La heroína es una droga ilegal extremadamente adictiva cuyo consumo constituye un serio problema, tanto para quien la consume como para su entorno más cercano y la sociedad en general. El consumo de este opioide puede generar adicción a muy corto plazo y, a menudo, sobredosis. Hecho que pone en grave peligro la vida de quienes la consumen.
La heroína, también conocida bajo el nombre de “caballo”, se procesa a partir de la morfina, una sustancia que se extrae del opio que actúa sobre el sistema nervioso central como un sedante y analgésico.
Generalmente se presenta en forma de polvo blanco o marrón y, en cuanto a la forma de consumirla, se puede inyectar, inhalar o fumar. Todas estas vías de administración constituyen una manera rápida para que la droga llegue al cerebro.
En España, según el informe del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías , el consumo de heroína registra una tendencia a la baja en consumidores de alto riesgo desde 2010, que se estabilizó durante el 2013-2014. Pese a la disminución de consumidores, la heroína sigue siendo la principal sustancia asociada a consecuencias graves para la salud y la sociedad, como por ejemplo infecciones relacionadas con su consumo, como por ejemplo el VIH, y delincuencia.
Efectos a corto plazo
El efecto de la heroína es inmediato. Quienes la consumen describen una sensación de euforia, placer y bienestar. Una vez ha pasado el efecto de la dosis de este opioide, quien lo consume desea repetir la sensación cuanto antes. Este es el primer paso hacia una adicción
Además de una sensación placentera y de euforia en un primer momento, la heroína produce una disminución de la frecuencia cardíaca, una bajada de presión y de la temperatura corporal, no se percibe el dolor, cambios en la agudeza visual y disminución de la sensación de hambre.
También suele acompañarse de un enrojecimiento de la piel, sequedad bucal y pesadez en las extremidades. Y, a veces, nauseas, vómitos y una sensación de picor intenso.
Tras el consumo, la persona se siente adormilada durante varias horas en las que sus funciones mentales estarán obnubiladas. Es en este período cuando la frecuencia cardíaca es más lenta y se reduce el ritmo respiratorio, lo que puede suponer un riesgo para la vida. En este estado se puede producir un coma, con el consecuente daño cerebral permanente.
En cuanto a otras consecuencias inmediatas los consumidores de esta droga corren más riesgo de contraer enfermedades infecciosas, como por ejemplo hepatitis víricas, B y C, tuberculosis, VIH/sida y otros virus que se transmiten a través de la sangre, ya que suelen compartir utensilios, como por ejemplo jeringuillas, cazoletas o filtros.
Las personas adictas, a su vez, pueden transmitir estas enfermedades a sus parejas sexuales y también a sus hijos.
Efectos a largo plazo
El consumo de esta droga modifica la estructura del cerebro y su funcionamiento. Hecho que se traduce en una dificultad a la hora de tomar decisiones y regular su comportamiento en situaciones de estrés.
La adicción a la heroína puede producir los efectos siguientes sobre el cuerpo humano:
- Infecciones bacterianas en los vasos sanguíneos
- Infecciones en las válvulas del corazón
- Problemas musculares y articulares
- Enfermedades en riñones e hígado
- Afectación pulmonar: neumonía y tuberculosis
- Obstrucción de las venas
Además, la heroína puede contener diversas sustancias que no se disuelven completamente y que pueden obstruir los vasos sanguíneos que llevan a los pulmones, el hígado, los riñones, el cerebro; lo que puede causar infecciones o la muerte de pequeñas áreas de células en órganos vitales. Además de reacciones inmunes a estos aditivos que pueden causar artritis y otros problemas reumáticos.
La adicción a la heroína se caracteriza por la búsqueda y consumo compulsivo de esta sustancia, las personas adictas que cada vez necesitan dosis más altas para obtener los mismos resultados y en poco tiempo se establece una dependencia que provoca un grave deterioro en sus relaciones sociales y familiares. En poco tiempo la adicción se apodera de sus vidas y su único objetivo es conseguir la dosis necesaria para superar el día.
La falta de una dosis adecuada o la interrupción del consumo pude producir lo que se llama “síndrome de abstinencia”, también conocido como “mono”. Este puede presentarse pocas horas después del último consumo. Los síntomas tienen el pico más alto entre las 24 y las 48 h desde la última dosis y disminuyen al cabo de una semana, aproximadamente. Aunque hay quien ha sufrido este síndrome algunos meses. Durante este tiempo el paciente presenta ansiedad, agitación, dolor muscular, escalofríos, sudor e, incluso, fiebre.
Por último, y especialmente tras un período de abstinencia, el riesgo de sufrir una sobredosis es muy elevado.
El tratamiento en Ita Adicciones
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