África Domínguez, enfermera especialista en salud mental y adicciones, cuenta porqué decidió dedicarse a esta profesión.
Recuerdo cuanto disfrutaba viendo la serie “Emergencias” en mi adolescencia y cómo eso me ayudó a tener más claro cuál podría ser mi futuro… ya me veía corriendo por los pasillos ante una situación de gravedad para salvar la vida de alguien.
Tras 26 años en la profesión ¡cómo pasa el tiempo! veo claro cómo cambia la perspectiva desde ese momento hasta el día de hoy. Lo más importante no es salvar la vida de alguien, algo muy peliculero, sino formar parte de una experiencia vital que en muchos casos puede derivar en un punto de inflexión en la vida de alguien.
Joven y con muchas ganas de aprender y formarme, trabajé en distintos hospitales y en diferentes servicios, todos emocionantes. Hasta que no se si fue el destino o la casualidad empecé a trabajar hace 20 años en el ámbito de la salud mental relacionada con las adicciones y los trastornos mentales.
Después de tantos años, me sigue apasionando. En aquel entonces descubrí que SER ENFERMERA no se limitaba al cuidado físico de los pacientes, que no se limitaba a las técnicas propias de la profesión, sino que se abría un amplio campo en el que los profesionales de la enfermería tienen un papel fundamental en el cuidado directo de los pacientes en todos los aspectos biopsicosociales y que además del paciente hay una familia detrás que también necesita atención. Que formamos y somos parte importante de un equipo multidisciplinar que acompaña a los pacientes en su recuperación y estabilización.
Es natural pensar que lo más importante es “salvar al paciente”; pero no solo a este/a. Una de las cosas buenas de esta profesión es trabajar con la familia; en una intervención que va más allá de lo individual. Con la profesión enfermera descubres como cada acción genera un efecto en su entorno. Y no hay que olvidar, que los enfermeros somos la cara visible de un equipo humano, el cual muchas veces nos olvidamos que existe.
Que hay días de todo, que hay días que te planteas si vale la pena el esfuerzo, pero personalmente, me cuesta mucho tirar la toalla, creo que hay que luchar hasta el final, que todas las personas se merecen nuevas oportunidades.
Hoy miro hacia atrás y solo encuentro palabras de agradecimiento a todas aquellas personas, pacientes y a sus familias que, me han permitido entrar en sus vidas y poderles ayudar y acompañar en momentos muy duros que tiempo después se ven recompensados con la recuperación de sus vidas.
Y lo más estimulante es seguir aprendiendo día a día, y ver a gente joven que empieza en la profesión y que llega con esa ilusión con la que yo empecé, eso te da energía para seguir adelante.
