Las celebraciones donde la comida ocupa un papel esencial, suelen ser el gran infierno para una persona que sufre un trastorno de la alimentación.
La Navidad, en este caso, es una fecha cargada de emociones dispares, a muchas personas le conecta con la alegría, la familiaridad, la generosidad, la bondad, son fechas que agradan y recuerdan que todos debemos ser felices y comer perdices. Sin embargo, están lejos de estos deseos las personas que sufren un trastorno alimentario.
En esta patología el control alimentario puede provocar estrés de anticipación. Esto quiere decir que las personas con este problema pueden presagiar que el simple hecho de pensar en los alimentos que se van a cocinar y comer en estas fechas les va a provocar una subida de peso. Esta sensación se llama “efecto Though-shape-fusion” (Fusión entre pensamiento y forma). Solo pensar en alimentos prohibidos (aquellos que tienen más calorías) provoca la sensación real de “engordar” , o lo que es lo mismo, de aumento de la figura corporal y tiene la misma equivalencia a comérselos. Solo con pensar en comida aparecen sentimientos de haber hecho algo malo. Como consecuencia de este efecto, estas personas pueden incurrir en sentimientos de culpa, ansiedad y necesidad de llevar a cabo alguna conducta correctora como, por ejemplo, provocarse la purga o hacer excesivo ejercicio físico. (Shafran et al.,1999) (Jauregui, I. et al. 2012) (Grau, A, 2016).
El mindfulness tiene un papel importante a la hora de mostrar a la persona con TCA, que el pensamiento es solo eso, un pensamiento, y que podemos esperar que el efecto amenazante se pase. La frase “eres más que tu pensamiento” ayuda a entender que no tenemos porqué obedecer a lo que los pensamientos nos dicen, ni tenemos que aferrarnos a ellos. Observarlos sin juicio, desde la distancia, nos permitirá relacionarnos con la experiencia sin miedo.
La práctica de mindfulness permite distanciarse del contenido del pensamiento, sin suprimirlo, aceptando lo que hay, consiguiendo así redirigir la atención desde la comida, la imagen corporal y/o el autoconcepto negativo hacia contenidos más adaptativos (Bayón Pérez, C. 2012).
La investigación científica demuestra que la práctica de Mindfulness se ha convertido en una alternativa eficaz en el tratamiento de los TCA ayudando a fomentar una alimentación más saludable, así como proporcionar una perspectiva más amplia focalizando la atención no únicamente en el plato de comida.
En este sentido, la familia también puede colaborar en el afrontar las Navidades. Si la persona está en tratamiento, obviamente tendrá que seguir las pautas que el Equipo Terapéutico establezca. Pero además, pueden fomentar el descentramiento de la atención al plato. Una recomendación es preparar actividades que den más importancia a, por ejemplo, la convivencia entre los miembros de la familia, el significado de la Navidad… Esto proporcionará una perspectiva diferente y alejada de lo que significa el foco del problema: la alimentación.
La meditación que proponemos para este post está inspirada en el cuento de Charles Dickens, “Canción de Navidad”. Se Trata de una historia sobre un hombre avaro, tacaño, egoísta y rico. Su socio y amigo de la misma calaña, ya fallecido, es un alma en pena condenada a vagar como calvario por las acciones que hizo en vida. El amigo se le aparece para advertirle del peligro que corre su alma al morir si sigue así en vida. Le dice que será visitado por tres fantasmas que le mostrarán su pasado, su presente y el supuesto futuro, fruto de sus actos.
Esta práctica persigue el objetivo de descentrar la atención de la alimentación, foco de malestar para una persona con tca, a partir de la reflexión sobre el futuro y cómo nuestro pasado y presente tiene poder para cambiarlo. Centrado en el espíritu navideño, nos refleja una enseñanza: “la vida no está escrita, dependerá de nuestros actos y sus consecuencias”.
Para todas aquellas personas que no sufren el trastorno, también es una buena práctica de reflexión para aumentar la conciencia sobre sus actos.