Estos días estamos viendo multitud de recomendaciones para afrontar esta situación excepcional de confinamiento en casa. Esto es especialmente importante para las personas que sufren problemas mentales y emocionales o alguna patología en salud mental. Pero no menos importante, para la población en general que puede estar sufriendo ansiedad, tensión, apatía u otras vivencias negativas.
En concreto, a muchas familias les preocupa el uso que se está haciendo de las tecnologías por parte de sus hijos y familiares. La pregunta que nos viene a la cabeza es: ¿Cómo podemos hacer un uso adecuado de las pantallas durante el confinamiento?
La respuesta no es sencilla y tiene multitud de matices. El objetivo de este artículo es intentar concentrar aquellas recomendaciones que creemos pueden ayudar en este sentido.
Estamos de acuerdo en que hacer un uso masivo de los dispositivos digitales puede ser perjudicial en muchos sentidos (desconexión de la relaciones presenciales, insomnio, mal uso de las redes sociales, apatía, problemas oculares,… ). No obstante, debemos intentar positivizar al máximo los beneficios del uso de las tecnologías, aprovechando todo aquello que nos ofrecen, y reducir sus riesgos.
En este sentido, el primer consejo que daríamos a las familias es intentar no situarnos en los extremos. Ni cero pantallas, ni todo vale. Para conseguir este equilibro podemos plantearnos hacer un horario consensuado con todos los miembros de la familia para el uso de las tecnologías.
Puede ayudar establecer espacios u horarios sin pantallas donde la familia se junte para realizar actividades de forma colaborativa. Nuestra experiencia trabajando con familias durante estos días, nos dice que puede ser una buena oportunidad para establecer o acercar los vínculos entre los familiares y reforzar la sensación de sentirse parte de la familia. Estos espacios pueden ser tareas de casa que se reparten, hacer ejercicio físico en compañía, las horas de las comidas o momentos de relax dónde podemos hablar de cómo nos sentimos o de lo que haremos cuando todo pase.
Debemos tratar de que, a lo largo del día, se vayan sucediendo diferentes actividades presenciales y digitales que incluyan espacios de cuidado personal (higiene, horas de comida estables y horas de levantarse e irse dormir), responsabilidades y tiempo de ocio.
Los padres muchas veces subestiman el poder del modelaje (enseñar a través de la propia conducta) para conseguir estos objetivos. Si nuestros hijos nos ven todo el día en pijama y pendientes de las pantallas (aunque sea para ver las noticias), es complicado que sigan después nuestras indicaciones en este tema.
También es bueno poder tener espacios donde se comparta la actividad digital (viendo una serie o película en familia y pudiendo fomentar una conversación entorno al contenido que se ha visto), hacer una videoconferencia con otros familiares o amigos o, incluso, jugando algún juego padres e hijos.
Interesarse por los contenidos que consumen los hijos puede darnos una nueva visión de sus intereses y fomentar la comunicación. Y paralelamente podemos supervisar o prevenir los riesgos del uso inadecuado de las redes sociales.
Otro aspecto importante es la diversificación de los contenidos. A veces nos fijamos más en el número de horas que en los propios contenidos. No es lo mismo estar tres horas jugando a un videojuego, que estar una hora haciendo clase online, una hora con un video juego y una hora de una serie.
Recomendamos también hacer un poco de “dieta” informativa. Estos días recibimos mucha información y no siempre de fuentes fiables. Evitar los bulos y evitar formar parte de la cadena de reenvío de estos, contrastando la información y su fuente. De esta manera, recomendamos establecer uno o dos momentos al día, para mantenerse informados y solo de fuentes contrastadas. También ver contenidos de noticias positivas que mejoren nuestro estado emocional: logros que se han conseguido, iniciativas solidarias, proyectos creativos que también se dan en esta situación y a veces tiene poco espacio en los medios de comunicación.
Lo más importante es no desanimarse en el intento de llevar un horario o una estructura “saludable”. No debemos tirar la toalla si un día no nos ha salido bien la estructuración de tareas o si sentimos que nuestro hijo no nos ha hecho caso.
También recordar, que si tenemos una situación que se nos hace insostenible, podemos contar con la ayuda de profesionales que, precisamente con el uso de las nuevas tecnologías, nos pueden asesorar y dar apoyo.
Al final, la creatividad, el humor y la perseverancia son aspectos que nos ayudan a superar situaciones adversas y que amplían nuestro repertorio de recursos personales para afrontar las dificultades en un futuro.