En el sector social-sanitario, a menudo te encuentras con historias difíciles de entender a la razón del ser humano. Historias de desencanto, de desilusión, de mala suerte.
Son historias que a cualquiera de nosotras y nosotros nos encogen el alma, nos remueven e intentas buscar un porqué inexistente.
En la obra de teatro “Pots ser tu, puc ser jo” que da voz a dos madres y dos adolescentes que relatan en primera persona sus vivencias entorno a la salud mental, obra en la que ha colaborado Ita Canet, se exponían dibujos que habían hecho las pacientes del centro. Aquí había una que llamaba la atención: una figura blanca, encogida, sostenía otra figura igual, su otro yo, pero en negro. Esta figura se sentía pesada, molesta, y, sin embargo, la figura blanca, aunque su posición reflejaba esa carga, agarraba los brazos de la figura negra, como quien lleva a un niño pequeño.
Así son las historias que nos encontramos a menudo en los centros de Clariane desde todas las áreas: adolescencia, adultos sin hogar, con problemas de salud mental, daño cerebral, infancia… Son tantas las personas que nos rodean que permanecen en el concepto de ese dibujo que no nos damos cuenta de lo que supone esa imagen.
Cuando conocemos ciertas historias que nos caen en el estómago como una piedra, posteriormente las sentimos leves. Esa levedad procede de la capacidad que tienen las y los profesionales para transformarlos.
Y la figura blanca comienza a erguirse un poco más, ya no va tan encorvada para que ese peso no se caiga.
De primeras ves la convivencia en el centro, la relación en general, el ambiente, el trato cercano; y luego todos los programas que existen para conseguir abordar cada mota del malestar, la coordinación, y la capacidad de adaptación no solo a las necesidades de las personas, sino al entorno: ya sean familias o entorno social general.
El equipo profesional tiene así la habilidad de generar cambios continuados, quitando uno de esos brazos que sostienen a la figura.
Ya la persona no va tan encorvada y además ese negror solo lo sujeta un solo brazo.
Ya no es una carga pesada que les hace caer, ya comienza a ser un problema con solución. Ya se van desligando de ese peso que les somete. Ya no es el condicionante principal de su vida, ya consiguen hacer un mapa, ya cogen las riendas de su vida.
Conocemos muy bien el término persona vitamina. Pero debe existir una que dé significado a los profesionales que consiguen que esa imagen vaya cambiando, que tienen la magia de dotar de levedad a las historias que conocemos.
Para mí son personas oxígeno. Aquellas que producen energía y que generan un beneficio para salud, produciendo cambios físicos y psíquicos. Personas que reducen los niveles de ansiedad, y que son clave en el funcionamiento. El oxígeno no pesa, es liviano, como aquellas historias que compartimos.