Acuden a nuestros centros, con mayor frecuencia, modelos de familias diferentes al modelo tradicional. Cuando las parejas deciden formar una familia con hijos e hijas, no se plantean ponerse en el escenario de una posible ruptura.
Quizás, las crisis producidas en esta etapa del ciclo vital, y las dificultades para el manejo de las mismas, aceleran procesos de separación en los que si no se establecen parámetros sobre cómo va a seguir funcionando el equipo parental, puede terminar perjudicando la comunicación y el cuidado de los hijos en el futuro.
La ruptura de pareja conlleva un proceso de asimilación, aceptación, y tolerancia a los cambios.
En ocasiones, alguna de las partes no resuelve de forma adecuada la nueva situación que se plantea, por lo que, tienden a surgir conflictos que generan “bandos en lucha”.
Estos actos promueven malestar en todos los miembros, siendo los hijos los más afectados. En muchas ocasiones, se sienten obligados a tomar partido por alguno de los progenitores, e incluso verse inmersos en la disputa legal entre ambos.
El trabajo que realizamos desde la terapia familiar, se centra en establecer canales de comunicación entre adultos que sirvan de vehículo para generar nuevas sintonías relacionales. Se facilita que los cambios que se van a producir, puedan adaptarse de forma adecuada a las necesidades de sus hijos.
Los que presentan mayores dificultades, acompañados de profesionales, pueden tomar decisiones que se orienten a preservar el bienestar y la protección de los mismos desde un lugar de mayor seguridad.
Se plantea, durante el proceso de acompañamiento familiar que, si han sido un equipo antes de la ruptura, ¿porqué van a dejar de serlo ahora?”. Éste es el momento en que sus hijos más les necesitan, tanto afectiva como físicamente.
De ahí, la importancia de ponerles en el centro de las decisiones, y de ayudarles a comprender qué piden ellos para disminuir el sufrimiento por la pérdida de su vida familiar anterior.
Sería adecuado no confundir el amor hacia los hijos con la lucha por ver quién está más cualificado para la crianza. La escucha entre las partes, el diálogo productivo, manejar las emociones propias del duelo en la ruptura, y acordar un plan de actuación como figuras parentales, son objetivos esenciales para un proceso de tratamiento familiar satisfactorio.
Encontrar sus propias fórmulas y ser quienes tomen las decisiones sobre cómo van a continuar funcionando como familia.
Desde nuestros centros, acompañamos a las familias a fomentar el trabajo parental como herramienta idónea para promover el cuidado emocional de los hijos tras la ruptura de pareja.