El programa terapéutico de la unidad de Trastornos de Conducta de Ita considera que el individuo es el eje central del tratamiento, tratado globalmente, desde una perspectiva biopsicosocial.
La construcción de nuestro modelo de tratamiento de las adicciones, requiere que toda intervención debe construirse alrededor del individuo y de su proceso de cambio personal con una mirada global que permita afrontar, en su conjunto, la problemática relativa a las conductas adictivas. Esto implica, que desde el paradigma bio-psico-social, se define el diagnóstico y la intervención en un marco integrador donde las diferentes disciplinas aportan su comprensión y sus recursos.
El programa de intervención de la unidad incluye 4 líneas de intervención:
- Intervención en el espacio de psicoterapia Individual
- Intervención en el espacio de psicoterapia familiar
- Intervención en el espacio de Grupos Terapéuticos
- Intervención socioeducativa en la planificación del tiempo libre y vinculación a recursos educativos y recursos de ocio saludable
De esta manera, el tratamiento es personalizado e individualizado y nos marca la misión de mantener el tratamiento lo más adaptado posible a la problemática, a las características y a los recursos personales del paciente.
Dicho tratamiento incluye 4 fases: DESINTOXICACIÓN, DESHABITUACIÓN, REHABILITACIÓN y REINSERCIÓN.
Las fases se presentan de forma consecutiva, pero en realidad las fases se constituyen a lo largo de todo el tratamiento, como un conjunto dinámico donde cada una se potencia y enriquece con la otra.
En una primera fase nos encontramos con la necesidad de afrontar los aspectos más neuroquímicos de las adicciones; estos aspectos coinciden temporalmente con la primera fase del tratamiento, se trata de la etapa relativa a la DESINTOXICACIÓN. En nuestra realidad esta etapa del tratamiento se lleva a cabo en un régimen de hospitalización, completa o parcial (HD), en ambos casos la evaluación interdisciplinar definirá las pautas personalizadas para afrontar las problemáticas relacionadas.
En el mismo nivel de intervención, pero en un momento más avanzado, nos encontramos con la segunda fase, la DESHABITUACIÓN; la deshabituación se mantiene en el nivel conductual, pero plantea un proceso de reeducación de los hábitos diarios, proponiendo rutinas más sanas (sueño, comida, cuidado personal) actividades más funcionales (deporte, estudio, ocio, terapia).
La tercera fase ocupa la dimensión del cambio personal. En definitiva, se entiende el cambio personal como la adquisición de competencias tanto relativas a las características específicas de las adiciones (competencias cognitivas y conductuales) y competencias de cariz más transversal y amplio (las competencias metacognitivas sobre emociones, relaciones e identidad persona). Nos referimos a esta fase como REHABILITACIÓN. Los objetivos de esta fase son volver a empoderar la persona liberándola de las limitaciones que los comportamientos adictivos han causado en su vida, acompañando la persona en la reconstrucción de su proyecto personal tanto en el ámbito afectivo como en el formativo/profesional. La rehabilitación se encuentra temporalmente a medio camino en tratamiento y representa el reto más grande para el paciente y su familia.
Tal y como indica el cuarto principio, en nuestro modelo la intervención psicoterapéutica y el proceso de cambio personal se considera el elemento más importante del tratamiento, motivo por el cual, consideramos de vital importancia poder acompañar a nuestros pacientes en la exploración de nuevos entornos saludables con el fin de poder fomentar el cambio de la persona y de su sistema para que permita afrontar el siguiente paso de la reinserción habiendo adquirido, tanto el individuo como la familia, habilidades de: comunicación, gestión emocional, flexibilidad cognitiva, conductual, etc.