La investigación sobre la etiología y las comorbilidades de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) ha revelado que el abuso sexual (AS) desempeña un papel central como factor de riesgo en el desarrollo y mantenimiento de estas patologías.
Diversos estudios han identificado el abuso sexual como un desencadenante potente de los TCA, especialmente cuando se combina con otras condiciones predisponentes, como las relaciones familiares disfuncionales y abusivas.
El abuso sexual, no puede analizarse de manera aislada, sino que debe comprenderse en el contexto sociocultural y ético en el que se produce. La influencia de los valores socioculturales y los códigos éticos prevalentes contribuye a la complejidad del impacto del abuso sexual en la salud mental. Este factor de riesgo se encuentra estrechamente relacionado con la aparición de TCA, dado que los trastornos alimentarios suelen surgir como mecanismos de afrontamiento ante experiencias traumáticas.
El abuso incestuoso, en particular, tiene un peso emocional y psicológico aún más profundo, ya que afecta tanto la relación con la figura parental como el sentido de seguridad y protección que se espera del entorno familiar. Este tipo de abuso, además, está relacionado con la alteración familiar en general, lo que puede influir en la aparición de conductas alimentarias desadaptativas.
En los TCA, se han identificado síntomas psicológicos nucleares que son análogos a las manifestaciones emocionales y conductuales típicas del abuso sexual. Estos incluyen una distorsionada percepción del cuerpo, insatisfacción corporal, vergüenza, disfunción sexual, dificultades en las relaciones interpersonales, y un temor constante a la revictimización. Los pacientes con TCA y antecedentes de abuso sexual presentan, con frecuencia, un conjunto común de características emocionales como baja autoestima, ansiedad, depresión, culpa, hostilidad, y conductas autodestructivas.
Además, es frecuente la desconfianza interpersonal, la soledad y la disfunción sexual, síntomas que reflejan el impacto psicológico profundo de haber sido víctima de abuso sexual. Esta relación entre el abuso sexual y los TCA sugiere que los trastornos alimentarios pueden funcionar como mecanismos de control en un intento de manejar el dolor emocional generado por el trauma.
En poblaciones de niños y adolescentes, los antecedentes de abuso sexual incrementan considerablemente el riesgo de desarrollar trastornos psiquiátricos a lo largo de la vida. La evidencia muestra que los niños que han sufrido maltrato tienen 3,7 veces más probabilidades de desarrollar cualquier trastorno psiquiátrico, mientras que el abuso sexual infantil (ASI) aumenta este riesgo en 2,54 veces. El abuso sexual se ha identificado como la adversidad más potente asociada a psicopatologías complejas en la edad adulta, particularmente en mujeres.
El vínculo entre el abuso sexual infantil y los trastornos alimentarios es particularmente relevante. Las víctimas de abuso sexual infantil, especialmente aquellas que no reciben intervención temprana, son más vulnerables a desarrollar trastornos alimentarios como forma de lidiar con el trauma. En estos casos, los TCA no solo son una manifestación de la disfunción emocional generada por el abuso, sino también una forma de expresar y manejar el sufrimiento psicológico relacionado con la experiencia traumática.
Es importante tener en cuenta cómo los valores socioculturales influyen en la percepción de los individuos en base a su cuerpo, la comida y la relación con su identidad.
¿En qué consiste el tratamiento?
La víctima puede mantener el abuso en secreto por diferentes motivos: la vergüenza, el miedo a las consecuencias que la revelación puede ocasionar, etc… Pensemos que en la mayoría de casos, el abusador es una persona conocida por la víctima, un vecino, un familiar muy cercano... Por tanto, el primer paso para recuperarse es romper el silencio: pedir ayuda, hablar de lo ocurrido. A partir de ahí el tratamiento psicológico tratará de ayudar a la persona a elaborar lo que le ha ocurrido y a movilizar recursos para afrontar las consecuencias que ha sufrido.
Algunos de los puntos en los que se centrará son:
- Estabilización y control de los síntomas propios del TCA
- Desarrollo de habilidades autorregulación emocional
- Reelaboración de la experiencia traumática
- Reconstrucción de la autoimagen y el autoconcepto
- Trabajo con los límites interpersonales