Con la subida de las temperaturas, nuestros cuerpos se ven más expuestos al usar prendas adecuadas a esta estación del año y frecuentar lugares como la playa o la piscina.
Lo que para muchas personas es un gesto que está completamente normalizado, para otras supone una gran fuente de sufrimiento, especialmente para aquellas que tienen una mala relación con sus cuerpos.
A menudo, la insatisfacción corporal va más allá del ideal estético, aunque claramente es un factor que correlaciona con el grado de satisfacción. La relación que tenemos con nuestros cuerpos en el presente, es la consecuencia de todas las vivencias que hemos tenido “habitando una corporalidad”, del hecho de aprender que si luces de una determinada forma vas a experimentar consecuencias más positivas (mayor aceptación social, más facilidad para encontrar ciertas prendas de ropa…) que luciendo de otra manera, de las expectativas sociales sobre cómo deberían o no deberían ser los cuerpos teniendo en cuenta variables como el sexo, género, edad o incluso profesión, de a qué tipos de cuerpos hemos estado expuestos/as durante nuestra vida a través de películas, series, redes sociales y qué roles desempeñaban dichos personajes…todo ello englobado dentro de un ideal estético marcado por la etapa histórica y las características de la sociedad imperante.
Además de lo anterior, no podemos olvidar los beneficios económicos que generan para ciertas industrias el hecho de que una gran parte de la población esté insatisfecha con sus cuerpos, y la inversión que se realiza consecuentemente en productos relacionados con la estética y la belleza. Dentro de este panorama, se perfila difícil poder llegar a reconciliarnos con nuestros cuerpos a simple vista. Seguramente, muchas personas lo hayan intentado introduciendo pautas como “comer saludablemente” (que no dejan de ser dietas restrictivas encubiertas), aumentando la frecuencia en la que realizan ejercicio físico, realizándose retoques estéticos o comprando productos con mensajes del tipo “Ama tu cuerpo”. Normalmente, estos esfuerzos son infructuosos primero, porque no todo el mundo dispone del capital económico y del tiempo para invertir en estética, y segundo porque ya hemos estado viendo que una mala relación con el cuerpo va mucho más allá de “estar fuerte” o “estar gordo/a”.
Sin embargo, la buena noticia es que un acercamiento amable es posible si tenemos en cuenta los siguientes puntos:
- Tómate un tiempo y piensa en aquellas cosas que tu cuerpo diariamente te permite hacer, como abrazar a tus seres queridos, contemplar un atardecer en la playa, acariciar a tu mascota o pasear por el parque.
- Haz una lista con todos estos aspectos y tenla presente en aquellos momentos donde te descubras metido/a en un bucle de crítica hacia tu aspecto físico. El cuerpo es algo más que una “percha”, el cuerpo es un vehículo que nos permite vivir.
- Permítete una tregua cuando sea difícil salir de la rumiación, no por hablarnos peor vamos a mejorar la relación con nuestros cuerpos ni a motivarnos para cambiar hábitos de vida.
- Cambia el foco de atención cuando te des cuenta de que estás entrando en la comparación social, especialmente, si a consecuencia de esa comparación aparece elevado malestar emocional (ya sea por el físico, estilo de vida…) Suele ayudar, recordar aspectos de tu vida de los que te sientas orgulloso/a, o bien, simplemente llevar la atención hacia tus sentidos: ¿Qué sonidos estoy escuchando a mi alrededor? ¿Hay algún olor característico en el lugar donde estoy? Observo alguna fotografía o imagen en el móvil (o en el lugar en el que esté) que me haga conectar con la calma o con un recuerdo divertido Toco algún tejido o textura que tenga disponible en ese momento, por ejemplo, si estoy en la playa, puedo cerrar los ojos y acariciar la arena
- Recuerda que la relación que tenemos con nuestro cuerpo es muy parecida a la relación que podemos tener con otras personas: por ejemplo, puedo tener a una mejor amiga y sin embargo, tener discusiones con ella o puede que en algún momento no me sienta cómoda con ella por el motivo que sea. Eso no significa que deje de ser mi amiga o que la trate mal, significa que no todos los días nos vamos a encontrar de la misma manera. Lo mismo pasa con el cuerpo, aunque tenga una buena relación con él habrá días en los que por muchos motivos, no me sentiré cómodo/a en él y no pasa nada.
- Acepta que la relación actual que tenemos con nuestros cuerpos igual no es la que nos gustaría, y sin embargo, eso no justifica que lo agreda o lo trate mal. Es como tener que permanecer de manera indefinida en un lugar con una persona que a priori, no te cae bien. En este caso, ni insultarla ni agredirla son opciones que contemplaríamos.
- Cambia el objetivo, igual de momento no podemos “amar nuestro cuerpo”, pero sí podemos comenzar a tener un acercamiento cordial con él. Recuerdas a la persona que no te cae bien del ejemplo anterior? No tienes que tener una conversación animada con ella ni declararle tu amor, pero puedes dar los buenos días al llegar, hablar de un tema trivial y decir adiós cuando te marchas.
- Cuidar nuestro cuerpo puede ser otro buen objetivo, pero ¡cuidado! A menudo podemos encontrar situaciones, productos o servicios que son comercializados como de cuidado pero acaban acentuando la obsesión y la insatisfacción corporal (patrones alimentarios, tipos de ejercicios, retoques estéticos…)
- Si a pesar de todo lo anterior, sientes que la relación con tu cuerpo te genera elevada insatisfacción y acaba perjudicando a áreas de tu vida importantes para ti, no dudes en buscar ayuda de un equipo especializado.