Trastornos del Neurodesarrollo

Meltdown y Shutdown en el Autismo: Cuando el mundo se vuelve demasiado

27 de Julio, 2025 Ana Pérez León

Imagina que estás en un teatro y, de repente, los altavoces suben el volumen. Las luces parpadean sin control y, de fondo, cientos de voces se superponen. Intentas concentrarte, pero todo se vuelve caótico, te empiezas a marear y los sentidos se hipersensibilizan cada vez más. Tu cerebro intenta procesar todo a la vez, pero se satura. El pánico se apodera de ti.  

Tu cuerpo reacciona con ansiedad: quieres huir o simplemente desaparecer. No puedes más. Quizás explotas en llanto y gritos, o simplemente te quedas paralizado, incapaz de reaccionar. Para muchas personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), esto NO es una exageración, sino una realidad diaria. 

 

El cerebro humano tiene la capacidad de filtrar y organizar la información sensorial. Sin embargo, en el autismo, este sistema puede estar hiperactivo o poco eficiente, lo que provoca respuestas extremas ante la sobrecarga.  

 

Las respuestas extremas a la sobrecarga sensorial y emocional se conocen como meltdown (explosión emocional y conductual) o shutdown (desconexión total y retraimiento), dos formas en las que el cerebro se defiende ante una sobrecarga incontrolable. Comprender estos fenómenos desde la neurobiología y la Terapia Ocupacional es clave para acompañar y mejorar la calidad de vida de las personas con TEA y sus familias. 

Este artículo explora estos fenómenos desde una perspectiva científica y terapéutica, con especial énfasis en la intervención desde la Terapia Ocupacional para ayudar a las familias a comprender y apoyar a sus hijos/as. 

 

Bases neurobiológicas del Meltdown y el Shutdown 

Las personas con TEA procesan la información sensorial y emocional de manera diferente debido a diferencias estructurales y funcionales en el cerebro. Estudios de neuroimagen han demostrado que el sistema límbico, en particular la amígdala y la ínsula, juega un papel clave en la respuesta emocional y la regulación del estrés (Uddin et al., 2013). 

  1. Hiperreactividad de la amígdala: La amígdala, encargada de procesar el miedo y el estrés, suele estar hiperactiva en personas con autismo. Esto significa que pueden experimentar estímulos cotidianos (como luces brillantes o ruidos inesperados) como amenazas reales, lo que activa la respuesta de lucha o huida y puede derivar en un colapso (Baron-Cohen et al., 2000). La psiquiatra Marian Rojas Estapé explica que, cuando la amígdala se activa excesivamente, el cuerpo libera cortisol, generando un estado de alarma constante. Esta situación, mantenida en el tiempo, puede provocar ansiedad y agotamiento emocional. La amígdala, encargada de procesar el miedo y el estrés, muestra una hiperactivación en muchas personas con autismo.  

  2. Dificultades en la conectividad neuronal: La investigación con resonancia magnética funcional (fMRI) ha encontrado que las conexiones entre la corteza prefrontal (encargada de la regulación emocional y la toma de decisiones) y el sistema límbico son menos eficientes en personas con TEA (Di Martino et al., 2014). Esto dificulta la regulación emocional y puede explicar por qué, ante la sobrecarga, algunas personas reaccionan con un colapso (hiperreactividad) y otras con un apagado (desconexión total) que pueden parecer desproporcionadas desde una perspectiva externa. 

  3. Hipersensibilidad Sensorial: Según la Teoría del Mecanismo Predictivo del Autismo (Pellicano & Burr, 2012), las personas con TEA tienen dificultades para filtrar y predecir estímulos del entorno. Esto puede llevar a una sobrecarga sensorial cuando hay demasiados estímulos inesperados, provocando una crisis. 

 

¿Qué es un Meltdown? 

Un meltdown no es una rabieta ni un acto de manipulación. Es una respuesta explosiva ante una saturación del sistema nervioso. La persona pierde el control y puede llorar, gritar, golpear objetos o incluso autolesionarse. 

El colapso puede ser provocado por estímulos sensoriales intensos, cambios inesperados, frustración o cansancio acumulado. En términos prácticos, es como si el cerebro fuera un vaso que se va llenando hasta desbordarse. 

Ejemplo real 

Marcos, un niño de 8 años con autismo, está en el supermercado con su madre. El ruido de los carros, la música y las luces fluorescentes lo abruman. Su madre le dice que no puede comprar su galleta favorita. Su respiración se acelera, su cuerpo se tensa y, de repente, estalla en gritos y llanto. No es una "rabieta", sino una reacción fisiológica ante un ambiente intolerable. 

 

¿Y un Shutdown? 

Si la fusión es una tormenta eléctrica, el cierre es un apagón total. En lugar de explotar, la persona se desconecta. Puede quedarse en silencio, evitar el contacto visual, quedarse inmóvil o buscar un refugio seguro. 

Este fenómeno está relacionado con la respuesta de "congelación" (freeze Response) del sistema nervioso autónomo, donde el cerebro se apaga para evitar un colapso total (Bogdashina, 2016). En términos neurobiológicos, esto se debe a una sobreactivación del nervio vago dorsal, lo que provoca una reacción de inmovilización para conservar energía y minimizar el estrés (Porges, 2011). 

Ejemplo real 

Lucía, una adolescente con TEA, asiste a una reunión familiar. Todos hablan a la vez, hay olores fuertes y luces brillantes. Poco a poco, se vuelve menos comunicativa, mira al suelo y, finalmente, se va a una habitación oscura y silenciosa. No está "ignorando" a nadie, su cerebro ha llegado a su límite y necesita desconectarse para recuperarse. 

¿Cómo podemos ayudar? Una mirada desde la Terapia Ocupacional 

Desde la Terapia Ocupacional, el objetivo es comprender los desencadenantes individuales de cada persona y desarrollar estrategias que prevengan o minimicen estas respuestas extremas.  

Algunas intervenciones claves para familias incluyen: 

  • Identificar los Desencadenantes: A través de herramientas como el Sensory Profile (Dunn, 1999), se identifican los desencadenantes individuales de cada persona para desarrollar estrategias personalizadas. Además, se recomienda utilizar registros sensoriales y diarios de conducta para detectar patrones que puedan predecir un colapso o un apagado (Dunn, 1999). 
  • Adaptación del Entorno: Reducir los estímulos sensoriales puede prevenir sobrecargas. Ejemplos prácticos incluyen: 
    • Uso de auriculares con cancelación de ruido, gafas de sol… 
    • Creación de espacios tranquilos en casa y en la escuela (zonas de calma). 
    • Implementación de horarios estructurados y predecibles. 
  • Enseñar estrategias de autorregulación: 
    • Respiración diafragmática: Inhalar lentamente por la nariz, inflando el abdomen, y exhalar por la boca. 
    • Ejercicios de propiocepción: Uso de mantas pesadas o presión en articulaciones para regular el sistema nervioso. 
    • Objetos sensoriales: Juguetes antiestrés, telas con diferentes texturas o pelotas terapéuticas. 
    • La planificación de pausas en la rutina ayudan a prevenir la sobrecarga. 
  • Uso de sistemas de comunicación alternativa: Para personas con dificultades en el lenguaje verbal, herramientas como pictogramas o aplicaciones de comunicación aumentativa pueden ayudar a expresar necesidades antes de llegar a una crisis. 
  • Apoyo emocional y validación: Decir frases como “Te entiendo” o “Estoy aquí para ayudarte” es más efectivo que “Cálmate” o “No es para tanto”. Validar las emociones y dar tiempo para recuperarse es clave en la intervención (Grandin, 2013). 

 

Conclusión 

Los Meltdown y Shutdown no son conductas problemáticas, sino respuestas neurobiológicas ante un entorno abrumador. Comprenderlos permite a las familias y profesionales ofrecer apoyo sin juzgar, creando espacios más seguros y predecibles para las personas con autismo. Al reconocer que estas respuestas son una manifestación de la dificultad para procesar la información sensorial, emocional y social, se abre la puerta a intervenciones más empáticas y efectivas. 

 

Desde la Terapia Ocupacional, el enfoque debe ser holístico, considerando la individualidad de cada persona y promoviendo estrategias prácticas que mejoren su calidad de vida. Esto implica no solo el manejo de crisis, sino también la prevención, trabajar en la regulación emocional, la estructuración del entorno y el fortalecimiento de habilidades adaptativas. Es fundamental que las familias y el entorno cercano estén capacitados para reconocer signos tempranos de sobrecarga, permitiendo intervenciones antes de que la persona alcance su límite. 

Además, la concienciación social y la promoción de espacios accesibles y comprensivos juegan un papel clave en la reducción de los desencadenantes. Un mundo más inclusivo y respetuoso con las necesidades sensoriales y emocionales de las personas con TEA no solo disminuiría la frecuencia e intensidad de los Meltdown y Shutdown, sino que también permitiría una mayor participación en la vida cotidiana sin miedo a ser incomprendidos o castigados por su forma de reaccionar ante el estrés. 

El verdadero desafío no es cambiar a la persona con autismo, sino construir entornos más accesibles y promover actitudes que respeten su manera de experimentar el mundo, permitiéndoles desarrollarse con mayor bienestar y autonomía. 

 

Referencias bibliográficas

  • Baron-Cohen, S., Ring, H. y Bullmore, E. (2000). La teoría de la amígdala en el autismo. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, 24(3), 355-364. 
  • Bogdashina, O. (2016). Problemas de percepción sensorial en el autismo y el síndrome de Asperger. Jessica Kingsley Publishers. 
  • Di Martino, A., Yan, CG y Fair, DA (2014). El conectoma funcional del trastorno del espectro autista . Neuroscience & Biobehavioral Reviews, 47, 369-382. 
  • Dunn, W. (1999). El perfil sensorial: Manual del usuario . Psychological Corporation. 
  • Pellicano, E., y Burr, D. (2012). Cuando el mundo se vuelve "demasiado real": una explicación bayesiana de la percepción autista. Tendencias en Ciencias Cognitivas, 16(10), 504-510. 
  • Porges, SW (2011). La teoría polivagal: fundamentos neurofisiológicos de las emociones, el apego, la comunicación y la autorregulación . WW Norton & Company. 
  • Uddin, LQ, Supekar, K. y Menon, V. (2013). Reconceptualización de la conectividad cerebral funcional en el autismo desde una perspectiva del desarrollo . Frontiers in Human Neuroscience, 7, 458. 

Terapeuta ocupacional de Ita Diagonal

Con experiencia en salud mental, neurodesarrollo y trastornos del espectro autista. 

Actualmente trabaja acompañando a adolescentes y jóvenes adultos en su proceso terapéutico. 

Su trayectoria incluye experiencia en atención domiciliaria para niños con TEA, rehabilitación pediátrica y salud mental en diversos entornos clínicos y comunitarios. 

Formada en la Universitat Autònoma de Barcelona, cuenta con conocimientos en atención integral centrada en la persona y regulación sensorial. 

Su enfoque se basa en el acompañamiento empático y el desarrollo de estrategias personalizadas para mejorar la participación y calidad de vida de sus pacientes.

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