El apego se describe como un vínculo emocional afectivo entre un niño/a y sus cuidadores desde los primeros momentos de vida, su función es un papel esencial en el desarrollo psicológico y emocional, cuya especialidad se basa en buscar la cercanía del otro, y que nos sintamos seguros ante la figura de apego.
Existen diferentes tipos de apego en la Teoría del Apego, desarrollada por John Bowlby en el 1960. Que describen los efectos de las relaciones que se establecen entre las personas, principalmente en las relaciones familiares y que pueden influir significativamente en el desarrollo emocional y social a lo largo de la vida.
1. Apego Seguro
El apego seguro se caracteriza por la confianza en la disponibilidad y receptividad de los cuidadores. Se establece cuando los cuidadores responden de manera consistente a las necesidades del niño/a, brindándole seguridad y cuidados. Los niños con este tipo de apego se sienten queridos, aceptados y valorados. Entornan su entorno de manera activa, interactúan confiada con el entorno, ya que saben que tienen una base segura a la que regresar en momentos de angustia.
Las implicaciones psicológicas positivas de este tipo de apego incluyen autoimagen positiva, una mayor autoestima, la capacidad para regular las emociones y la habilidad para establecer relaciones saludables basadas en la confianza y la empatía.
2. Apego Ansioso-Ambivalente
En el apego ansioso-ambivalente, los cuidadores se caracterizan por ser impredecibles en sus respuestas, generando angustia en el niño/a sobre la disponibilidad de afecto, llegando incluso a mostrar ansiedad cuando sus cuidadores están presentes. Estos niños pueden volverse dependientes de la atención constante. El niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad. Las emociones más frecuentes en este tipo de apego son el miedo y la angustia agravada ante las separaciones, así como una dificultad para calmarse cuando el cuidador vuelve.
Las implicaciones a lo largo de la vida pueden incluir dificultades en el establecimiento de relaciones equilibradas, ansiedad en las interacciones sociales, una necesidad constante de validación externa, y una autoestima variable dependiendo de la respuesta de los demás.
3. Apego Evitativo
En el apego evitativo aparece cuando los cuidadores muestran inconsistencia emocional o son poco receptivos, se desarrolla este tipo de apego. Los niños parecen mostrar poco interés en la presencia o ausencia de los cuidadores. Los niños asumen que no pueden contar con sus cuidadores, ya que les provocan sufrimiento. Evitan el contacto cercano, y no lloran cuando se separan de su cuidador. Asumen y desarrollan una distancia emocional debido al sentimiento de no sentirse queridos y valorados.
Las implicaciones que pueden tener son dificultad en relaciones futuras, así como una tendencia a la autocontención excesiva. Psicológicamente, esto puede resultar en una resistencia a la intimidad emocional, la tendencia a minimizar la importancia de las relaciones y la dificultad para confiar plenamente en los demás, por ello, tienden a independizarse prematuramente
4. Apego Desorganizado
El apego desorganizado es un patrón de comportamiento contradictorio e inadecuados, donde los niños pueden mostrar respuestas incoherentes y contradictorias hacia sus cuidadores. Esto puede suceder, en entornos donde los cuidadores son fuentes de miedo o trauma, con conductas negligentes o inseguras. El perfil de este tipo de apego se caracteriza por niños con conductas explosivas, destructivas, impulsivas, así como gran dificultad para entender y comprender a las personas.
Este tipo de apego puede tener implicaciones significativas en la salud mental y el bienestar emocional a lo largo de la vida, y una sensación generalizada de confusión en las relaciones interpersonales.
El entendimiento de estos tipos de apego es crucial desde una perspectiva psicológica. La forma en que los individuos experimentan el apego en la infancia influye en la percepción de sí mismos y en sus relaciones a lo largo de la vida. Los psicólogos utilizan este conocimiento para abordar y tratar problemas psicológicos, ayudando a las personas a reconstruir patrones de apego disfuncionales y cultivar relaciones más saludables consigo mismas y con los demás.
En conclusión, el tipo de apego desarrollado en la infancia puede tener profundas implicaciones en el desarrollo emocional y social de una persona. Comprender estos patrones de apego no solo es crucial para los profesionales de la salud mental, sino también para los padres y cuidadores, ya que puede influir en la forma en que se establecen y mantienen relaciones a lo largo de toda la vida.
En última instancia, el apego y sus implicaciones psicológicas destacan la importancia de un entorno afectivo y de apoyo en la formación de la salud mental y el bienestar emocional a lo largo de la vida. Fomentar un apego seguro proporciona una base sólida para el bienestar emocional y la resiliencia en el futuro.
