Todas las personas construimos a lo largo de nuestra vida una relación con nuestro cuerpo. Esta relación se forma a partir de nuestras vivencias, de los mensajes que recibimos sobre cómo es nuestro cuerpo o cómo debería ser y de nuestra propia apariencia. Todo esto genera creencias, actitudes y emociones hacia nuestra imagen corporal y determina que nuestra percepción de nuestro cuerpo sea más o menos saludable.
Las personas del paleolítico, en especial las mujeres, ya sufrían la presión social por tener cuerpos voluptuosos con grandes senos y caderas para ser elegidas por los hombres para la reproducción. Esta presión se ha mantenido a lo largo de la evolución de diferentes formas. Actualmente no solo convivimos con nuestra tribu, sino que nos exponemos en redes sociales a cientos, miles incluso millones de personas, por lo tanto, esta presión social es ahora mucho mayor que cuando estas no existían.
Se ha publicado que las personas pasamos entre 2 y 5 horas al día utilizando redes sociales como Instagram o Facebook. Ocupamos más tiempo mirando la imagen y los cuerpos de otras personas y comparándonos con ellas, del que pasamos charlando o disfrutando con nuestros amigos o familia. 
Si alguien nos estuviese diciendo durante varias horas al día, “tu cuerpo no es suficientemente válido”, “tú nunca podrás aspirar a esa vida”, “tú tienes celulitis y esta influencer no”, nuestra autoestima se vería muy afectada. Esto es lo que ocurre cuando nos comparamos con los demás durante horas mirando nuestro teléfono móvil. De hecho, recientemente se ha publicado que los creadores de estas redes sociales investigaron y concluyeron que el uso de estas plataformas es perjudicial para la salud mental de quienes la utilizan.
Si nos paramos en las personas que padecen un Trastorno Alimentario, todavía hay quien piensa que solo buscan alcanzar el cuerpo ideal y que llevan esta búsqueda de perfección al extremo. Sin embargo, las personas que tienen un TCA, además de sufrir el bombardeo diario de imágenes y vídeos en las redes sociales, repercutiendo sobre su autoestima, utilizan su cuerpo como saco de boxeo de sus problemas y emociones, derivadas de situaciones de abuso, maltrato, acoso, bullying y ciberbullying, problemas familiares, etc. Estos pacientes, al igual que el resto de las personas que no padecen esta enfermedad, forman su relación con el cuerpo a raíz de sus vivencias y mensajes del exterior y cuando el resultado de esto genera una relación patológica con su imagen corporal, utilizan el control y la modificación de su cuerpo, como forma de sobreponerse y seguir viviendo a pesar de estas vivencias traumáticas. En muchas ocasiones pretenden hacer desaparecer su cuerpo dejando de comer o purgándose, intentando borrar experiencias traumáticas. Otras veces, pretenden llenar vacíos con comida, para no sentir emociones como sufrimiento, culpa o incomprensión.
Es imprescindible trabajar la imagen corporal y la relación con su cuerpo en estas personas.
En ITA-ABB Sevilla, realizamos semanalmente, tanto con el grupo de pacientes mayores de edad, como con el grupo de menores, diversos talleres, donde comenzamos identificando qué experiencias vitales han influido en la relación que hoy día tienen con su cuerpo, así como lo que les influye actualmente, prestando mucha atención a esta presión e fluencia social que experimentan diariamente en la redes sociales y qué función tiene el Trastorno Alimentario en sus vidas, a qué les ayuda y por qué necesitan el control o descontrol de su cuerpo. En estos talleres ayudamos a los pacientes a que reconozcan y acepten su cuerpo tal y cómo es, trabajando la distorsión de su imagen corporal analizando las conductas patológicas que realizan con su cuerpo. Con la ayuda del grupo terapéutico, van enfrentándose a exponer su cuerpo, para así reparar y formar una nueva relación con su imagen corporal, aprendiendo a protegerse de la influencia social y a sobrevivir a sus experiencias vitales, sobreponiéndose a ellas, sin utilizar para ello el Trastorno Alimentario.
