Mi hijo está deprimido, ¿qué hago?
Si su hijo está deprimido nuestra recomendación es la de consultar con especialistas de la salud mental para que puedan valorarlo y plantear el tipo de intervención más adecuada. Aunque en muchos casos es el mismo adolescente quien solicita ayuda, en otros puede ser reacio, dice que está bien, que no le pasa nada… pero si usted observa comportamientos preocupantes y/o intuye que no es así, hay que seguir insistiendo.
Que su hijo/a se sienta implicado/a en la decisión de pedir ayuda, explicarle el proceso que se va a seguir y tener en cuenta su opinión o preferencias suele ayudar a dar el paso. Crear espacios en los que poder hablar de cómo se siente, con actitud de escucha, sin juzgar, sin buscar soluciones rápidas (porque no las hay).
Hay actitudes que aunque sean con la mejor intención son contraproducentes. Como intentar animar y pedirle que haga tal cosa o tal otra que así se animará. Sería como decirle a alguien con una pierna rota que camine para que se le cure. Si le proponemos que haga cosas para estar mejor aumentamos el estrés y su sentimiento de culpabilidad.
En un intento de ayudar, minimizar sus problemas con comentarios como "no es para tanto”, “te preocupa demasiado”... sin darnos cuenta, esta actitud culpabiliza a la persona por estar afectada. Vemos sus problemas desde nuestra realidad de adultos, con otros recursos y otro bagaje. Por muy insignificante que nos parezca, su queja para él/ella es importante y le está afectando.
Dejar pasar el tiempo con la esperanza de que pase o que sean “cosas de la edad” no ayuda a su hijo/a. Confíe en su instinto y consulte con profesionales de la salud mental.