Preguntas Frecuentes

Preguntas Frecuentes Sobre ansiedad-en-adolescentes



  • Es normal que un adolescente sienta ansiedad frente a situaciones que suponen un desafío, como un examen, viajes, presentaciones académicas, etc. La ansiedad es una sensación de malestar que aparece cuando anticipamos un problema o una amenaza. Es un mecanismo de supervivencia que nos pone en alerta frente a situaciones amenazantes o estresantes para poder afrontarlas.

    En la adolescencia, a menudo la ansiedad está relacionada con aquellas situaciones que suponen un riesgo para la propia imagen como hablar en público o relacionarse con desconocidos. No olvidemos que la aceptación por parte del grupo adquiere gran relevancia en esta etapa, por lo que el miedo a hacer el ridículo puede ser más intenso que en otras etapas.

    Otras preocupaciones tienen que ver con el miedo por haber hecho o dicho algo que está mal. Formaría parte de la lucha por diferenciarse y consolidar su identidad, por un lado, sienten la necesidad de “oponerse” o “revelarse” frente al mundo adulto, pero también al hacerlo surgen dudas sobre si está bien o mal.

    La ansiedad pasa a ser un problema cuando es excesiva y/o se manifiesta ante situaciones que no la justifican, generando un sufrimiento interno y condicionando la forma de comportarse (inhibición, evitación, etc.)

    En estos casos, la ansiedad es más una reacción frente a creencias irracionales que por la existencia de un peligro real. Se convierte entonces en una respuesta desadaptativa, aparecen miedos, inseguridades, excesiva preocupación, evitación, pudiendo llegar a síntomas somáticos como taquicardia, sudoración, hiperventilación.

    Aunque la ansiedad forma parte del desarrollo normal, debemos prestar especial atención en cómo afecta y qué tipo de estrategias se desarrollan para hacerle frente durante la adolescencia. Los jóvenes son especialmente vulnerables y es en el inicio de la edad adulta cuando es más frecuente que se desarrollen trastornos que tienen como síntoma principal niveles altos de ansiedad.

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  • La presencia de ansiedad en un adolescente puede ser un problema de salud mental por sí sola o puede ser un síntoma dentro de un trastorno mental más amplio, ya que varios trastornos mentales presentan la ansiedad como síntoma principal.

    La ansiedad en la adolescencia forma parte del grupo de trastornos calificados como internalizantes. Es un malestar interno que no suele ser evidente para los demás.

    Los adolescentes con ansiedad tienden a tener preocupaciones excesivas, ya sea por el pasado o por miedo a futuros desastres. Están constantemente asaltados por la sensación de que algo malo ocurrirá, se sienten invadidos por pensamientos negativos. Es un tipo de pensamiento que no es operativo, es un darle vueltas a las cosas que pueden pasar y se apoya en fantasías más que en datos reales. No es extraño que tengan problemas de concentración, ya que su mente se ve atrapada por estas preocupaciones. Pueden llegar a sentir que no tienen control sobre sus propias emociones.

    Esta sensación de temor constante contribuye a que se muestren inseguros, tensos o se sobresalten fácilmente. Si su ansiedad se intensifica, es probable que se muestren inquietos y extremadamente nerviosos.

    No es raro que la ansiedad se traduzca en síntomas físicos, molestias estomacales, dolores de cabeza recurrentes, mareos. La tensión acumulada puede causar dolores musculares, y en episodios puntuales muy intensos, pueden experimentar síntomas como taquicardia, sensación de presión en el pecho, sudoración, sensación de ahogo y temblores.

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  • Cuando los niveles de ansiedad en un adolescente no están justificados por las experiencias que está viviendo y persisten a lo largo del tiempo, afectando su rendimiento académico, laboral y sus interacciones sociales, se considera un trastorno.

    Los jóvenes con un trastorno de ansiedad experimentan inseguridad, miedo y una preocupación desmedida. Viven atemorizados por cosas que aún no han sucedido, se muestran tensos, fatigados y preocupados. Están en un estado continua de hipervigilancia a la espera del desastre.

    Tienden a ser dependientes, mostrando una necesidad constante de ayuda o aprobación, hasta en detalles cotidianos poco relevantes. Son percibidos como tímidos, introvertidos, extremadamente sensibles y les resulta difícil establecer relaciones significativas.

    Este estado de tensión suele reflejarse a nivel físico con dolores de cabeza, gastrointestinales, erupciones cutáneas, mareos, etc. En momentos de ansiedad muy intensa, pueden sufrir ataques de pánico.

    El trastorno de ansiedad tiene tratamiento, más del 90% de los adolescentes que se tratan se recupera por completo. En Ita Salud Mental disponemos de una Unidad especializada en el tratamiento de problemas de salud mental en la adolescencia (USMA). Si desea más información puede llamarnos al teléfono gratuito 900 500 535.

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  • La ansiedad puede ser una preocupación constante por “todo” y estar presente en la mayor parte de las áreas (estudios, salud, relaciones sociales…) o bien, estar vinculada a situaciones concretas, como, por ejemplo, hablar en público. Los tipos de ansiedad en adolescentes se diferencian en función de esta asociación con situaciones concretas.

    Ansiedad generalizada
    Los adolescentes que sufren ansiedad generalizada se preocupan en exceso por todo. Muestran un tono vital temeroso, se preocupan demasiado por los exámenes, por lo comentarios u opiniones de los demás, por enfermar, por sufrir algún daño… Suelen preguntar constantemente por la necesidad de apoyo o aprobación. Le dan vueltas y vueltas a todo y se muestran inseguros.

    Trastorno por Estrés Postraumático
    En el caso del trastorno por estrés postraumático, la ansiedad está vinculada a un acontecimiento vivido en el pasado que le ha causado una fuerte impresión. Puede haberle sucedido a él o bien haberlo presenciado. No puede evitar seguir reviviendo el episodio traumático en forma de pensamientos y/o pesadillas.

    Ataques de pánico
    Los ataques de pánico son una serie de síntomas físicos muy intensos como palpitaciones, sudoración, temblores, ahogo o mareo. Una oleada intensa de miedo y ansiedad que se manifiesta de pronto y que aumenta en pocos minutos. Los adolescentes que los padecen tienen la vivencia de peligro real, incluso de estar sufriendo una urgencia médica que pone en riesgo su vida. Tras un primer episodio, el temor a que les vuelva a pasar suele condicionar su conducta.

    Ansiedad Social
    Es un tipo de trastorno de ansiedad que se caracteriza por un miedo intenso e irracional que se manifiesta en situaciones sociales. El adolescente que lo sufre tiene miedo a ser observado y evaluado por los demás. Cree que lo va a hacer mal, y que va a hacer el ridículo. Siente miedo y vergüenza, pudiendo llegar a sufrir ataques de pánico sólo de pensar que tiene que exponerse en público. Como consecuencia, suelen evitar las celebraciones, el contacto con desconocidos, hablar en público, etc.

    Ansiedad por separación
    La ansiedad por separación es un miedo irracional a separarse de los padres. Aunque suele iniciarse en la infancia, no es extraño que aparezca en la adolescencia manifestándose como un sentimiento de nostalgia del hogar y/o de tiempos pasados idealizados. Suele acompañarse de una preocupación excesiva por la posibilidad de que le pase algo a su familia o a personas significativas.

    A pesar de las diferentes formas, todas ellas tienen como denominador común, la preocupación excesiva e intensa que no está justificada por los hechos externos.

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  • Cuando un adolescente sufre un ataque de ansiedad la sensación es de peligro inminente, como un ataque cardíaco o similar. La experiencia es muy desagradable, aunque no hay riesgo vital real, se siente como una pérdida de control, pudiendo llegar a la sensación de desmayo o muerte.

    Un ataque de ansiedad se caracteriza por un aumento brusco de malestar o miedo intenso que se acompaña de síntomas físicos como palpitaciones, sudoración, temblores, dificultad para respirar, presión en el pecho, nauseas… Estos episodios de ansiedad pueden estar vinculados a situaciones concretas o bien suceder de forma espontánea, sin un motivo aparente.

    Tras un primer ataque de ansiedad, el temor a que se repita es muy intenso. A menudo, esto lleva al adolescente a desarrollar conductas de evitación, intentando evitar o huir de situaciones asociadas al primer ataque. Como una forma de encontrar un sentido, se tiende a pensar que es la situación la que ha causado la crisis. Para estar “a salvo” evita encontrarse en la misma situación. Esta actitud, lejos de solucionar el problema, va limitando las actividades cotidianas y afectando a la calidad de vida.

    Si tú o alguien cercano ha enfrentado un episodio de ansiedad, es crucial buscar asesoramiento profesional en salud mental. Los expertos pueden ayudar a manejar las emociones y pensamientos relacionados con estos episodios.

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  • Para un adolescente vivir en un estado continuo de miedo y ansiedad tiene consecuencias importantes. A corto plazo, afecta tanto en el rendimiento académico como en las actividades de ocio. Las relaciones familiares y sociales en general también suelen verse afectadas. No suele ser una situación pasajera, se alternan periodos libres de síntomas con periodos de crisis que van variando en intensidad; de hecho, muchos adultos que consultan en servicios de salud mental señalan el inicio de sus dificultades durante la adolescencia, siendo los trastornos de ansiedad uno de los más habituales

    Recordemos que la adolescencia es una etapa crítica en el desarrollo de la personalidad. Se consolidan aspectos importantes como la autoestima, el autoconcepto, la regulación emocional. La ansiedad en esta etapa puede suponer una “puerta” a sufrir otros trastornos de salud mental, como depresión, fobias o abuso de sustancias. Por ejemplo, las personas que sufren crisis de angustia recurrentes tratan de evitar situaciones que creen que podrían desencadenar un nuevo episodio. Este comportamiento de evitación puede desencadenar fobias relacionadas con estas situaciones o con objetos relacionados.

    Actuar tempranamente puede evitar complicaciones más serias. Dado que se trata de un problema internalizante, es decir, un tipo de sufrimiento que no se manifiesta externamente en comportamientos disruptivos, puede pasar desapercibido o ser minimizado por los adultos. Además, el estigma asociado a los problemas de salud mental a menudo disuado a la persona a hablar abiertamente sobre el tema, considerándolo como una debilidad de carácter.

    A menudo son los síntomas físicos que acompañan a la ansiedad los que alertan de la existencia un problema. Es frecuente que sea el médico de atención primaria el primero en identificar que hay un problema emocional.

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  • La ansiedad es una reacción adaptativa frente a un peligro (normalmente externo). Tiene la función de activar mente y cuerpo. Se considera normal y necesario pasar por estados de ansiedad siempre y cuando las circunstancias lo justifiquen y tenga la intensidad adecuada.

    Cuando esta ansiedad no es funcional, es decir, no se justifica por la situación y/o es demasiado intensa y mantenida en el tiempo, pasa a ser un problema de salud mental. Las causas son complejas.

    Hay una base neurobiológica bien definida por numerosas investigaciones. Se han identificado áreas del cerebro, sustancias químicas y hormonas como agentes implicados en el sentimiento de angustia y miedo. Existe una predisposición genética a sufrir un trastorno de ansiedad. Como ocurre con muchos trastornos mentales, no quiere decir que por tener antecedentes familiares se desarrolle el trastorno, pero sí hace que la persona sea más vulnerable.

    Los estresores ambientales tendrán un papel muy importante como factores que desencadenen la aparición del trastorno. Por ejemplo, pasar por acontecimientos traumáticos como accidentes graves, agresiones, violencia, etc. suele provocar daños emocionales que influirán enormemente en el desarrollo de cuadros de ansiedad.

    Los recursos disponibles tanto internos como externos, serán cruciales para hacer frente de forma saludable a los desafíos de la vida. Ya de por sí, la adolescencia es una época de “crisis” que provoca un pequeño tsunami. El pasar por hechos traumáticos durante esta etapa aumenta exponencialmente la probabilidad de sufrir problemas de ansiedad importantes.

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  • Detectar los síntomas de ansiedad no siempre es fácil, especialmente porque los adolescentes están en un período de transición y cambio. Sin embargo, hay señales que pueden indicar que su hijo podría estar lidiando con niveles de ansiedad que requieren atención.

    Cambios importantes en el comportamiento, como aislamiento, irritabilidad excesiva, o una disminución en el rendimiento escolar.

    Si muestra una preocupación excesiva por cosas cotidianas.

    Le preocupa en exceso que le pase algo a la familia o personas significativas sin que esté justificado.

    La ansiedad también puede manifestarse en forma de comportamientos de evitación. Si su hijo empieza a evitar ciertas actividades o muestra un miedo irracional a situaciones específicas, podría estar experimentando ansiedad.

    A nivel físico, quejas recurrentes sobre dolores de estómago, dolores de cabeza o dificultades para dormir podrían ser indicios.

    Si nota cualquiera de estos signos, eviten minimizar sus sentimientos y busquen ayuda profesional. Una intervención temprana puede prevenir que la ansiedad evolucione hacia un problema más serio.

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  • Aunque cada vez hay más conciencia sobre los problemas de salud mental, en muchos casos la ansiedad social (o fobia social) pasa desapercibida. A menudo el propio adolescente que sufre dificultades en situaciones sociales no es consciente de que se trata de un trastorno que tiene solución. Por parte del entorno, se tiende a no prestar la suficiente atención y a minimizar el problema pensando que se trata de timidez.

    La ansiedad social y la timidez comparten el sentir malestar o incomodidad en situaciones en las cuales la persona queda expuesta ante los demás como hablar en público, hablar con adultos, ir a eventos o relacionarse con desconocidos.

    En el caso de la timidez la intensidad del malestar es más leve. No es un entorno en el que le guste estar, pero puede sobrellevarlo, no evita situaciones sociales ni sufre síntomas intensos de ansiedad. Ser tímido es un rasgo de personalidad, pero no implica sufrir un trastorno.

    Para las personas con ansiedad social la intensidad es mucho mayor. Es un miedo persistente a ser juzgado o humillado en público, temen que los demás se den cuenta de los síntomas. Antes de que ocurra la situación ya se sienten ansiosos pudiendo llegar a sufrir ataques de pánico. La intensidad del malestar los lleva a evitar este tipo de situaciones y a desarrollar estrategias y comportamientos de evitación que van condicionando su vida.

    La ansiedad social suele aparecer en la adolescencia. En esta etapa la persona se siente evaluado socialmente por sus iguales en el proceso de “encajar “en el grupo y por los adultos en la lucha por diferenciarse y encontrar su sitio. No dude en animar a consultar a los profesionales en salud mental si sospecha que su hijo/a sufre ansiedad social.

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  • En la práctica clínica los profesionales en salud mental disponen de test y cuestionarios que ayudan a valorar los niveles y el tipo de ansiedad en adolescentes. Son herramientas de evaluación precisas, específicamente diseñadas para esta etapa evolutiva. Permiten diferenciar entre la ansiedad común y la ansiedad que supone un sufrimiento que interfiere en el adecuado desarrollo del adolescente.

    En nuestra web puede hacer un test online que valora la ansiedad en adolescentes. Consta de 24 preguntas sobre situaciones que generan ansiedad, su intensidad, frecuencia y duración.

    Este test es únicamente orientativo, para saber si se sufre un trastorno de ansiedad lo mejor es acudir a un psicólogo o psiquiatra para que haga una valoración. En muchos casos, se utilizan instrumentos de medida como test y cuestionarios, pero además recopilará información sobre lo que le pasa, con que intensidad, duración, donde y cuando ocurre y como afecta este malestar en las actividades de la vida cotidiana. También necesitará conocer la historia clínica, como fue el desarrollo durante la infancia, antecedentes familiares de algún trastorno mental.

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  • Un adolescente que sufre ansiedad vive en un estado constante de tensión. Aunque la ansiedad es un mecanismo útil para prepararnos ante los desafíos, cuando se intensifica se convierte en una fuente de sufrimiento. Deja de ser funcional y genera un desgaste importante.

    Proporcionar espacios “seguros”
    Es fundamental hacer sentir al adolescente que dispone de un ambiente seguro para expresarse. Transmitirle que puede hablar abiertamente sin miedo a ser juzgado y ofrecer una escucha atenta, creará un ambiente en el que se sienta cómodo para compartir su carga.

    Conectar con el sufrimiento de alguien a quien queremos no es una tarea sencilla. Es normal sentir la necesidad de ofrecer consejos o análisis precipitados de la situación. Frases como “estas pensando demasiado” o “estás exagerando” aunque sean bienintencionadas, pueden hacer que el adolescente se sienta culpable por sus emociones, acentuando más su ansiedad. Recordemos que la ansiedad es un estado involuntario que escapa al control.

    Fomentar un entorno social positivo
    Un entorno social saludable, que ofrezca momentos de intimidad y apoyo, actúa como un protector contra la ansiedad, ayudando a restaurar el equilibrio. Durante la adolescencia, los iguales que atraviesan desafíos similares pueden ser una fuente muy importante de apoyo.

    Tener un entorno social positivo que propicie momentos de intimidad, de apoyo, actúan como un “protector” haciendo que disminuya la ansiedad y favoreciendo que se reestablezca el equilibrio.

    Reconocer cuándo pedir ayuda
    Aprender a manejar la ansiedad es un camino personal y cada individuo tiene su propio ritmo de aprendizaje. Sin embargo, debemos tener en cuenta que cuando la ansiedad es perturbadora e interfiere en el desarrollo del adolescente, hay que buscar la ayuda de profesionales en salud mental.

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  • La adolescencia es una etapa de profundos cambios, tanto físicos como emocionales. Durante esta fase, los jóvenes enfrentan nuevos desafíos, y nos es extraño que se muestren ansiosos, temerosos y con dudas. Si su hija muestra signos de ansiedad, es natural preocuparse, pero el primer paso es saber diferenciar entre una ansiedad funcional (necesaria) y una ansiedad preocupante.

    La ansiedad es una reacción natural que nos prepara para responder a situaciones de peligro. Por ejemplo, si su hija tiene un examen importante, los nervios ayudan a activarse y prepararse mejor. La ansiedad, en esencia, es una herramienta adaptativa que nos ayuda a enfrentar desafíos.

    Se convierte en un problema cuando es desproporcionada respecto a la situación o dura más de lo necesario. Si, el nivel de ansiedad por una exposición de clase llega hasta al punto de generar un bloqueo o la lleva a “huir”, esa ansiedad deja de ser útil y comienza a ser perjudicial. De igual manera, si la ansiedad no disminuye después de un evento estresante, también puede ser señal de un problema.

    La ansiedad desadaptativa en adolescentes se manifiesta cuando los jóvenes experimentan preocupaciones persistentes, miedos intensos o comportamientos de evitación hacia situaciones que la mayoría consideraría normales. Pueden presentar síntomas como sudoración, palpitaciones, insomnio o irritabilidad.

    Como padres, se puede desempeñar un papel vital. Primero, abriendo canales de comunicación, escuchando sus preocupaciones y validando sus sentimientos. No hay que subestimar lo poderoso que es un simple “te entiendo y estoy aquí”.

    Consideren buscar ayuda profesional si notan que la ansiedad está afectando significativamente la vida de su hijo. Un profesional de la salud mental puede ofrecer estrategias y herramientas adaptadas a cada situación. Cada adolescente es único, y lo que funciona para uno, puede no ser adecuado para otro.

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  • Sí, un adolescente puede sufrir un trastorno de ansiedad por separación. A pesar de ser un trastorno asociado a la infancia, si no se trata, puede persistir en la adolescencia e incluso en la edad adulta.

    Las manifestaciones del trastorno serán diferentes según la edad. En niños, dado que su capacidad de conectar y expresar sus sentimientos es más limitada, la ansiedad por separación suele manifestarse a través de la conducta y quejas somáticas. Se niegan a participar en actividades que impliquen alejarse de los padres y sienten malestar físico, como dolor de cabeza o de estómago. Incluso, en algunos casos, la ansiedad por separación puede estar detrás del rechazo a ir al colegio.

    En la adolescencia, al igual que en la infancia, el malestar surge cuando tienen que separarse de las personas con quien mantienen un vínculo estrecho, pero lo asocian al miedo a que les pase algo si no están con ellos. Ya no son sólo los padres, sino que también suele ocurrir con las parejas o los amigos. Buscan siempre estar cerca de ellos por miedo a que de lo contrario sufran un accidente, enfermen o sean víctimas de cualquier desgracia.

    Suelen sentir un miedo excesivo a estar solos y desarrollan una gran sensibilidad ante el sentimiento de abandono. Esta dependencia emocional condiciona la vida social, laboral y familiar. Pueden tener dificultades para ir de viaje o incluso al trabajo o a salir de casa. Envueltos en este amasijo de miedos, inseguridades, baja autoestima y dependencia, difícilmente podrán seguir un desarrollo saludable y les hace muy vulnerables a sufrir otros trastornos mentales.

    Afortunadamente existen tratamientos eficaces para tratar la ansiedad por separación. Si tu o alguien de tu entorno sufre este tipo de trastorno, no dudes en contactar con profesionales de la salud mental.

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  • Los adolescentes que sufren ansiedad social (o fobia social) sienten un miedo intenso, persistente y excesivo frente a situaciones sociales. Tienen miedo a ser humillados o avergonzados o a que los demás noten su ansiedad.

    La ansiedad social va más allá del nerviosismo por una exposición pública o de la timidez. La ansiedad es muy intensa, pudiendo ir acompañada de manifestaciones físicas como taquicardia, voz temblorosa, temblor de manos, sudoración, malestar gastrointestinal, sequedad de boca, dolor de cabeza.

    Días o semanas antes de tener que enfrentarse a una situación social, ya se sienten ansiosos. Aunque reconocen que su miedo es exagerado, no por ello pueden dejar de sentirlo. Suelen desarrollar estrategias de evitación que condicionan su vida cotidiana.

    La adolescencia es una etapa vital que pone a prueba las competencias sociales. Ser más independientes de los padres implica tener que relacionarse con personas que no forman parte de su entorno familiar. Se ven expuestos a más situaciones sociales: fiestas, ir a comprar, hacer gestiones, nuevos estudios, …

    Para un adolescente que sufre fobia social son situaciones especialmente difíciles aquellas en las que tiene que decir que no, mostrar desacuerdo, rechazar una propuesta o defender los propios intereses, ya sea frente a desconocidos, compañeros o figuras de autoridad. Es un sufrimiento “internalizante” que puede pasar desapercibido y, sin embargo, causa un sufrimiento intenso y un desgaste importante.

    La Unidad de Salud Mental del Adolescente (USMA) está formada por un equipo multidisciplinar y se centra en el tratamiento de jóvenes. Si desea más información, puede llamarnos al teléfono gratuito 900 500 535.

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  • Si tuviéramos que describir la ansiedad generalizada en una palabra, sería "preocupación". Para hacernos una idea del desgaste que supone para los adolescentes que sufren este tipo de trastorno, imaginemos estar continuamente preocupados, pensando en los peores escenarios posibles, y ser incapaz de dejar de hacerlo. Este trastorno va más allá de la típica inquietud juvenil; es como vivir en un estado de alerta permanente, esperando siempre un desastre.

    Los adolescentes con ansiedad generalizada se consumen en pensamientos negativos sobre el futuro, descuidando el presente. Se sienten inquietos, impacientes, y a menudo están agotados física y mentalmente. Les resulta difícil concentrarse, y la irritabilidad es frecuente. Suele ir acompañado de molestias físicas como tensión muscular, como si llevaran una mochila pesada todo el tiempo. También es habitual tener dificultades para dormir, ya sea para conciliar el sueño o no sentirse realmente descansado.

    La ansiedad y la preocupación excesiva se extiende a diferentes aspectos de la vida cotidiana. No es solo preocuparse por una cosa específica, sino por un montón. Puede manifestarse en preocupaciones por el rendimiento escolar, la salud, o la situación familiar. No se limita a un entorno específico.

    A menudo, los adolescentes que acuden a consulta tienen la sensación de haber sido siempre así. No es fácil determinar en que momento exacto pasó de ser una forma de ser a convertirse en algo preocupante. Suele ir aumentando poco a poco. Los desafíos propios de la adolescencia pueden agravar estos rasgos ansiosos o acontecimientos estresantes vividos pueden haber desencadenado un empeoramiento.

    Reconocer y tratar la ansiedad generalizada es vital. No es simplemente un caso de nerviosismo; si no se aborda, puede afectar profundamente la calidad de vida. Estar atento y buscar apoyo profesional es un primer paso.

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  • Si has vivido una experiencia intensamente traumática o alguien de tu entorno, es importante detectar si estás sufriendo estrés postraumático. Vivir situaciones impactantes que asustan o te hacen sentir impotente, como un accidente serio o un evento violento, puede tener consecuencias emocionales importantes a largo plazo. Puedes encontrarte reviviendo ese momento de forma repetida, como si tu mente no pudiera escapar de ello. Esto es un Trastorno de Estrés Postraumático TEPT: un ciclo constante de recuerdos y emociones intensas relacionadas con ese trauma.

    Cuando padeces TEPT, es común tener pesadillas o flashbacks que te hacen sentir como si estuvieras reviviendo el evento. Puedes despertarte aterrado, con el corazón acelerado, o de repente sentirte abrumado por recuerdos en situaciones cotidianas. Algo tan simple como un sonido o un lugar puede desencadenar estos recuerdos.

    Es posible que empieces a evitar cosas o situaciones que te recuerden al evento traumático. Esto podría significar alejarte de ciertos lugares, actividades o incluso personas. Puede que te sientas desconectado de los demás, atrapado en tus propios pensamientos y emociones, lo que puede hacerte sentir aislado o incomprendido.

    El TEPT también puede traer consigo sentimientos de ira, culpa o vergüenza. Estas reacciones son respuestas normales a eventos anormales y no reflejan debilidad.

    Si estás lidiando con estos síntomas, es importante buscar apoyo. Hablar con un profesional de la salud mental es un gran paso. Puede ayudarte a procesar lo que has vivido y a encontrar estrategias para manejar estos recuerdos y emociones difíciles. Pedir ayuda es un acto de valentía y el camino hacia la recuperación. No estás solo en esto, y hay recursos disponibles para ayudarte a superarlo.

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  • El corazón latiendo fuerte, mareos, pensar que algo terrible va a pasar, miedo intenso a perder el control o "volverte loco"... estos síntomas son comunes en una crisis de ansiedad.

    Cuando sientes ansiedad, tu cuerpo está reaccionando a lo que cree que es un peligro, aunque a veces ese peligro sea solo imaginario. Esta reacción hace que tu cuerpo se prepare para enfrentar ese peligro. Por eso te sientes nervioso, tu corazón late más rápido y puedes empezar a respirar más rápido. Pero cuando interpretas estas sensaciones como algo malo, tu ansiedad puede aumentar, creando un círculo vicioso de miedo y más ansiedad.

    Durante una crisis de ansiedad, es común empezar a hiperventilar. Intenta tomar respiraciones profundas y lentas. Inhala durante cuatro segundos, mantén la respiración durante dos segundos, y exhala durante seis segundos. Esto puede ayudar a calmar tu sistema nervioso.

    Si puedes, busca un lugar donde te sientas seguro y cómodo. Esto puede ser un espacio silencioso o un área donde te sientas menos abrumado. Intenta centrarte en lo que está sucediendo ahora mismo.

    Repítete a ti mismo que la ansiedad es temporal y que pasará. Puedes decirte cosas como "Estoy bien", "Esto es solo ansiedad, no me va a hacer daño". Trata de no dejarte llevar por pensamientos que magnifiquen el peligro. Recuerda que los síntomas son parte de una respuesta de ansiedad y no indican una amenaza real.

    Es importante recordar que no estás solo en esto y que hay profesionales que pueden ayudarte a entender y manejar mejor estos sentimientos. Te enseñarán a ver estas sensaciones de una manera diferente, a cómo controlar el pánico y a cambiar esos pensamientos que hacen que la ansiedad se intensifique.

    El tratamiento no trata de eliminar por completo la ansiedad, porque un poco de ansiedad es normal. Lo que aprenderás es cómo mantener la ansiedad en un nivel que puedas manejar utilizando habilidades para manejar la ansiedad y así, romper el círculo vicioso de miedo y ansiedad.

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