¡Nadie me comprende! Es un mensaje que se repite de forma incesante en la mente, y en el discurso, de muchos pacientes con Trastorno de la Conducta Alimentaria. El sentimiento de soledad que les acompaña es uno de los factores mantenedores del trastorno, ya que fomenta el aislamiento y promueve que no se compartan las experiencias relacionadas con el síntoma, dificultando así la detección del mismo.
En el punto inicial del tratamiento, el grupo acoge al nuevo miembro, -que comienza un duro camino, muchas veces sin ni siquiera querer hacerlo-, y le ofrece un lugar seguro en el que poder empezar a hablar de lo que le ha traído hasta aquí y los miedos que le impiden salir de ese bucle de malestar en el que está metido.
En Ita apostamos por un tratamiento multimodal, en el que la psicoterapia grupal tiene un papel fundamental debido a su eficacia altamente reconocida. Mediante el liderazgo de terapeutas especializados, los miembros del grupo, -abierto y heterogéneo-, persiguen un objetivo común; la recuperación de un nivel de bienestar físico y emocional que les permita crear un proyecto de vida autónomo y saludable.
Pero, ¿por qué el tratamiento grupal ha demostrado, en una gran variedad de patologías, su alta eficacia (Yalom, 1970)?
- Ofrece esperanza: La heterogeneidad de los grupos favorece la interacción entre pacientes que se encuentran en distintos niveles o momentos del tratamiento, lo que promueve la creación de expectativas positivas respecto a la superación del trastorno.
- Universalidad: El grupo terapéutico es un lugar en el que se comparten libremente las conductas sintomáticas o el malestar que les producen, lo que permite que los pacientes se identifiquen unos con otros, compartan experiencias emocionales similares y puedan expresarse con la certeza de que no serán juzgados.
- Proporciona información: Mediante la intervención del terapeuta, se realizan talleres y actividades psicoeducativas que favorecen la comprensión del trastorno y promueven hábitos de vida más saludables y adaptativos.
- Altruismo: Todos los miembros del grupo tienen un objetivo común; superar el trastorno, por lo que cada paciente no se centra únicamente en su tratamiento, sino que ayuda a los demás a acercarse a su meta, lo que promueve el aumento de la autoestima y favorece un clima de solidaridad y cooperación.
- Aprendizaje por imitación: Estar en constante interacción con otros pacientes que luchan contra dificultades similares ofrece una fuente inagotable de experiencias, aprendiendo de los aciertos y los errores de los compañeros.
- Catarsis: El grupo constituye un espacio seguro de descarga emocional, al promoverse una actitud de aceptación incondicional en todos sus miembros.
- Modificación patrones de relación disfuncionales: El espacio grupal permite que se reproduzcan los patrones de interacción aprendidos en la infancia, identificando aquellos que puedan resultar disfuncionales y constituyendo un espacio de práctica para la implementación de nuevos esquemas de relación más adaptativos. En este proceso, el grupo es relevante por dos motivos; en primer lugar porque permite la práctica y, en segundo lugar, porque se fomenta que los compañeros ofrezcan un feedback constante que potencia el efecto terapéutico de cambio.
- Cohesión: La naturaleza del grupo es abierta y heterogénea, lo que significa que está en constante cambio, por lo que se realizan dinámicas y actividades para fomentar actitudes de aceptación y apoyo mutuo.
- Aprendizaje interpersonal: El grupo permite que se vivan experiencias emocionalmente reparadoras, siendo una pequeña representación de la sociedad, y un paso previo a la puesta en práctica de las estrategias de relación aprendidas en otros entornos.
