Preguntas Frecuentes

¿Es normal tener depresión en la adolescencia?

En la adolescencia es esperable que el estado de ánimo sea inestable y tengan altibajos pero no tener depresión. La adolescencia es una etapa de cambio. Se deja atrás la infancia para entrar en la edad adulta. El entorno ya no les deja pasar cosas que hasta entonces se consideraban propias de la infancia, se les exige más. Al mismo tiempo, su mundo interno también cambia. Empiezan a sentir otras necesidades como la de diferenciarse de los adultos, sienten la necesidad de buscar su propio camino y su forma de ver las cosas. Buscan proyectarse hacia el futuro, qué quiero ser, cómo quiero ser, etc.



Este proceso lleva varios años y es normal, e incluso saludable desde el punto de vista de la salud mental que pasen por momentos de vacilación y se sientan inseguros.



En esta etapa de turbulencias, de cambios de humor y de inestabilidad puede ser difícil diferenciar cuando hay que preocuparse y cuando forma parte de la edad.



La depresión va más allá de estar triste o con el ánimo bajo unos días, se trata de un sentimiento intenso de tristeza y desesperanza. Es un estado de ánimo que afecta no solo en cómo se siente la persona sino su forma de pensar y su comportamiento.



El adolescente que sufre depresión lo ve todo negro, augura fracasos, al mirar atrás solo ven lo negativo, interpretan las situaciones de forma distorsionada por este negativismo.



A nivel de conducta, les cuesta mantener actividades, incluso aquellas que antes les resultaban gratificantes. El sueño suele verse alterado, los hábitos de higiene…hay una falta de energía general.



En el campo de la salud mental la línea divisoria entre normalidad y trastorno viene dada por lo invalidante que sea el sufrimiento. Si impide llevar a cabo la vida que se llevaba antes, si hay una ruptura, debemos pedir ayuda a los profesionales. Deprimirse o sentir tristeza forma parte del funcionamiento mental, e incluso saludable en situaciones difíciles. Pero si persiste e incapacita a la persona para seguir con sus actividades suele ser señal de alarma.