¿Cómo sabe alguien que necesita ir a un psicólogo? ¿Y para qué va la gente al psicólogo? En la actualidad es muy común escuchar frases como: “Ve a terapia/ Necesitas un psicólogo / Medícate”, cuando alguien expresa cualquier tipo de malestar o acciones fuera de lo que se considera adecuado, a veces como chiste, pero muchas veces como un reproche, y esto, sumado a las campañas de redes sociales de salud mental donde se patologiza y generaliza, y, aunado a tanta terminología referente a la psicología: las heridas de abandono, de rechazo, personas catalogadas como “tóxicas/dependientes/narcisistas”, crea un ambiente sobrecargado en el cual se mezclan problemáticas graves que requieren una mayor atención, con rasgos o malestares cotidianos que se han patologizado en el contexto en el que estamos.
Y es que en esta época donde abunda la información sobre salud mental, se ha desnaturalizado el malestar, convirtiéndonos en una sociedad que clasifica de enfermedad y busca medicalizar los problemas propios de la vida, una tendencia que ya explicaban Talam y Carbonel (2011) hace más de una década, y que sigue siendo relevante a día de hoy.
Actualmente el consumo de psicofármacos ha tenido un gran incremento y cada vez más personas se sienten desbordadas por las exigencias y conflictos de la vida cotidiana (Martínez López-Coterilla et al, 2023), así, un periodo de tristeza tras la muerte de alguien importante o la ansiedad que experimenta una persona que acaba de ser despedida, se vuelven patologías a curar sacadas de contexto, y no partes de un proceso vital normativo.
Una de las razones por las que esto pasa, y que influye en este estado de malestar, es la presión social por ser feliz y negar o rechazar las emociones desagradables. Un estudio publicado por Dejonckheere, E. et al (2022) concluyó en que había una relación muy grande entre la idealización de la felicidad y una disminución considerable del bienestar personal, es decir, mientras más se ve la felicidad como una obligación social (y no como un estado emocional como cualquier otro) mayor presión, y, en consecuencia, mayor es el malestar y el sentimiento de frustración e inadecuación.
Con este panorama, en ocasiones contradictorio, es normal plantearse la necesidad de pedir ayuda, ya sea porque te has identificado con alguna descripción de algo que necesita “ser sanado”, porque tu entorno se preocupa y te dice que te iría bien o porque te sientes mal “cuando no deberías”. Y, si bien iniciar un proceso terapéutico sin un motivo específico es totalmente válido, a veces puede ser un paso que genera mucha inseguridad, así que, ante la pregunta ¿Cómo saber si necesito ir al psicólogo?
Aquí hay una lista de algunas señales de alarma que te pueden servir de guía:
- Pérdida de propósito: Aunque el propósito de la vida es una discusión filosófica muy amplia, vivir constantemente con un sentimiento de vacío desagradable, desgano y la sensación de que la vida pasa en automático puede generar un malestar muy grande. Es común llegar a ciertas etapas de la vida que necesitan ajuste, como el paso hacia la adolescencia, a la adultez y a la vejez, pero normalmente después de un periodo de adaptación la vida vuelve a tener un poco de sentido, si sientes que no hay un sentido, que las cosas que haces no tienen ningún fin, y esto, lejos de generar paz, te genera incertidumbre y desasosiego, quizás un psicólogo te puede ayudar a encontrar otro significado y vivir más plenamente.
- Desbordamiento emocional: Sentir demasiado o muy poco, y que esto interfiera con tu vida, podría ser otra razón para ir a un psicólogo. Las emociones suelen vivirse como olas, y es normal que determinados eventos, tantos positivos como negativos, disparen picos emocionales, por ejemplo: cuando vas a ver a un amigo que no has visto en años puede haber un pico de euforia; o, un pico de ansiedad al recibir un resultado médico grave, pero las emociones tienden a regularse después de un tiempo. Si vives en picos constantes que te agotan y que te traen problemas en tu vida familiar, social o laboral, y sientes que tu vida está controlada por tus emociones sin poder hacer nada para sobrellevarlas, un terapeuta te puede ayudar a entender lo que te pasa y cómo gestionarlo.
- Tu estado natural es el malestar: Antes hablamos de la presión por ser feliz y de ver la felicidad como un estado estático obligatorio y no como un estado emocional como cualquier otro con tendencia a la neutralidad, y si bien esto es cierto, pasa lo mismo con el malestar. Cuando gran parte de tu día y de tu vida se encuentran en un estado emocional desagradable (Puede ser por ansiedad, tristeza, rabia, melancolía, frustración, etc.) entonces es momento de pedir ayuda, tu estado emocional natural no tiene porqué sentirse como una carga pesada.
- Rigidez: Las normas y las reglas, tanto internas como sociales, nos pueden ayudar a sentirnos seguros y saber cómo manejarnos en distintos entornos y situaciones, sin embargo, a veces, estas reglas se nos van de la mano y comienzan a afectar nuestra vida cotidiana, por ejemplo, si tienes reglas relacionadas con la alimentación que afectan tu salud y que sientes que no puedes controlar, o tienes rituales en casa que afectan la convivencia con tus familiares. Si tú o tu entorno nota que esta rigidez te está haciendo daño o está afectando tus relaciones, es un indicador de que te puedes beneficiar de un tratamiento psicológico.
- Dificultades en las relaciones sociales: La familia, los amigos y la pareja suelen representar una parte muy importante de nuestro bienestar y malestar, y si bien los conflictos en relaciones muchas veces son sanos, ya que su resolución nos puede ayudar a mejorar aspectos personales y sentirnos más cercanos con la otra persona, para muchas personas son un disparador importante de emociones desagradables y difíciles de sostener ya sea por su incapacidad para poner límites, comunicación ineficiente y la repetición de patrones relacionales nocivos, estas dificultades pueden ser una señal de que necesitamos ayuda en esta área.

A grandes rasgos se podría decir que la psicología clínica aborda el cómo nos comportamos (pensamientos, emociones, acciones) y nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás, por lo que cualquier estado que afecte de manera significativa el cómo nos sentimos y nos impida volver a un estado de tranquilidad, especialmente si lleva mucho tiempo, es una alerta de que quizás necesitamos ayuda.
Según McLoughlin et al (2023) el objetivo de la psicoterapia es ayudar a la persona a vivir una vida plena de significado y coherente con los valores personales de cada uno, en la cual se acepta el malestar como una parte de la misma, sin que este determine cómo se vive, y entonces ¿Cómo pido ayuda?
Una vez que has decidido buscar ayuda, viene la tarea de escoger un terapeuta, hay muchas maneras de hacerlo. Actualmente muchas personas asisten a terapia, por ejemplo, y puedes preguntar a familiares o amigos sobre sus terapeutas.
Otra opción es buscar en centros especializados en salud mental, si sabes hacia dónde se orienta tu problemática (Ansiedad, problemas con las relaciones, trastornos de conducta Alimentaria (TCA), dificultades familiares, etc.) puedes filtrar. En el presente hay muchas especialidades en el campo de la psicoterapia y buscar a un especialista en tu tipo de necesidad puede ser la mejor opción.
Cuando no sabes lo que necesitas, en los centros de salud mental puedes hacer una visita diagnóstica, después de la cual te darán una orientación de tratamiento e incluso te pueden asignar un terapeuta de acuerdo con tu problemática y perfil, lo cual te puede facilitar el proceso.
Siempre es importante asegurarse de que el terapeuta que selecciones esté habilitado para dar psicoterapia.
Iniciar un proceso terapéutico puede ser algo difícil, y a veces incómodo, pero te puede acercar a otro tipo de vida más tranquilo y pleno.
Bibliografía
Martínez, M. D. L. L. C. (2023). The medicalization of life: An interdisciplinary approach. Heliyon, 9(6). McLoughlin, S., & Roche, B. T. (2023). ACT: A process-based therapy in search of a process. Behavior Therapy, 54(6), 939-955.
Talarn, A., Rigat, A., & Carbonell, X. (2011). Los malestares psicológicos en la sociedad del bienestar. Aloma: Revista de Psicologia, Ciències de l'Educació i de l'Esport, (29).