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Mindfulnes y Yoga

19 de Enero, 2020 Jordi Escudero

Las pruebas más antiguas de la existencia de una cultura meditativa (aprox. 3.000 a.C) proceden de la civilización del valle del Indo (Indus-Sarasvati), actual Pakistán. Se han encontrado preservados miles de sellos gravados en tabletas de arcilla y numerosas figuritas de personas realizando posturas yóguicas y de meditación. Esta civilización dio a luz los “Los Vedas”, las escrituras más antiguas del mundo. El Yoga nace como una de las expresiones culturales de esta cultura Védica.

 

En occidente el Yoga se ha hecho muy popular por las posturas del cuerpo (Asanas). Sin embargo, en la tradición yóguica las asanas se practican para facilitar la meditación (Dhyana). Los yoguis y las yoguinis saben que el yoga es meditación, un vehículo para calmar las perturbaciones de la mente. Así, no es extraño que programas de mindfulness como el MBSR (Mindfulness Based Stress Reducction) o el MBCT (Mindfulness Based Cognitive Therapy), incluyan en sus sesiones ejercicios de conciencia corporal a través del movimiento que provienen del Hatha yoga.

 

“El hatha yoga realizado con atención, constituye la tercera técnica más importante de meditación que empleamos en el MBSR, junto con la exploración corporal y la meditación sentada… Se basa en ejercicios de suave estiramiento y fortificación que se realizan con gran lentitud y teniendo conciencia en cada momento de la respiración y de las sensaciones que se producen al colocar nuestros cuerpos en las distintas configuraciones de posturas conocidas como “asanas”.

(Jon Kabat-Zinn.1990)

 

Uno de los regalos del yoga es que despierta a las personas a la vida interior de sus cuerpos. Se podría decir que, mediante la práctica regular, se va desarrollando un sentido de “presencia” y vamos aprendiendo a “estar realmente ahí” de forma más continuada y precisa. También aprendemos a desarrollar la paciencia, aceptando las cosas que no podemos controlar, o las que no están saliendo como nos gustaría. Esta actitud de aceptación, nos ayuda a ampliar nuestro marco mental, para abrirnos a la posibilidad de acoger abiertamente lo que aparece en cada momento, desarrollando flexibilidad, no sólo a nivel físico, sino también a nivel mental.

 

El yoga se puede considerar una meditación en movimiento. Los viejos hábitos de cavilación que suelen aparecer durante la práctica de asanas, nos hacen ver con más claridad la importancia que tiene el entrenamiento de la atención.

Uno de los aspectos más importantes a desarrollar en las sesiones prácticas es el refinamiento de una visión de lo que está ocurriendo en nuestro interior mientras realizamos las asanas (conciencia corporal). Es decir, mantener nuestro propio “feedback” sobre cómo es nuestro territorio personal mientras practicamos. La idea es conseguir una continuidad de “conciencia plena” (mindfulness) momento a momento. Mediante la práctica regular, podremos desarrollar la habilidad de descentramiento y desidentificación de los pensamientos. Este aspecto clave, contribuirá a una mejor gestión emocional y cognitiva de la ansiedad y/o de los estados de ánimo bajos en nuestro día a día.

 

Es importante iniciarse con instructores que se hayan formado y que sepan cómo guiarnos para que nuestra práctica sea beneficiosa. Cualquier persona puede realizar una serie de asanas sencillas en función de sus posibilidades. Una sesión de práctica se puede basar en estiramientos muy suaves, enfocada a explorar nuestros límites, autoregulando en todo momento nuestra ejecución mediante la respiración. Puede ser de ayuda trabajar con materiales de apoyo (p.ej.: cinturones, mantas, sillas, tacos) a la hora de trabajar ciertos aspectos (p.ej.: aperturas de pecho).

 

Los beneficios se manifiestan pronto. En pocas sesiones, los practicantes adquieren mayor conciencia y aprenden a no reaccionar de modo automático a las sensaciones corporales, pensamientos y emociones desagradables. Desarrollando la habilidad de soltar y dejar ir, aprenden a relajarse y a estar en contacto con la propia respiración de una manera atenta, natural y calmada mientras realizan las posturas.

 

En nuestra agitada vida contemporánea, el centro de gravedad y conciencia de muchos de nosotros está literalmente en nuestras cabezas. La práctica del Yoga, como la del Mindfulness, requiere que vayamos cultivando un cierto interés en “parar” para permitirnos percibir y sentir. A partir de ahí, resulta más fácil mirar a nuestro interior con serenidad y precisión. Con la práctica regular, podemos desarrollar mayor presencia y una visión más clara de la realidad.  La aceptación de nuestros límites nos proporciona mayor tolerancia a la frustración y nos facilita atendernos con una actitud cuidadosa y amable en nuestro día a día.

 

En próxima entradas, hablaremos sobre cómo, a través de la auto-observación y el trabajo corporal, pueden producirse, en ocasiones, cambios significativos relacionados con experiencias traumáticas del pasado.

 

 

VÍDEO 

Algunos libros relacionados:

• Claves del yoga. Teoría y práctica, Danilo Hernández. 2017. La liebre de marzo

• Luz sobre la vida.Viaje hacia la plenitud, la paz interior y la libertad B.K.S. Iyengar. 2007. Kairós

• Yoga & Psique: Una integración de la psicología y el yoga. María Caplan. 2018. Edid. La Llave

Psicólogo especialista en Mindfulness. Actualmente trabaja los grupos de Mindfulness en
ITA Avenir e ITA Urgell. Formado en los Grupos de Investigación en Meditación (Shanga Activa), Mindfulness
Fundamentals, Mindful Educator Essentials (Mindful Schools-USA). Postgrado en Mindfulness y Psicoterapia
(UB), Retiro Vipassana con Alan Wallace. Instructor de Yoga y profesor en prácticas del programa MBCT.