Trastornos de la Conducta Alimentaria

La comida como aliada

22 de Diciembre, 2024 Lucía Crespo

Superando la visión global de los Trastornos de la Conducta Alimentaria como una patología cuya base se sustenta en la insatisfacción estética, hoy en día, innumerables estudios demuestran la comorbilidad de determinados rasgos de personalidad y los TCA. Actualmente, se estima que, hasta un 69% de los pacientes diagnosticados con un trastorno alimentario, presentan, además, algún trastorno de personalidad.  

 

De manera general, los y las pacientes con TCA tienden a mostrar mayores niveles de neuroticismo, menor extraversión y auto directividad y mayor grado de perfeccionismo y conductas obsesivo-compulsivas. De este modo, podemos analizar la relación entre dichos rasgos de personalidad y la comida hallando conexiones entre conductas patológicas alimentarias y la sensación de regulación emocional o control sobre diversas situaciones.  

 

Respecto a la regulación emocional, sabemos que es un área de deficiencia dentro de los TCA. Las personas diagnosticadas con dicha patología, tienden a presentar dificultades en este ámbito para resolver la desregulación de manera efectiva. Por lo tanto, no es descabellado pensar, que el uso de la comida para apaciguar emociones desagradables se lleve a cabo en estas personas. Dicho patrón de conducta, oscilaría entre la sobre ingesta o el picoteo como búsqueda de placer o emociones agradables priorizando la satisfacción inmediata como estrategia desadaptativa hasta la restricción y el control alimentario como forma de suplir emociones como la tristeza, la desesperanza o el vacío con la focalización en la intención de controlar sus propios impulsos respecto a la comida, la cual le aporta al paciente un reforzamiento positivo al comprobar que, al menos, una de las áreas de su vida es dominada por sí mismo. 

 

Debido a esta dificultad emocional que se expresa tanto en la identificación (alexitimia) como en la gestión y expresión funcional de las emociones de los y las pacientes con TCA, subyace la importancia de incluir estrategias de regulación de emociones en población con dicha patología. Habiéndose demostrado los beneficios del uso de las siguientes estrategias para la extinción de conductas alimentarias patológicas:  

  • Psicoeducación emocional. 
  • Entrenamiento en identificación emocional propia y ajena. 
  • Desarrollo de estrategias adaptativas de regulación emocional, como la exteriorización, el diálogo interno sano y la búsqueda de apoyo social de manera adaptativa.  
  • Fomentar la conciencia emocional a través de las sensaciones corporales. (en muchas ocasiones perdidas por la evitación propia de estos pacientes de la conexión mente-cuerpo). 
  • Reestructuración cognitiva del significado y función de las emociones. 

En cuanto al papel del control sobre los trastornos de la conducta alimentaria, conocemos la percepción de los pacientes con diagnóstico de TCA de un locus de control externo, en el cual ellos no perciben la posibilidad de modificar situaciones de su vida diaria a través de su propia conducta en contacto con el entorno. Por lo tanto, se adhieren a la creencia mágica de gestionar situaciones a través de su actitud con la comida.  

En estos casos, mejorar la sensación y las expectativas de control sobre su entorno, ayudará a los pacientes a:  

  • Analizar correctamente las posibilidades de actuación propias respecto a su entorno. 
  • Poner en marcha patrones de conducta adaptativos que favorezcan la sensación de control sobre situaciones de la vida cotidiana.  
  • Ajustar la reacción ante diferentes estímulos de manera funcional.  
  • Propiciar una correcta adaptación al medio social.  
  • Aumentar la tolerancia a la frustración.  

 

En conclusión, el abordaje de la sensación de control y la regulación emocional en los pacientes con TCA repercute directamente en la desarticulación de ciclos de comportamientos desadaptativos y la promoción de una relación saludable con la alimentación y las emociones.  

 

Psicóloga de Ita Torre del Mar

 

Graduada en Psicología por la Universidad de Málaga. 

Obtuvo el Máster en Psicología General Sanitaria por la UNIR. 

Dispone de formación y experiencia especializada en TCA y TEPT. 

Formación específica y experiencia en TEA y TP (personalidad). 

Experiencia en tratamiento de Trastornos de conducta. 

 

En 2022 comenzó su formación abordaje terapéutico de la técnica EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing), la cual domina y lleva a cabo con sus pacientes.

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