Según la RAE, el miedo es la sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario.
La Teoría Focalizada en las Emociones (Greenberg, L. 2000) explica que el miedo no es negativo. Nos protege de una amenaza al preparar al organismo para afrontarlo. Si no existiera, no nos percataríamos del peligro inminente y acabaríamos presas de la situación temida. Aun así, hay un miedo que nos paraliza y nos bloquea y que, por tanto, acaba resultando poco útil para la supervivencia. Se trata de ese miedo irracional o imaginario que provoca la angustia o la ansiedad y puede venir del exterior o de nuestro interior.
En estos tiempos del Coronavirus, el miedo ha aflorado en las personas y esta emoción es la que nos prepara para hacerle frente, para protegernos y no enfermar. Si no hubiera aparecido, las consecuencias hubieran sido muchísimo peores de lo que estamos viviendo ahora.
El Covid-19 ha puesto en jaque a aquellas necesidades y valores que desde la sociedad occidental creíamos que estaban bien cimentadas en nuestras vidas. Usaré la idea de la Pirámide de Maslow para explicarlo:
Maslow era un psicólogo que, a mediados del Siglo XX, desarrolló una teoría explicando cómo el ser humano necesita cubrir una serie de necesidades que van desde las más básicas a las más elevadas. Existe una jerarquía dónde se deben satisfacer las más básicas para llegar a las capas más altas.
Esta sería la Pirámide de Maslow genuina.
Pero como decía, me interesa hacer esta analogía y relacionar el miedo con el Coronavirus y cómo el Mindfulness nos puede ayudar a ser un poco más felices en estos tiempos de incertidumbre.
Según Maslow, en la primera franja de la pirámide tendríamos las necesidades fisiológicas de supervivencia que tienen que ver con poder respirar, comer, beber, descansar, dormir. Si estas no están cubiertas, difícilmente podremos pasar a satisfacer las siguientes.
El Covid-19 ha puesto “patas arriba” esta primera fase y por tanto ha surgido el miedo a enfermar, a respirar el virus.
Mindfulness nos puede ayudar a valorar la respiración: debemos aprender a respirar, a centrarnos en la respiración y conseguir unos momentos de paz y tranquilidad.
En la segunda franja tenemos las necesidades relacionadas con la seguridad física que nos da la estabilidad. Se consigue si las del primer estadio están cubiertas. Tener un empleo, tener una casa que nos cobije, una familia.
El daño que ha hecho el Covid-19 es considerable. Nos encontramos con una tasa de paro en el mundo que se ha disparado de tal manera que está haciendo tambalear la economía mundial.
El miedo a perder el trabajo, a no tener capital para hacer frente a las necesidades más básicas han torpedeado a casi toda la población.
Aquí Mindfulness nos enseña a no sobredimensionar ni minimizar el problema, a pensar con claridad sobre la realidad del asunto, solo así seremos capaces de tomar decisiones que permitan subsistir y hacer frente al problema
En la tercera franja de necesidades, nos encontramos las relacionadas con el afecto, las amistades, lo social.
Aparece el miedo al abandono, a quedarse solo en la vida, a no tener un grupo de pertenencia. Y que decir del contacto físico. El mantener un metro y medio de distancia entre personas, el no poder tocarnos, abrazarnos, besarnos, ha trastocado algo tan importante para el ser humano como es el mostrar afecto y cariño. Según la teoría de Mindfulness y Compasión el hecho del tacto produce “oxitocina” la hormona que ayuda al parto y que está relacionada con el amor y la seguridad.
Sin embargo, el Covid-19, no solo no ha conseguido sumergir a la población en la soledad, sino todo lo contrario. Son muchas las iniciativas que a nivel social han surgido para hacernos sentir que no estamos solos, que todos estamos en esta guerra. La solidaridad a dado pie a que los más desvalidos se sientan acompañados. Los “aplausos a las 8h”, no solo favorecen a los sanitarios y todos aquellos profesionales que permiten que el resto de la humanidad podamos quedarnos en casa, sino que es una muestra de acompañamiento, de sentir que no estamos solos, que entre todos venceremos.
Esto es uno de los pilares en el que se sustenta el mindfulness, la humanidad compartida, todos sufrimos, no solo yo sufro. También nos puede enseñar a mostrar cariño de otra manera, quizá empezando por darnos afecto a nosotros mismos.
En la cuarta franja, están las necesidades que tienen que ver con el Reconocimiento. Se refiere a cómo nos valoramos nosotros mismos y cómo nos valoran los demás. Aquí la autoestima está en juego.
En este estadio parece el miedo a la desconfianza en uno mismo o en los demás. La inseguridad a no lograr los objetivos de vida, el respeto hacia uno mismo y de los demás.
Una vez más, esta pandemia hace tambalear cómo nos sentimos con nosotros mismos y si seremos capaces de subsistir en la vida y en un futuro. Si hay algo que el covid-19 nos ha hecho reflexionar es en la “impermanecia”, en la vulnerabilidad del ser humano, por tanto, una de las enseñanzas que podemos aprender del Mindfulness es la capacidad de centrarnos en el presente con atención plena de tal manera que seremos mucho más conscientes de la resolución de problemas que puedan surgir. El pasado pasado está, el futuro no existe, solo podemos vivir el presente.
En la quinta y última capa, nos encontramos con unas necesidades más abstractas y difíciles de entender, pero a la vez interesantes de cubrir. Son las relacionadas con la Autorrealización, tiene que ver con la satisfacción más interna, búsqueda de un objetivo de vida, desarrollo espiritual, ayudar a los demás desinteresadamente.
El Covid-19 también puede hacer tambalear esta necesidad al someter a la humanidad entera a unas circunstancias de vida condicionadas por el virus.
Aparece el miedo a perder lo que ha costado tanto conseguir en la vida,
Mindfulness va a desarrollar la capacidad de volver a creer en uno mismo.
No reconocer el miedo porque nos incomode pensar en las consecuencias que nos asustan, no va a hacer que la pandemia desaparezca, ni vamos a ser más felices, al contrario, es entonces cuando el miedo se instala en nosotros y nos hace sufrir más.
El primer paso para liberarnos del miedo que nos bloquea es poder reconocerlo. Darle nombre permitirá saber algo más de él, saber de dónde procede y qué es lo que realmente nos lo crea.
En estos momentos del Coronavirus, han aflorado miedos a la enfermedad, a la soledad, a no poder cuidar de nuestros mayores, y cómo no, a la muerte.
También podemos prepararnos para el futuro sin perder de vista el presente que es lo que no proporcionará la paz y serenidad adecuada para ser felices. Como dice Thich Nhat Hanh, “Cuando realmente estás anclado en el presente, planificas mucho mejor el futuro. Vivir atentamente en el presente no excluye la posibilidad de planificación. Lo único que tienes que saber es no perderte en preocupaciones y miedos relativos al futuro… sin sumirte en la ansiedad y la incertidumbre. Si de verdad estás en el presente y cuidas de él, estarás asentando los cimientos de un futuro mejor”.
Así pues, desde el Mindfulness podemos reconocer el miedo de manera que nos sea útil para afrontar el sufrimiento del momento. Se trata de ser conscientes de la realidad, sin magnificarla y sin minimizarla. La meditación genera energía, serenidad y calma que te permitirá saber qué debes hacer. La conciencia plena puede reducir la tensión de tu cuerpo y de tus emociones. Mindfulness podría ser el antídoto para el Covid-19.
Y para que empecéis a practicar os dejo una breve meditación extraída y adaptada de las enseñanzas del libro de Thich Nhat Hanh titulado “Miedo” del que recomiendo su lectura.
Te proponemos esta meditación que puede ayudarte durante la pandemia.
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