“¡Cómo nos vamos a poner!” “¡Vamos a salir rodando!” “¡Esta noche no ceno!” "¿Solo te sirves eso?" "Hay que acabar con todo" o "Ya en enero lo compenso". Estas son algunas de las frases que seguramente más hemos escuchado durante estas navidades.
La Navidad es sinónimo de celebración, reunión y, sobre todo de comida dentro de nuestro calendario anual de eventos. Pero también puede ser una maratón gastronómica sin pausas. Desde nuestra infancia hemos crecido uniendo estas fechas con mesas rebosantes de platos, dulces tradicionales y copiosas comidas familiares. Pero, ¿hasta qué punto este ritual de "comer sin límites" se ha convertido en una tradición que podría “normalizar” las sobreingestas?
El exceso en la mesa durante la Navidad no es algo nuevo. El origen de estos ágapes nos lleva directamente a los banquetes que hacían los romanos durante la celebración de las Saturnales, las fiestas con las que se recibía el año nuevo. Y su composición dependía mucho de la clase social a la que uno pertenecía. La comida se convirtió en un símbolo de prosperidad y unión familiar, y hasta hoy, en muchas culturas, el acto de servir grandes cantidades de alimentos refleja hospitalidad y cariño.
La dieta de la mayor parte de los europeos se ha compuesto durante muchos siglos de pan, hortalizas, verduras, legumbres secas, carne de cerdo, queso, leche, cerveza y vino. Y la presencia de aves como plato principal nos viene del mundo clásico grecorromano.
Sin embargo, esta tradición tan antigua, también se ha ido transformando hasta llegar a las mesas que servimos a día de hoy. Éstas siguen estando cargadas de alimentos suculentos y porciones desmedidas, pero nuestro contexto actual es muy diferente. Durante los siglos XX y XXI, la industria alimentaria ha ido potenciando los cambios hacia la sobrealimentación y la creación de alimentos altamente palatables que nos llevan al ambiente obesogénico actual. La presión social también juega un papel clave ya que el “no” hacia cierto tipo de platos o productos, puede ser sinónimo de descortesía o rechazo a la tradición y “seguir comiendo” es una forma de evitar conflictos. La televisión se llena de anuncios sobre este tipo de alimentos y ofertas de supermercados, evocando continuamente a “la felicidad” entorno a una mesa repleta de comida.
En este contexto, también nos encontramos delante de un aumento en el consumo y gasto, fomentando el derroche como elementos definitorios de esta celebración. Cada vez los productos típicos navideños están antes disponibles en el supermercado. La identidad actual de los ciudadanos está en buena parte construida a través del consumo y el lenguaje de la comida nutre el cuerpo social como forma fundamental de participación y sentimiento comunitario.
No se trata de demonizar las celebraciones ni la comida. Al contrario, la comida es un elemento que une, crea recuerdos y celebra la vida. Pero, ¿cómo podemos disfrutar de estas tradiciones sin caer en el exceso? Quizás el primer paso es reconocer que no es necesario comer en exceso para honrar la tradición. Poner el enfoque en la calidad del momento, en lugar de la cantidad de comida, puede marcar la diferencia. Disfrutar cada bocado, compartir historias y conectar con nuestros seres queridos puede ser tan satisfactorio como una mesa repleta de manjares o un árbol de regalos.
Las personas que padecen un TCA son altamente vulnerables en estas fechas. Tantas celebraciones juntas con mucha comida y los platos tradicionales suelen conllevar un gran esfuerzo en cuanto a flexibilidad alimentaria se refiere. Tanto si eres tú la persona que padece un TCA o tienes un familiar cercano, estos consejos pueden ser de ayuda para afrontar estas festividades:
- Si eres tú la persona con TCA:
- Visualizar las diferentes situaciones que te preocupan y trabajar con tu psicólogo o nutricionista cómo afrontarlos.
- Cómo identificar y afrontar las señales de ansiedad si en algún momento la comida se te hace más difícil.
- Puedes acordar con un familiar cercano que te ayude si te bloqueas y sea él/ella quien gestione ese momento. También puedes planificarlo junto con tu terapeuta o nutricionista.
- Confeccionar junto con psicólogo herramientas para autorregulación del tipo técnicas de respiración, escritura de diario, música relajante o una frase que te pueda ayudar a pasar el mal momento.
- Mantener las rutinas tanto como sea posible. Las fiestas suelen romper horarios, pero mantener una estructura (sueño, comidas, tiempo personal) puede dar estabilidad y calma.
- No autoexigirte mucho en esos días. Estás en proceso de recuperación y tus personas cercanas saben de tus dificultades. Pide ayuda cuando lo necesites.
- Reconoce los pequeños logros que estás pudiendo conseguir en esas fechas tan señaladas.

- Si es un familiar tuyo el que padece un TCA:
- Evitar comentarios sobre peso, cuerpo o comida así como también, conversaciones centradas en dietas, “excesos” navideños o compensaciones. Advertir a los familiares que van a asistir de este punto. Socialmente tenemos muy normalizado comentarios que no ayudan a tu familiar. Incluso si el comentario pudiera ser “positivo” podría ser un desencadenante de recaída o momento crítico.
- Estar predispuesto a saber si necesita ayuda y preguntarle cómo puedes serle útil para hacerle más llevadero ese momento complicado. Darle la seguridad de que realmente puede contar contigo. Podéis establecer algún código que entendáis vosotros dos como señal “SOS” durante la comida.
- No supervisar ni presionar en la comida. Acompañar desde la calma y la empatía. Recuerda que está en el camino hacia la recuperación y es un camino largo. No seas demasiado exigente.
- Proporcionar espacios de pausa si necesita autorregulación. Es decir, permitir que la persona pueda retirarse un momento de la mesa y acompañarlo para la gestión de la dificultad y volver a la comida cuando haya podido calmarse.
- Pedir ayuda al equipo que está ayudando en la recuperación de tu familiar si necesitas resolver alguna duda. El psicólogo o nutricionista pueden ser la clave para tus preguntas y así ir más seguro en este periodo de tiempo complicado para tu familiar.
Para ir cerrando, recordar que la Navidad es un momento de encuentro y celebración. Cuidar más de los vínculos y dejar de enfocaros en lo que vuestro familiar “consigue” con la comida. Se tienen que establecer expectativas realistas al momento terapéutico de vuestro familiar y acompañar desde la calma y la empatía. Contar con una visita familiar previa a la Navidad también puede ser básico para poder contextualizar esas expectativas.
Y por último, celebremos con conciencia los encuentros familiares. Pensemos bien los menús y las raciones. Valoremos el romper un poco con lo tradicional y acompañar con un poco más de vegetales y frutas estos días. Hay un sinfín de recetas nutritivas y festivas para dejar una mesa con una paleta cromática más interesante a nivel nutricional, que será bien recibida por el resto de los comensales, cansados ya de tanto festín.
Bibliografía
- La Publicidad Alimentaria En La Campana De Navidad: DOI: 11.7263/ADRESIC.011.005
- Rodriguez Gallar, E. La Navidad A Traves Del Tiempo: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3041031
- Comida para dar y tirar. Elementos gastronómicos y consumo en las fiestas populares españolas actuales: http://hdl.handle.net/10261/7757