuestro día a día y en nuestra salud. En el caso de los TCA, las personas que lo padecen pueden llevar a cabo conductas como la restricción alimentaria para modificar esa imperfección percibida, mientras que en el TDC la forma de reducir la angustia sobre estas supuestas imperfecciones suele ser la cirugía estética.

Esto no significa que todas las personas que se someten a una cirugía estética padezcan un TDC o un TCA. La cirugía estética busca eliminar complejos, armonizar nuestro rostro o esculpir nuestro cuerpo, pero siempre dentro de unos parámetros naturales y proporcionados. Siempre existirá algo en nuestro rostro o cuerpo que nos gustaría mejorar, pero hay que interpretar una armonía y siempre mantener la personalidad de cada persona que es nuestra seña de identidad. En el caso de las personas que padecen estos trastornos, estas conductas que realizan para tratar de sentirse mejor y reducir el malestar no son eficaces, y no resuelven la raíz del problema, que es la distorsión.

 

¿Cómo abordamos entonces la distorsión?

Para trabajar la distorsión corporal, presente tanto en el TDC como en los TCA, es fundamental abordar las distorsiones cognitivas y las creencias relacionadas con la apariencia física que presentan las personas que padecen estos trastornos, así como cortar los ciclos de comprobación y evitación en los que se ven inmersas. Para todo ello, es importante contar con el apoyo de profesionales, con una formación adecuada, demostrable y experimentados, que puedan proponer el tipo de terapia más adecuada para cada caso particular.

Laura Andreu 

Psicóloga especializada en Trastornos de Conducta Alimentaria de Ita Prisma 

Licenciada en Psicología por la UNED

Postgrado en Intervención Piscológica Clínica y de la Salud (Universidad Autónoma de Barcelona)

Postgrado de Metolodogía y Evaluación Clínica (Universidad Autónoma de Barcelona)

Máster en Psicología Clínica y Medicina Conductual (Universidad Autónoma de Barcelona)

 

Andrea Mas

Psicóloga en Unidad de TCA en Ita Prisma.

Graduada en Psicología y Máster en psicología General Sanitaria por la Universidad Abat Oliba CEU.

Formación en trastornos de la personalidad por la AEFDP.

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