Trastornos de la Conducta Alimentaria

Impacto de los TCA en la salud física y mental a largo plazo

22 de Junio, 2025 Alejandro Rodríguez Valdés

La prevalencia de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) ha aumentado en los últimos años, con cifras que oscilan entre el 3,3 % y el 18,6 % en mujeres, y entre el 0,8 % y el 6,5 % en hombres. Aunque comúnmente se asocian con una preocupación excesiva por el peso, la comida y la imagen corporal, su origen es complejo y multifactorial. 

En su desarrollo influyen factores biológicos, psicológicos, socioculturales y ambientales, incluyendo experiencias traumáticas o situaciones de alto estrés. Estas preocupaciones dan lugar a conductas desadaptativas como las restricciones, las purgas o los atracones buscando aliviar el malestar emocional momentáneamente. Sin embargo, estas conductas no solo perpetúan el sufrimiento psicológico, sino que deterioran progresivamente la salud física y el bienestar psicológico de la persona. 

 

Consecuencias físicas 

A nivel físico uno de los sistemas más vulnerables es el cardiovascular. La desnutrición, habitual en la anorexia, puede debilitar el miocardio provocando bradicardia, hipotensión arterial. Además, los vómitos frecuentes o el abuso de laxantes y diuréticos pueden causar desequilibrios en los niveles de potasio, sodio y otros electrolitos, lo que aumenta el riesgo de arritmias e insuficiencia cardiaca.  

El aparato digestivo también sufre importantes consecuencias. Suelen sufrir gastroparesia o enlentecimiento del vaciado gástrico en el 50% de los casos conllevando a un estreñimiento crónico y distensión abdominal. En quienes se provocan el vómito, es frecuente la aparición de reflujo provocando la inflamación del esófago y a la larga el desarrollo de Síndrome de Barret aumentando la prevalencia de neoplasia esofágica en un 10%. El desgaste del esmalte dental y el aumento del tamaño de las glándulas salivales son otras de las posibles consecuencias tras vómitos continuados.  

A nivel hormonal, tanto el déficit nutricional como la disminución de la grasa corporal pueden provocar una reducción significativa en los niveles de estrógenos en personas con anorexia nerviosa. Esta alteración hormonal suele manifestarse en forma de amenorrea (ausencia de menstruación) y puede comprometer la fertilidad. Además, tanto la desregulación hormonal como la malnutrición afectan negativamente a la salud ósea, favoreciendo la aparición de osteopenia e incluso osteoporosis a edades tempranas. A largo plazo, las deficiencias nutricionales también pueden causar daños neurológicos, afectando a las funciones cognitivas. 

 

Consecuencias en la salud mental 

Más allá del impacto físico, los TCA tienen efectos devastadores sobre la salud mental ya que están asociados a una gran carga emocional y psicológica. Es habitual que, al presentar pensamientos obsesivos sobre la comida y el peso, experimenten angustia y culpa por lo que realizan conductas compulsivas como contar calorías o hacer ejercicio en exceso. Esto puede derivar en un aislamiento social progresivo evitando situaciones donde se coma en grupo o se exponga su cuerpo. La persona que padece un TCA tiende a controlar todos los aspectos relacionados con su alimentación y su peso corporal pero, paradójicamente, el TCA es el que controla y limita la vida de la persona 

Por otra parte, en muchos casos se da una comorbilidad con otros trastornos psicológicos, como trastornos de ansiedad, depresión, trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno límite de la personalidad. En situaciones graves tanto en el trastorno por atracón como en aquellas personas que realicen conductas purgativas y tengan alta impulsividad, se asocian a un mayor riesgo de ideación y conducta suicida. El sufrimiento mental es profundo y, a menudo, invisible desde el exterior. 

Aunque las consecuencias negativas puedan ser de extrema gravedad, la recuperación es posible. Sin embargo, requiere tiempo y un tratamiento interdisciplinar incluyendo atención médica, psicológica y nutricional. Finalmente, el apoyo familiar y social es fundamental para una evolución favorable en recuperación del trastorno.  

 

Referencias 

Baenas, I., Etxandia, M., & Fernández-Aranda, F. (2024). Complicaciones médicas en la anorexia y la bulimia nerviosa. Medicina Clínica, 162(2), 67–72. https://doi.org/10.1016/j.medcli.2023.07.028 

 

Tan, E. J., Raut, T., Le, L. K.-D., Hay, P., Ananthapavan, J., Lee, Y. Y., & Mihalopoulos, C. (2023). The association between eating disorders and mental health: an umbrella review. Journal of Eating Disorders, 11(1), 51. https://doi.org/10.1186/s40337-022-00725-4 

Psicólogo de Ita Sevilla

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