Trastornos del Neurodesarrollo

Trastorno del Espectro Autista y Trastorno de la Conducta Alimentaria: ¿qué relación existe?

08 de Octubre, 2023 Berta Massaguer Bardají

Una de las comorbilidades más importantes en las mujeres con autismo es la anorexia nerviosa (AN). Las investigaciones más recientes señalan que hasta el 37% de los pacientes con AN cumplen criterios para autismo frente a menos del 1% de la población femenina en general.

 

La convivencia de ambos diagnósticos tiene como consecuencia una peor respuesta al tratamiento en comparación con aquellas personas sin rasgos autistas. En consecuencia, un tratamiento flexible, individualizado y adaptado a aquellas personas con diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA) o con un perfil de niveles altos de rasgos de autismo, conllevaría una mejora de la efectividad del tratamiento y ayudaría a mejorar la calidad de vida de la persona (Tchanturia et al, 2020).

 

Este artículo pretende proporcionar algunos aspectos clínicos y de funcionamiento de las chicas con TEA que permitan conocer con una mayor profundidad este perfil y sus características.

Las estereotipias que pueden presentar las chicas o mujeres con autismo suelen ser muy superficiales y adaptadas a nivel social. En consecuencia, son más difíciles de detectar puesto que parecen más “normalizadas” o pasan desapercibidas en el contexto. Por ejemplo, las estereotipias podrían ser movimientos repetitivos con el pelo o bien tocar repetidamente las mangas de la camiseta, realizar algún movimiento superficial de forma repetitiva.

Respecto a la marcha, pueden presentar una marcha peculiar y en el caso de chicas con perfil TCA-TEA hay ciertas características que podrían confundirse o bien pasar desapercibidas  ya que podrían entenderse desde la base del TCA como una estrategia para quemar calorías.

 

Con el fin de proporcionar herramientas al profesional clínico para la detección de algunos rasgos propios del autismo, se podría observar como copian y adquieren los gestos que han visto previamente. Eso es debido a que tienden a ser muy observadoras y pueden fijarse en como otras chicas de su entorno utilizan varios gestos y ellas se los hacen propios.

 

A nivel social, a menudo pueden establecer relaciones con iguales con relativa facilidad, pero pueden presentar dificultades para mantenerlas en el tiempo, ya que pueden llegar a ser muy intensas.

Es muy importante realizar una buena exploración de desarrollo, en la infancia las dificultades y particularidades de las chicas y mujeres con TEA pueden pasar desapercibidas. Eso puede ser debido a que en la infancia el nivel de exigencia social es inferior y estas características no son tan evidentes, pero en la adolescencia, que aumenta el nivel de exigencia social, las dificultades pueden ser más evidentes o bien, pueden utilizar estrategias como el masking o camuflaje y puede conllevar a un mayor esfuerzo por su parte.

 

Aun así, cabe destacar que, aunque las particularidades propias del TEA pueden pasar desapercibidas durante la infancia, al realizar una buena exploración sobre el desarrollo, puede evidenciarse que ya estaban presentes (por ej. el tipo de juego que presentaban). A menudo, se detecta una historia de vulnerabilidad y situaciones de acoso desde la infancia.

 

Habitualmente, pueden presentar una mayor capacidad de introspección que el perfil masculino de TEA. Además, a menudo presentan un alto nivel de perfeccionismo y un acentuado sentido de la justicia social.

 

A nivel de comunicación, aunque el nivel de lenguaje pueda estar preservado en algunos casos, a veces tienen tendencia a presentar un discurso aprendido y estereotipado.

 

En referencia a las relaciones sociales, suelen presentar interés en establecer relaciones con iguales, aunque después de períodos de interacción más largos de tiempo o bien interacciones con varias personas, pueden tener sensación de cansancio. Respecto a la conducta prosocial pueden presentar algunas particularidades, por ejemplo, dificultades para pedir perdón, o bien pedir disculpas de forma excesiva.

 

Respecto a los perfiles con una co-ocurrencia de TEA-TCA, se puede observar una presencia de hábitos alimenticios atípicos, incluyendo sensibilidad y rechazo ante determinados alimentos o gusto exagerado por otros. Además, pueden presentar patrones alimenticios muy restrictivos y acotados. Esta relación con la comida está presente desde la niñez y se mantiene durante la adolescencia, y en ocasiones hasta la edad adulta.

 

A nivel alimentario, a menudo pueden presentar dificultades en la transición de líquido a sólido. Además, pueden presentar particularidades en la interocepción (alteración sensación de hambre). Pueden presentar neofobia alimenticia (fobia a probar nuevos alimentos) e hiperselectividad alimentaria.

 

Respecto a la sintomatología del TCA, los trastornos alimentarios suelen iniciarse en la adolescencia cuando la exigencia a nivel social aumenta. En algunos casos, las dificultades en las relaciones sociales generan sintomatología ansioso depresiva cuyo modo de manifestarse es mediante conductas alimentarias anómalas. Algunas mujeres autistas utilizan el objeto de la delgadez como forma de encajar a nivel social con sus iguales.

Finalmente, como conclusiones generales, destacar que teniendo en cuenta las particularidades y características propias de este perfil, se evidencia la necesidad de adaptar e individualizar los tratamientos de TCA con el fin de que estos puedan adaptarse a sus necesidades. En Ita adaptamos nuestros tratamientos a este perfil, realizando a menudo un diagnóstico en nuestros centros, que anteriormente ha podido pasar desapercibido, así como posteriormente, realizando las adaptaciones en el tratamiento que requiere este perfil.

Coordinadora clínica de la Unidad de Neurodesarrollo de Ita Argentona.

 Psicóloga sanitaria experta en intervención y diagnóstico de los Trastornos del Espectro Autista. 

Educadora social. 

Postgrado de Experto en Intervenciones Sistémicas en la Escuela de Terapia Familiar de Sant Pau.

Doctoranda en Psicología