Trastornos del Neurodesarrollo

Neurodiversidad y Autismo

03 de Abril, 2022 Berta Massaguer Bardají

En 1998 la socióloga y activista Judy Singer acuñó el término neurodiversidad como sinónimo de biodiversidad neurológica. En este sentido, este término supuso un cambio de palabra, además de un cambio de paradigma y cambio conceptual. El paradigma de la neurodiversidad hace referencia a las diferencias que existen entre los cerebros de la especie humana. En consecuencia, todos somos personas neurodiversas.

 

Supone asumir que cada persona, procesa la información de una manera diferente y única. En este sentido, se apuesta por entender que la diferencia no debe suponer un estigma ni concepto negativo, únicamente se apuesta por normalizar las diferencias.

Bajo el paradigma de la neurodiversidad,  se defiende la inclusión y en consecuencia, la igualdad de derechos y equidad de condiciones entre las personas, independientemente de sus características y condiciones.

 

Teniendo en cuenta esta amplia variedad, existen algunas personas que comparten más características entre ellas y siguen un desarrollo neurológico que puede considerarse “típico” y en consecuencia, se las llama “neurotípicas”. Así mismo, cabe destacar que existe un porcentaje más reducido de población que comparte un desarrollo neurológico diferente a la mayoría descrita anteriormente. A estas personas se las define como neurodivergentes. Dentro de este colectivo, hay personas con autismo, TDAH, dispraxia, dislexia, etc.

 

En consecuencia, el paradigma de la neurodiversidad apuesta por entender el autismo como una expresión de la diversidad humana. Singer se interesó por el autismo y rechazó la idea de discapacidad asociada al autismo, entendiendo las diferencias de una forma comprensiva, sensible y natural.

Además de que la neurodiversidad se basa en una mirada respetuosa que tiene como objetivo evitar y rechazar el estigma, apuesta por sus habilidades y fortalezas. Ha supuesto un cambio de mirada en la sociedad, sobre todo para la comunidad autista, familias y profesionales que ya utilizan y han adoptado el término de neurodiversidad, y en consecuencia han modificado su forma de comprender el autismo, siendo ésta mucho más comprensiva.

Respecto a las personas con condición autista, la tendencia desde otras visiones o puntos de vista, es centrarse en las dificultades o “déficits”, aun así, es importante tener presente que las personas con autismo pueden tener unas buenas habilidades como la memoria, recordar algunos sucesos o fechas, realizar cálculos lógicos y matemáticos y una gran atención al detalle.

En este sentido, desde este paradigma se apuesta por los derechos y oportunidades de todas las personas, así como de las personas con diversidad funcional, ya que a menudo tienen más dificultades para la inserción laboral, ya que se objetiva como faltan apoyos y adaptaciones y son personas con un gran talento que a menudo no se aprecia o no se ve.

 

Teniendo en cuenta este cambio de paradigma, se evidencia como son de importantes las palabras, para cambiar nuestra mirada y referirnos a un concepto o colectivo. Puesto que, en el caso del autismo, se puede hablar de “déficits” o “dificultades” o bien podríamos hablar de “desafíos”. Así como a veces, se habla de funcionalidad y algunos profesionales para referirse a alguna persona autista o bien en algunos informes clínicos, se hace referencia al concepto “poco funcional”, pudiéndose sustituir por “necesita muchas ayudas”.

Además, la neurodiversidad es una forma de romper algunos mitos y creencias que se generan alrededor del autismo que condicionan la mirada hacia el colectivo.

 

Desde Ita queremos dar visibilidad a esta condición con la finalidad de sensibilizar y concienciar a la población general sobre el autismo, además de normalizar y visibilizar que existen formas muy diversas de pensar, ser y de relacionarse con los demás.

Coordinadora clínica de la Unidad de Neurodesarrollo de Ita Argentona.

 Psicóloga sanitaria experta en intervención y diagnóstico de los Trastornos del Espectro Autista. 

Educadora social. 

Postgrado de Experto en Intervenciones Sistémicas en la Escuela de Terapia Familiar de Sant Pau.

Doctoranda en Psicología