Etapa vital
La adolescencia es momento de cambio, creación de identidad, exploración y búsqueda de fronteras que amenazan la libertad personal: ¿rebeldía? La vulnerabilidad que se experimenta en esta etapa vital va de la mano de la propia estima, en otras palabras, la estabilidad emocional pende de un hilo.
En este periodo se produce una desilusión con la vida, se enfrenta el mundo mostrado por los padres con el mundo que el adolescente empieza a percibir. Salir del refugio familiar para hacer frente a la realidad, exponerse, aparición de la vergüenza como una mezcla entre el miedo y la tristeza. Miedo a que se vean los “defectos” y tristeza de re-conocerse. Son características que marcan la diferencia, el ser especial, único, y para darse cuenta de ello hay que atravesar esta etapa.
En esta prueba que la vida pone en el camino, se observan multitud de comportamientos disruptivos, errores que sirven para aprender. También se toma conciencia de sociedad, de pertenencia a un grupo o deseo de pertenecer, con sus beneficios y dificultades.
Trastornos de la conducta
Éstos incluyen problemas en el autocontrol del comportamiento y de las emociones, con la particularidad que se convierten en actos que violan los derechos de los demás o desafían las normas de la sociedad o figuras de autoridad. Las causas pueden variar sustancialmente entre individuos.
Por todos es sabido que durante la adolescencia se tiende a llevar al límite aquellas normas que han sido impuestas por los padres o en mayor medida, por la sociedad. Este proceso es una progresión natural en el ser humano, que desde la terapia familiar se conoce como “diferenciación familiar” (Tª de los Sistemas, Bowen) y en definitiva se pretende alcanzar la capacidad para autoregularse fuera del sistema familiar, la individualidad, gestionando desde sus emociones hasta las conexiones con los demás.
Este es un proceso natural en el seno familiar. A veces resulta llamativa la frecuencia e intensidad con la que se rompen esos límites: no es lo mismo hurtar un chicle en una tienda de comestibles que destruir el mobiliario de casa. Y es en esto último donde debemos hacer hincapié. Los padres se preguntan: ¿Es esto normal? ¿Qué le está ocurriendo a mi hijo/a?
Los síntomas
El inicio del trastorno de conducta puede empezar en los años de preescolar, aunque los síntomas más significativos aparecen durante el final de la infancia y en la adolescencia. Es más, si durante la infancia se muestra un trastorno negativista desafiante, es un precursor para el desarrollo de un trastorno de conducta.
El trastorno de conducta se caracteriza por comportamientos donde no se respetan los derechos de los demás, las normas o reglas sociales propias de la edad. Estos comportamientos son los siguientes:
- Agresión a personas y animales: acoso, amenaza o intimidación; peleas; usar armas para provocar daños serios a otros; crueldad contra personas o animales; robo enfrentado a la víctima e incluso violación sexual.
- Incumplimiento grave de normas: salir por la noche pese a la prohibición de los progenitores, pasar una noche fuera de casa sin permiso y ausencia de las clases lectivas.
- Engaño o robo invadiendo propiedad ajena, mintiendo para obtener lo que desea o evitar obligaciones y robar objetos de valor sin enfrentamiento con la víctima o propietario.
- Destrucción de la propiedad o prenderle fuego para provocar daño a la misma.
- Conductas de riesgo, entre las que se encuentran autolesión, consumo de tóxicos, comportamientos peligrosos para la integridad física...
Factores de riesgo
Existen factores de riesgo para el desarrollo del Trastorno de Conducta que correlacionan con fracaso escolar. Además, los factores ambientales tienen gran peso en la aparición y mantenimiento de dicho Trastorno. Estos factores se desarrollan en diferentes ámbitos:
A nivel familiar: rechazo y negligencia de los progenitores, crianza incoherente (límites ambivalentes), disciplina severa, falta de supervisión, residir en una institución desde edad temprana, cambios frecuentes de cuidadores, delincuencia o psicopatología en progenitores (especialmente TDAH o trastorno de conducta), y a veces historia de abuso físico o sexual.
A nivel social: rechazo de los compañeros, asociación con compañeros delincuentes o un contexto expuesto a la violencia.
Tratamiento
El trastorno de conducta tiene buen pronóstico con el tratamiento bio-psico-social que se realiza en el centro ACUDE, cuya meta es la adaptación social y laboral adecuada en la etapa adulta. Si por el contrario no se realiza una intervención de este tipo, existe un riesgo elevado de comportamiento delictivo, consumo de tóxicos, trastorno antisocial de la personalidad, trastorno límite de la personalidad, trastornos del estado de ánimo, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, e incluso trastornos psicóticos entre otros.
En el centro ACUDE se trabaja con la persona y su entorno. La familia es parte fundamental en el tratamiento. En el proceso de crecimiento hay que caerse, y levantarse con un nuevo aprendizaje, así una y otra vez, hasta descubrir a través de la equivocación el significado y sentido de las normas. Los límites y gestos de cuidado se traducen en afecto. En ACUDE partimos de la base: el ser humano está capacitado para “hacer las cosas bien”, por tanto, nuestro trabajo reside en generar tolerancia a la frustración, cultivar la responsabilidad de las consecuencias del comportamiento y aprender de la experiencia. De este modo se puede crecer y crear las condiciones para desarrollar la autonomía y responsabilidad del adolescente.