Preguntas Frecuentes

Preguntas Frecuentes Sobre depresion-en-adolescentes



  • Saber si un adolescente tiene depresión puede ser más complicado que en otras etapas de la vida. La adolescencia es una etapa de cambios y de altibajos emocionales. Sufrir depresión va más allá. Es un profundo sentimiento de tristeza y vacío interior que invade a toda la persona, afecta a la forma de sentir, pensar y comportarse.

    A nivel emocional El/la adolescente deprimido/a suele mostrarse muy sensible, con frecuencia sorprende que llore ante acontecimientos o comentarios por los que no tendría porque.

    La apatía y falta de motivación se extiende a las actividades que antes le agradaban. Esta falta de interés también afecta a las relaciones. Se siente diferente, siente que no puede conectar con sus amigos, seguir sus conversaciones, sus preocupaciones, etc. Con la familia cada vez hay más distancia, da la impresión que no está ahí o bien los intentos de conversar rápidamente se convierten en discusiones.

    A nivel de pensamiento Su pensamiento parece estar teñido de negatividad, como si se tiñera todo de negro. No ven las cosas tal como son, sino que las interpretan bajo este punto de vista negativo. Aunque suelen dedicar mucho tiempo a pensar e intentan analizar qué es lo que les está pasando, se centran en exceso en los errores del pasado y suelen hacer una autocrítica excesiva que les lleva a confirmar su falta de valía.

    La previsión del futuro es de fracaso, de que no saldrá nada bien. Hay un sentimiento de indefensión, haga lo que haga saldrá mal.

    El sufrimiento emocional junto con la incapacidad para encontrar una salida les lleva a pensar que la vida no vale la pena. Llegados a este punto pueden surgir ideas e intentos de suicidio.

    A nivel de comportamiento Suelen estar siempre cansados, sin energía. El sueño está alterado ya sea por exceso o por problemas para dormir. El apetito también, o comen mucho o muy poco. La higiene personal también se ve afectada, deja de asearse y/o de prestar atención por su apariencia física.

    Las quejas por dolores físicos (cabeza, barriga,...) son frecuentes. Son molestias a las que no se encuentra una explicación médica.

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  • En la adolescencia es esperable que el estado de ánimo sea inestable y tengan altibajos pero no tener depresión. La adolescencia es una etapa de cambio. Se deja atrás la infancia para entrar en la edad adulta. El entorno ya no les deja pasar cosas que hasta entonces se consideraban propias de la infancia, se les exige más. Al mismo tiempo, su mundo interno también cambia. Empiezan a sentir otras necesidades como la de diferenciarse de los adultos, sienten la necesidad de buscar su propio camino y su forma de ver las cosas. Buscan proyectarse hacia el futuro, qué quiero ser, cómo quiero ser, etc.

    Este proceso lleva varios años y es normal, e incluso saludable desde el punto de vista de la salud mental que pasen por momentos de vacilación y se sientan inseguros.

    En esta etapa de turbulencias, de cambios de humor y de inestabilidad puede ser difícil diferenciar cuando hay que preocuparse y cuando forma parte de la edad.

    La depresión va más allá de estar triste o con el ánimo bajo unos días, se trata de un sentimiento intenso de tristeza y desesperanza. Es un estado de ánimo que afecta no solo en cómo se siente la persona sino su forma de pensar y su comportamiento.

    El adolescente que sufre depresión lo ve todo negro, augura fracasos, al mirar atrás solo ven lo negativo, interpretan las situaciones de forma distorsionada por este negativismo.

    A nivel de conducta, les cuesta mantener actividades, incluso aquellas que antes les resultaban gratificantes. El sueño suele verse alterado, los hábitos de higiene…hay una falta de energía general.

    En el campo de la salud mental la línea divisoria entre normalidad y trastorno viene dada por lo invalidante que sea el sufrimiento. Si impide llevar a cabo la vida que se llevaba antes, si hay una ruptura, debemos pedir ayuda a los profesionales. Deprimirse o sentir tristeza forma parte del funcionamiento mental, e incluso saludable en situaciones difíciles. Pero si persiste e incapacita a la persona para seguir con sus actividades suele ser señal de alarma.

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  • Identificar la depresión en los adolescentes puede ser más difícil que en otras etapas de la vida porque algunos de sus síntomas también forman parte del “terremoto” que supone la adolescencia.

    Los adolescentes suelen tener altibajos en el estado de ánimo, pero son cambios rápidos, predomina la fluctuación. En la depresión, hablamos de un sentimiento intenso de tristeza y de vacío que afecta durante un periodo largo de tiempo. La apatía y la falta de interés se extienden a todos los ámbitos de su vida. No se trata sólo de que duerma mucho, que sí que sería algo propio de esta etapa, sino que la falta de energía y la desgana la siente con todo, hasta con aquello que antes le gustaba.

    Un adolescente que sufre depresión tendrá expresiones emocionales poco moduladas. Llanto o enfado que no está justificado por la situación. Discutir con los padres es lo esperable en la adolescencia, pero como una forma de autoafirmarse, de buscar límites y su propia identidad. En la depresión se trata más de un estado casi constante de enfado, queja y recriminaciones.

    El aislamiento también sería propio de la adolescencia pero sobre todo de los adultos. En la búsqueda de diferenciarse se alejan de los padres. Es habitual que muestren opiniones diferentes y que busquen ser diferentes. Forma parte del proceso de búsqueda de la propia identidad. Pero no hay un distanciamiento de los amigos, más bien al contrario. El grupo de iguales pasa a tener un papel muy importante en su vida. En cambio en la depresión el aislamiento es indiscriminado, se sienten alejados de todo y de todos.

    En líneas generales, los cambios bruscos en la vida de un adolescente deben ponernos en alerta. Si observa que le cuesta dormir o que duerme mucho, les cuesta comer o comen demasiado, deja de hacer actividades que antes le gustaban, se distancia de los amigos, baja el rendimiento académico son signos que hay algún problema importante.

    En Ita Salud Mental hemos puesto en marcha la Unidad de Salud Mental del Adolescente USMA pensada para abordar las diferentes psicopatologías que se pueden desarrollar en esta etapa vital. Si está preocupado por alguien de su entorno, consúltenos.

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  • Es muy habitual que surjan dudas e inseguridades sobre cómo ayudar a un adolescente con depresión. El primer impulso suele ser buscar porque para poder dar soluciones. Al hacerlo, es fácil acabar interrogando al adolescente, en vez de facilitar un espacio en el que explique cómo se siente, sin más objetivos. Escuchar y que expliquen lo que sienten es un primer paso.

    La depresión no tiene por qué estar ligada a una causa concreta. Las personas que la sufren son las primeras que no entienden lo que les está pasando. Se sienten culpables por lo que les pasa. Creen es una cuestión de voluntad, se juzgan y suelen ser muy duros consigo mismos.

    El pensamiento está afectado por lo que no pueden ver las cosas con objetividad. Todo su mundo está teñido de negatividad. Su autoestima es baja, se centran en exceso en los fracasos del pasado que les confirma su poca valía. Como padres/madres o amigos nos duele ver como sufre, pero intentar convencerle que no tiene razón no suele dar resultado.

    La mejor forma de ayudar es contactar con profesionales de la salud mental. Sufrir depresión no quiere decir ser débil, ni es algo que se pueda superar con fuerza de voluntad. El estigma alrededor de este trastorno hace que a menudo se esconda y se retrase el pedir ayuda profesional. Las consecuencias pueden ser muy graves.

    Si cree que alguien de su entorno está deprimido, no dude en contactar con profesionales de la salud mental. En Ita Salud Mental disponemos de una Unidad especializada en la Salud Mental del Adolescente USMA. Puede llamarnos al teléfono gratuito 900 500 535.

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  • Si su hijo está deprimido nuestra recomendación es la de consultar con especialistas de la salud mental para que puedan valorarlo y plantear el tipo de intervención más adecuada. Aunque en muchos casos es el mismo adolescente quien solicita ayuda, en otros puede ser reacio, dice que está bien, que no le pasa nada… pero si usted observa comportamientos preocupantes y/o intuye que no es así, hay que seguir insistiendo.

    Que su hijo/a se sienta implicado/a en la decisión de pedir ayuda, explicarle el proceso que se va a seguir y tener en cuenta su opinión o preferencias suele ayudar a dar el paso. Crear espacios en los que poder hablar de cómo se siente, con actitud de escucha, sin juzgar, sin buscar soluciones rápidas (porque no las hay).

    Hay actitudes que aunque sean con la mejor intención son contraproducentes. Como intentar animar y pedirle que haga tal cosa o tal otra que así se animará. Sería como decirle a alguien con una pierna rota que camine para que se le cure. Si le proponemos que haga cosas para estar mejor aumentamos el estrés y su sentimiento de culpabilidad.

    En un intento de ayudar, minimizar sus problemas con comentarios como "no es para tanto”, “te preocupa demasiado”... sin darnos cuenta, esta actitud culpabiliza a la persona por estar afectada. Vemos sus problemas desde nuestra realidad de adultos, con otros recursos y otro bagaje. Por muy insignificante que nos parezca, su queja para él/ella es importante y le está afectando.

    Dejar pasar el tiempo con la esperanza de que pase o que sean “cosas de la edad” no ayuda a su hijo/a. Confíe en su instinto y consulte con profesionales de la salud mental.

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  • Por parte de profesores y educadores suele surgir la preocupación sobre cómo ayudar a un alumno con depresión. Pasan muchas horas en contacto con adolescentes y son más vulnerables a sufrir este trastorno. La adolescencia en sí es una "crisis” por la que pasamos todos, pero cuando un niño/a llega a esta etapa con carencias y/o bien coinciden acontecimientos traumáticos, es más difícil de sobrellevar.

    Si no está en tratamiento, hay que ser la voz de alarma
    En general, los cambios en el comportamiento de un alumno que se mantienen en el tiempo suelen ser indicativo de que algo no va bien. En el caso de la depresión, son signos de alerta la disminución del rendimiento escolar, la falta de atención y/o concentración, los olvidos. Se muestra siempre cansado, sin energía. Suelen transmitir un tono emocional bajo, falta de ilusión, tristeza. En las tutorías, se percibe un sentimiento de desesperanza, que no hay solución. La relación con los compañeros cambia, se sienten diferentes, les cuesta conectar con ellos. Lo recomendable es que el centro educativo disponga de un protocolo que detalle los pasos a seguir para que si se detectan algunas de estas señales, tengamos unas directrices claras y consensuadas. En Ita disponemos de un servicio totalmente gratuito para asesoramiento de estos casos, simplemente mandando un correo a: sea@itasaludmental.com exponiendo el caso, nuestro equipo de profesionales asesorará al profesorado para la gestión del caso expuesto en un tiempo máximo de 72h. Más información sobre el servicio de asesoramiento escolar .

    Recordemos que en caso de duda, siempre es mejor detectar un falso positivo que pasarlo por alto.

    Si está en tratamiento, formar equipo
    La mejor forma de ayudar a un alumno con depresión que ya está siguiendo un tratamiento es coordinarse con el equipo de salud mental que lo esté tratando. La terapia va mucho más allá que las sesiones psicoterapéuticas o el tratamiento farmacológico. El colegio, al igual que la familia, es uno de los puntos de apoyo primordiales.

    En Ita Salud Mental tenemos una Unidad de Salud Mental del adolescente USMA especializada en la depresión en adolescentes. Contamos con 20 años de experiencia en el campo de la salud mental infanto-juvenil. Para más información, puede llamarnos al teléfono gratuito 900 500 535.

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  • Los adolescentes son más vulnerables y tienen mayor probabilidad de sufrir depresión. La prevalencia de la depresión aumenta durante la adolescencia y alcanza su nivel más alto en el inicio de la edad adulta. La causa de la depresión es una combinación de factores biológicos, psicológicos y ambientales.

    Factores biológicos Las personas con depresión sufren desequilibrios químicos en el cerebro, que pueden ser heredados o desarrollados durante el crecimiento. Existe una tendencia familiar para la depresión, lo que sugiere que algunos adolescentes pueden tener una predisposición genética a desarrollar la enfermedad.

    Factores psicológicos Los adolescentes pueden experimentar estrés debido a la presión académica, conflictos familiares, problemas de identidad, baja autoestima y otros problemas emocionales y psicológicos.

    Factores ambientales Los adolescentes pueden experimentar depresión debido a situaciones estresantes en su entorno, como la pérdida de un ser querido, el divorcio de los padres, el acoso escolar o la violencia doméstica.

    Acontecimientos vitales vividos como estresantes pueden actuar como desencadenantes. Un desengaño amoroso, el rechazo social, figuras paternas/maternas con carencias, fracaso académico, etc. son el detonante del estado depresivo. La tendencia es pensar que el acontecimiento en sí es la causa de la depresión, pero se trata de un detonante. La causa es mucho más compleja e influye la predisposición genética, biológica y psicológica. Cada adolescente puede tener su propia combinación única de factores que contribuyen a su depresión.

    Si estás preocupado por un adolescente que pueda estar experimentando depresión, es importante buscar ayuda de un profesional de la salud mental para obtener un diagnóstico y tratamiento adecuados.

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  • Normalmente cuando se habla de “depresión” a nivel coloquial, se hace referencia a un Trastorno Depresivo Mayor (TDM). Como diagnóstico clínico el TDM o depresión mayor forma parte de los trastornos del estado de ánimo. Estos trastornos van desde la tristeza normal, hasta manifestaciones mucho más graves. A continuación enumeramos los diferentes tipos de depresión en la adolescencia y en el inicio de la edad adulta:

    Trastornos Adaptativo Sería la afección menos grave, cursa con síntomas depresivos pero leves. Hace referencia a reacciones depresivas ante acontecimientos vividos como desestabilizantes, la separación de los padres, pérdida de un ser querido, etc. Formaría parte del sufrimiento propio del duelo frente a una pérdida.

    Trastorno Distímico La distimia es similar a la depresión mayor pero en una forma menos grave y que dura más en el tiempo. Los adolescentes con distimia pueden sentirse desanimados, desesperanzados y tener una visión pesimista de la vida desde hace años. Suelen tener la sensación de que desde niños (o muy jóvenes) han estado deprimidos. Experimentan una sensación de fatiga crónica y de ser poco productivos.

    Depresión Mayor También conocida como trastorno depresivo mayor, se trata de una forma de depresión más grave y duradera que puede durar varias semanas o meses y que afecta significativamente el funcionamiento del adolescente. La mayoría de adolescentes deprimidos presentan algún otro trastorno, los más frecuentes suelen ser trastornos de conducta o de ansiedad. También pueden haber otras problemáticas como el consumo de tóxicos, adicción a las nuevas tecnologías, etc. Es importante tener en cuenta que cada tipo de depresión requiere un enfoque de tratamiento específico y que los adolescentes que experimentan síntomas depresivos deben buscar ayuda de un profesional de la salud mental para obtener un diagnóstico y tratamiento adecuados.

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  • Un intenso sentimiento de soledad suele estar presente en los adolescentes que sufren depresión. Independientemente de si hay un aislamiento real del entorno, el adolescente deprimido experimenta desconexión, se siente alejado de las personas de su entorno.

    Sienten que no pueden conectar con las conversaciones ni con las preocupaciones de sus amigos. Piensan que no pueden compartir su mundo con los demás, que nadie les comprende.

    No siempre expresan abiertamente que se sienten solos o desamparados, ya sea por vergüenza, o por sentir que es culpa suya. En las reuniones suelen mantenerse separadas, "desconectadas", puede ser interpretado como falta de interés, cuando en realidad es una incapacidad.

    Las estrategias para calmar los sentimientos depresivos y la soledad pueden complicar aún más la ya frágil salud mental. El consumo de alcohol y drogas, por ejemplo, puede iniciarse como un intento de llenar el sentimiento de vacío interno.

    No es extraño que adolescentes con depresión busquen aliviar el sentimiento de soledad en las redes sociales o el mundo digital. Inicialmente, puede tener la falsa sensación de conexión, de ser comprendido. Con el paso del tiempo, puede sustituir al entorno social real y convertirse en un problema de adicción a las nuevas tecnologías.

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  • Los síntomas de la depresión en adolescentes pueden variar respecto a los adultos. Aunque el síntoma principal de la depresión es el estado de ánimo (tristeza, desánimo, desesperanza …), en el caso de los adolescentes, puede predominar la irritabilidad.

    Otros de los síntomas que pueden ser indicativos de depresión en la adolescencia son:
    - Pérdida de interés por actividades que antes disfrutaban. - Falta de vitalidad que se extiende a prácticamente todas las áreas de su vida cotidiana (escolar, lúdicas, deportes, etc.). - Descuido del aseo personal. - Problemas para relacionarse con la familia y los amigos. - Pérdida de confianza en sus capacidades, sentimientos de inferioridad. - Problemas para concentrarse, pierden cosas, se olvidan de citas o tareas. - Disminución del rendimiento escolar. - Alteración del sueño y el apetito. - Conductas autolesivas y/o pensamientos suicidas.

    Ocurre con frecuencia que se confunden los síntomas de depresión en adolescentes con los propios de la edad, retrasando la posibilidad de recibir tratamiento. Sobre todo, cuando predomina la irritabilidad en vez de un estado de ánimo triste. Con el tiempo puede derivar en conductas agresivas y/o de riesgo que añaden problemas de relación a la ya complicada situación. No es extraño que los trastornos depresivos convivan con trastornos de ansiedad o abuso de sustancias, adicción a las nuevas tecnologías y/o trastornos de la conducta alimentaria.

    La depresión en los adolescentes puede tratarse con éxito. En la Unidad de Salud Mental del Adolescente (USMA) ofrecemos tratamiento psicoterapéutico individualizado, sin olvidar los aspectos socioeducativos y el apoyo a las familias. Puede llamarnos al teléfono gratuito 900 500 535 o concertar una visita online o presencial.

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  • La Organización Mundial de la Salud ha alertado sobre el aumento de los casos de depresión a nivel mundial. La edad de inicio también va disminuyendo, apareciendo en edades cada vez más tempranas. Los factores que influyen en la depresión en adolescentes son múltiples. Es un trastorno complejo que no puede explicarse por un único. Suelen convivir varias situaciones que explican el problema y además interactúan entre sí.

    El ambiente familiar tiene una gran influencia en la aparición de problemas de salud mental en la adolescencia. En el caso de la depresión se consideran factores de riesgo:
    - Antecedentes familiares de depresión u otros trastornos. - Alcoholismo (o abuso de sustancias) en el entorno familiar. - Conflictos entre los padres. - Maltrato y/o negligencia en el cuidado de los hijos. - Acontecimientos traumáticos (muertes, separaciones, etc.)

    En todas las etapas vitales, las relaciones sociales saludables tienen una función “protectora” frente a los problemas mentales. En el caso de los adolescentes, las amistades pasan a tener más peso en la toma de decisiones y en la forma en cómo se perciben a sí mismos. La presencia de conflictos o incluso rechazo por parte de los amigos y compañeros aumenta la probabilidad de que aparezcan sentimientos depresivos. El riesgo se considera muy elevado cuando se sufre acoso o bullying en el entorno escolar.

    Los adolescentes con rasgos de personalidad pesimista, críticos, con baja autoestima y una tendencia a preocuparse en exceso, pueden tener una mayor probabilidad de desarrollar depresión. El haber tenido algún trastorno o dificultades durante la infancia también les puede hacer más vulnerables.

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  • Si no se trata de forma adecuada, la depresión en adolescentes puede tener consecuencias muy serias. Un bloqueo en esta etapa supone un coste elevado puesto que es el periodo en el que se consolida la identidad y se establecen los rasgos de personalidad.

    El trastorno depresivo no suele desaparecer de forma espontánea, su evolución es hacia un trastorno crónico. En la edad adulta suelen ser personas que sufren altibajos, que arrastran dificultades en diferentes ámbitos (laboral, de pareja, familiar, etc.). Lamentablemente, en muchos de los casos deriva en otros trastornos mentales.

    En los adolescentes que sufren depresión, existe un riesgo muy alto de consumo de alcohol y drogas. Lo que empieza como una forma de consuelo o para animarse, acaba derivando en una adicción que empeora la situación. Pueden ser frecuentes los episodios de agresividad y violencia que acarrean problemas mayores o incluso derivar en conductas delictivas.

    Sufrir depresión es uno de los principales factores de riesgo de suicidio en adolescentes. La OMS señala que el suicidio es la cuarta causa de muerte entre los 15 y los 44 años. Pensamientos suicidas latentes pueden estar tras las conductas temerarias, los accidentes y en general las conductas de riesgo.

    Un diagnóstico temprano y recibir el tratamiento adecuado es la forma de evitar que se convierta en un problema crónico en la edad adulta. En Ita Salud Mental disponemos de una Unidad de Salud Mental del Adolescente centrada en el tratamiento de trastornos depresivos y otras patologías que afectan principalmente en la adolescencia.

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  • El tratamiento psicoterapéutico individual en adolescentes deprimidos es clave para su recuperación. El objetivo es el de romper el círculo vicioso de pensamientos y emociones negativas que alimentan la conducta depresiva y ayudar a identificar qué los provoca para promover el cambio.

    La depresión es un trastorno complejo que requiere de diferentes técnicas psicoterapéuticas que dependerán de las necesidades de cada caso. Con la psicoterapia no solamente se espera que desaparezcan los síntomas, sino que la persona tenga la capacidad para afrontar y gestionar las diferentes situaciones.

    El tratamiento farmacológico puede ayudar, pero siempre como una ayuda durante un periodo de tiempo concreto, y no como tratamiento único. El acompañamiento familiar también es importante, suelen realizarse sesiones psicoeducativas periódicas.

    Generalmente el tratamiento se lleva a cabo a nivel ambulatorio, aunque dependerá en gran medida de la gravedad del trastorno depresivo. Si el estado de salud general del adolescente es grave (pérdida de peso importante, apatía extrema, desconexión de la realidad, etc.) o si hay riesgo de suicidio, se recomendará el ingreso hospitalario hasta que haya una mejoría que permita seguir el tratamiento ambulatorio. La coexistencia de otros trastornos mentales o problemas asociados también será determinante para recomendar un internamiento hospitalario. Los tratamientos en régimen de hospital de día pueden ser una alternativa para aquellos casos que necesitan un apoyo más intenso, pero que no requieren un ingreso.

    En Ita Salud Mental disponemos de una amplia red de recursos asistenciales coordinada para dar la mejor respuesta terapéutica a las necesidades de cada paciente y su familia.

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  • Todos sentimos ira, tristeza, enfado, culpa … aunque sean sentimientos displacenteros, nos ayudan a gestionar momentos difíciles y a estabilizarnos. Digamos que son un mal necesario. En cambio, cuando este estado persiste y afecta en la calidad de vida es importante buscar ayuda profesional.

    Si hace semanas que…
    Te cuesta levantarte por las mañanas y te sientes cansado. Te duele la cabeza, la espalda, o sientes un malestar físico general. No tienes ganas de ir a clase y te cuesta seguir las actividades. Crees que siempre te sale todo mal y que no tiene arreglo. No te apetece salir con amigos, notas que ya no conectas con ellos. Sientes que nadie te entiende, ni te puede ayudar. Te cuesta dormir (o duermes demasiado). No tienes hambre (o comes de forma compulsiva). Si en algún momento piensas que los demás estarían mejor sin ti.

    … es importante que consultes con un profesional de la salud mental podrías estar sufriendo un trastorno depresivo. En una entrevista te harán preguntas para conocer más tus síntomas, suelen incluir algún cuestionario y valoraciones físicas para descartar otras posibles causas.

    Desgraciadamente muchos trastornos depresivos no se diagnostican y no reciben el tratamiento adecuado. Una de las causas suele ser que es más difícil identificar la depresión en la adolescencia. Se confunde con “cosas de la edad” o no se quiere reconocer por el estigma que representa. Se asocia con ser débil por lo que causa vergüenza reconocer el problema. Pensar que se cura con el tiempo y esperar a que se pase retrasa su detección aumentando la probabilidad de que se cronifique.

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  • Si tienes un amigo que está deprimido Lo primero que hay que tener en cuenta es que la depresión no se soluciona con “consejos”. Puedes ayudarlo, pero no debes responsabilizarte. Es fundamental que reciba tratamiento por parte de un especialista en salud mental, por lo que debes animarle a buscar ayuda profesional. La depresión es un trastorno que tiene cura y cuanto antes se ponga en tratamiento antes dejará atrás el sufrimiento que supone.

    Puedes ofrecerle tu apoyo y no suele ser fácil. La mayoría de las personas con depresión que acuden a consulta no se sienten respaldadas por su entorno. No siempre quiere decir que no se les intente ayudar, sino que muchas veces no se hace de la forma más adecuada.

    El apoyo a una persona con depresión comporta un desgaste también para su entorno. Los esfuerzos fallidos por ayudar van desgastando las relaciones y generan frustración al ver qué no dan resultado.

    Transmitir que estamos ahí y ofrecerle un espacio en el que pueda hablar de lo que siente es de gran ayuda. Para conseguirlo, debemos tener una actitud de escucha, sin juzgar, sin dar soluciones. Al “recibir” el sufrimiento de una persona a quien queremos la tendencia suele ser la de intentar calmar “no te preocupes”, “estas exagerando”, “no es para tanto”. Aunque se diga con buena intención, lo más probable es que le haga sentir culpable por lo que siente, que sienta que sus emociones no son adecuadas y puede sentir vergüenza o impotencia Si tu amigo quiere hablar contigo, intenta escuchar sin más, sin pensar en que vas a decir, sin buscar la solución, porque no la hay. Que se sienta escuchado y compartir su carga seguramente sí que le será de ayuda.

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