Trastornos de la Conducta Alimentaria

Trastornos de la conducta alimentaria en hombres: una realidad silenciada

25 de Mayo, 2025 Ferran Vila

Durante años, se asumió que los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) eran un fenómeno casi exclusivo del género femenino, pero investigaciones más recientes han comenzado a cuestionar esta suposición. 

 

A finales de los años 90, estudios sistemáticos empezaron a señalar que entre un 5% y un 10% de los casos atendidos en clínicas especializadas eran hombres. Sin embargo, estudios más recientes comenzaron a destacar la problemática masculina en los TCA y a que las cifras sobre su incidencia podrían estar subestimada debido al estigma, la falta de conciencia o el sesgo en los criterios diagnósticos tradicionales. 

Estos estudios confirman que cuando se utilizan metodologías sensibles a las preocupaciones más comunes en hombres (como la musculatura), se ha observado que la prevalencia de TCA puede llegar al 7% y sería comparable a la prevalencia en mujeres. 

 

El peso de los estereotipos: masculinidad, cuerpo y alimentación 

Los ideales de belleza masculinos —centrados en la delgadez y, sobre todo, en la musculatura— generan presiones que pueden derivar en conductas alimentarias desordenadas. La dismorfia muscular (también conocida como "anorexia inversa") es un claro ejemplo de ello: hombres que, pese a tener un cuerpo musculado, se perciben delgados o débiles, y desarrollan obsesiones en torno al entrenamiento, la dieta y, en algunos casos, al uso de sustancias para alterar su composición corporal. 

La dismorfia muscular está incluida en el DSM-5 como un subtipo del trastorno dismórfico corporal, pero no como un trastorno de la conducta alimentaria. Pese la elevada incidencia de obsesión relacionada con la alimentación y la alteración, no está categorizado como un tipo de trastorno alimentario, y los criterios diagnósticos actuales para TCA, están orientados mayoritariamente hacia la pérdida de peso, lo cual limita su aplicabilidad para casos de hombres preocupados por ganar masa muscular. De ahí la importancia de herramientas específicamente diseñado para evaluar estas preocupaciones. 

 

Invisibilización y dificultades diagnósticas 

Los hombres con TCA, además de sufrir los efectos de su trastorno, a menudo enfrentan una doble barrera: la dificultad para verse a sí mismos como personas con un TCA —por asociarlo erróneamente a algo “femenino”— y la falta de reconocimiento por parte del sistema sanitario. En muchas ocasiones, sus síntomas son interpretados desde otras especialidades, como la gastroenterología, sin atender la raíz psicológica del problema. 

 

Esto también explica por qué, históricamente, se ha dicho que “solo uno de cada diez casos de TCA es un hombre”. Esta estadística proviene de estudios clínicos sesgados, ya que los hombres tienden a buscar menos ayuda y suelen hacerlo más tarde. Sin embargo, como muestran los datos anteriormente citados, la prevalencia real podría ser mucho mayor si se aplicaran metodologías específicas y sensibles a las presentaciones masculinas de los trastornos alimentarios. 

 

Es fundamental reconocer que los TCA afectan a hombres y mujeres, aunque sus manifestaciones puedan ser distintas. Promover entornos seguros donde los hombres puedan expresar sus preocupaciones sin miedo al juicio es esencial. Necesitamos adaptar nuestras herramientas diagnósticas y terapéuticas para reflejar las realidades de todos los cuerpos y géneros, y también invertir en investigación que tenga en cuenta las particularidades masculinas, como la dismorfia muscular. Romper el estigma y fomentar una atención libre de estereotipos de género es urgente para abordar esta problemática de manera integral. 

Soy dietista de Ita Avenir, coordinador clínico del equipo de nutrición. Tengo un máster en manejo del TCA y la obesidad (Máster en Intervención psicológica en Trastornos de la Conducta Alimentaria y la Obesidad).

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